Paleolithic occupations and lithic assemblages from Furninha Cave, Peniche (Portugal)

La formación de la Cueva Furninha, abierta actualmente sobre el mar, se relaciona con la plataforma de abrasión marina a cerca de 15 m sobre el nivel del mar. El llenado de un aven vertical, con cerca de 10 m de altura, existente en su interior es, por tanto, más reciente que aquel episodio marino,...

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Bibliographic Details
Main Authors: Bicho, Nuno, Cardoso, João Luís
Format: Article in Journal/Newspaper
Language:English
Published: Universidad de Salamanca 2010
Subjects:
Online Access:http://hdl.handle.net/10400.2/2377
Description
Summary:La formación de la Cueva Furninha, abierta actualmente sobre el mar, se relaciona con la plataforma de abrasión marina a cerca de 15 m sobre el nivel del mar. El llenado de un aven vertical, con cerca de 10 m de altura, existente en su interior es, por tanto, más reciente que aquel episodio marino, atribuido al último interglaciar (Breuil y Zbyszewski, 1945). La excavación, después de una primera intervención efectuada en 1865, fue realizada en 1879, prolongándose probablemente a principios de 1880, bajo la dirección de J. F. Nery Delgado (Delgado, 1884) y respetó las mejores normas científicas vigentes de la época, habiendo sido registrada cuidadosamente la estratigrafía y la posición de todas las piezas líticas y óseas recuperadas, que todavia hoy se conservan en el Museo Geológico y Minero de Lisboa. La secuencia pleistocena estaba constituida, en su base, por un nivel de cantos rodados, con escasos restos faunísticos, sucediéndose un espesso conjunto sedimentario, separado de los cantos de base por una costra estalagmítica mostrando discontinuidad en la sedimentación; esta sucesión estaba compuesta por siete niveles osíferos, separados por episodios de abandono constituidos por arenas eólicas. En el nivel 3 se ha recogido un grande bifaz de sílex, no rodado, del Achelense Superior. La tipología de las piezas de sílex asociadas se encuadra sobre todo en el Musteriense, evidenciando mixturas provocadas por las corrientes de circulación dentro de la gruta. Tales mixturas fueron señaladas por Nery Delgado y valoradas posteriormente por Joaquín Fuentes, que llevó a cabo una revisión de los materiales líticos, con la identificación de ejemplares musterienses (Fontes, 1916: Pl. 1), más tarde confirmada por Breuil y Zbyszewski (Breuil y Zbyszewski, 1945). La existencia de elementos musterienses, conjuntamente con materiales osteológicos, fue explicada debido a la existencia de indicios de la coexistencia de humanos con grandes carnívoros, principalmente la hiena rayada (Hyaena hyaena prisca) y un lobo de pequeño tamaño (Canis lupus lunellensis), identificados por uno de los autores (Cardoso, 1993). Prueba de esto es el hecho, subrayado por Fontes, de haberse recogido en el segundo nivel osífero la mitad de un radio de Canis lupus que no habrá sufrido un transporte destacable, mientras que la otra mitad se recogió 1,30 m más arriba, ya en otro nivel osífero. A pesar de ser cierta la existencia de indicios de movimientos en el sustrato, no hay lugar a dudas sobre la contemporaneidad del Musteriense con la hiena rayada en esta gruta. Una datación por U/Th realizada en la Southern Methodist University (Dallas, USA) situó la formación de esta secuencia en 80880 (+42420; –31260 años) (Cardoso, 1993); a pesar del elevado grado de incertidumbre, este resultado es compatible con la atribución de la apertura de la gruta durante o después del MIS 5, así como con las industrias musterienses recogidas en ella. La parte superior de la acumulación, correspondiente a un nivel con 1,5 m de potencia, estaba compuesta por arenas eólicas, finas y micáceas, correlativas del pleniglaciar (ca. 18000 años), cuando el litoral se encontraba alejado varios kilómetros, dejando al descubierto una vasta planicie litoral arenosa, barrida por el viento. Las escasas industrias recogidas en la cavidad y reconocidas como pertenecientes al Paleolítico Superior son asociables a esta última fase de llenado de la gruta, destacando diversas hojas de laurel solutrenses y unas hojas de dorso, así como una cuarentena de otras piezas separadas por H. Breuil y Zbyszewski en 1945 del conjunto lítico de la necrópolis neolítica posteriormente instalada en el interior de la gruta. Más tarde, estas mismas piezas fueron incluidas en la síntesis sobre el Solutrense en el territorio português presentada por O. da Veiga Ferreira en 1962, identificando seis hojas con talla bifacial que atribuyó a aquella época. Jean Roche, en 1972, tuvo oportunidad de revisar estas mismas industrias, confirmando la existencia de los seis artefactos solutrenses referidos anteriormente; la presencia de un corto pedúnculo, en dos de ellos, constituye un argumento para que el autor admitiese la extensión del Solutrense de tipo levantino al litoral atlántico occidental. Esta interpretación fue discutida por J. Zilhão en 1997, que, basándose en los argumentos aducidos, considera que los dos ejemplares eran productos del Neolítico Final o del Calcolítico, al mismo tiempo sin negar la autenticidad de un foliáceo como solutrense, ni la asignación de otros dos artefactos al Paleolítico Superior. No habiendo procedido a la revisión sistemática del material disponible del Paleolítico Superior, unicamente le fue posible concluir la frecuentación “extremadamente esporádica” de la cavidad durante el Paleolítico Superior, en el transcurso del Solutrense y, posiblemente, del Gravetiense. Esta conclusión ha sido profundamente alterada con el estudio exhaustivo de los materiales que se realiza en el presente trabajo. De hecho, el conjunto analizado en el presente estudio excede con creces las escasas decenas de piezas consideradas como pertenecientes al Paleolítico Medio y Superior por H. Breuil y G. Zbyszewski, con un total de 389 piezas provenientes de contextos del Paleolítico Medio y Paleolítico Superior, siendo en su mayoría de este último periodo. El conjunto está constituido por 221 lascas, 73 láminas, 6 lamelas, 4 núcleos o restos de núcleo, 34 restos de preparación y mantenimiento del núcleo, 3 residuos de buril, 3 piezas con evidencia tecnológica de trabajo bifacial y una azagaya en hueso, fracturada en su ápice. El análisis de estos materiales demuestra la presencia de una ocupación humana durante el Paleolíticoeste resultado es compatible con la atribución de la apertura de la gruta durante o después del MIS 5, así como con las industrias musterienses recogidas en ella. La parte superior de la acumulación, correspondiente a un nivel con 1,5 m de potencia, estaba compuesta por arenas eólicas, finas y micáceas, correlativas del pleniglaciar (ca. 18000 años), cuando el litoral se encontraba alejado varios kilómetros, dejando al descubierto una vasta planicie litoral arenosa, barrida por el viento. Las escasas industrias recogidas en la cavidad y reconocidas como pertenecientes al Paleolítico Superior son asociables a esta última fase de llenado de la gruta, destacando diversas hojas de laurel solutrenses y unas hojas de dorso, así como una cuarentena de otras piezas separadas por H. Breuil y Zbyszewski en 1945 del conjunto lítico de la necrópolis neolítica posteriormente instalada en el interior de la gruta. Más tarde, estas mismas piezas fueron incluidas en la síntesis sobre el Solutrense en el territorio português presentada por O. da Veiga Ferreira en 1962, identificando seis hojas con talla bifacial que atribuyó a aquella época. Jean Roche, en 1972, tuvo oportunidad de revisar estas mismas industrias, confirmando la existencia de los seis artefactos solutrenses referidos anteriormente; la presencia de un corto pedúnculo, en dos de ellos, constituye un argumento para que el autor admitiese la extensión del Solutrense de tipo levantino al litoral atlántico occidental. Esta interpretación fue discutida por J. Zilhão en 1997, que, basándose en los argumentos aducidos, considera que los dos ejemplares eran productos del Neolítico Final o del Calcolítico, al mismo tiempo sin negar la autenticidad de un foliáceo como solutrense, ni la asignación de otros dos artefactos al Paleolítico Superior. No habiendo procedido a la revisión sistemática del material disponible del Paleolítico Superior, unicamente le fue posible concluir la frecuentación “extremadamente esporádica” de la cavidad durante el Paleolítico Superior, en el transcurso del Solutrense y, posiblemente, del Gravetiense. Esta conclusión ha sido profundamente alterada con el estudio exhaustivo de los materiales que se realiza en el presente trabajo. De hecho, el conjunto analizado en el presente estudio excede con creces las escasas decenas de piezas consideradas como pertenecientes al Paleolítico Medio y Superior por H. Breuil y G. Zbyszewski, con un total de 389 piezas provenientes de contextos del Paleolítico Medio y Paleolítico Superior, siendo en su mayoría de este último periodo. El conjunto está constituido por 221 lascas, 73 láminas, 6 lamelas, 4 núcleos o restos de núcleo, 34 restos de preparación y mantenimiento del núcleo, 3 residuos de buril, 3 piezas con evidencia tecnológica de trabajo bifacial y una azagaya en hueso, fracturada en su ápice. El análisis de estos materiales demuestra la presencia de una ocupación humana durante el Paleolítico Medio, con una industria constituida por materiales típicos de esta fase, concretamente raspadores, denticulados y muescas, así como núcleos discoideos. Los talones de los soportes son frecuentemente marcados por preparación de tipo diedro y polifacética con raros casos de presencia de chapeau de gendarme. Sin embargo, y contrariamente a lo que afirma Zilhão (1997), la mayoría de los materiales líticos apunta hacia una ocupación bastante intensiva de la cavidad y con una cronología larga durante el Paleolítico Superior: la presencia de hojas de cierta dimensión, a veces con cresta, recuerdan a los materiales referenciados por Zilhão (1997) en Vascas y Vale de Porcos (ambos en Rio Maior, Santarém) o por Bicho (2005) en la Quinta do Sanguinhal (al Sur de Rio Maior, Santarém) y atribuidos por este último al Gravetiense. La presencia de una hoja de doble dorso parcial, recordando a una punta de La Gravette atípica, confirma también la presencia de una ocupación gravetiense. Naturalmente, el conjunto relativamente amplio de buriles, parte de ellos bastante finos y sobre soportes alargados, indica la presencia de un Gravetiense final, tal vez semejante al del sitio de Rio Maior de Picos, cerca de la localidad de Azinheira (Rio Maior, Santarém). El conjunto de varias piezas foliáceas bifaciales en varias fases de acabado, así como de dos lascas de adelgazamiento bifacial confirman claramente la ocupación de la Gruta Furninha durante el Último Máximo Glaciar por los cazadores-recolectores del Solutrense. La presencia de dos puntas pedunculadas, de las que infelizmente sólo se conservan los dibujos publicados en 1884 por Nery Delgado, y las fotos presentadas por Breuil y Zbyszewski en 1945, al contrario de lo que afirma Zilhão (1997) que las atribuye a periodos más tardíos de la Prehistoria, hace sospechar que las tendencias estilísticas y tecnológicas del Levante español llegaron a un sitio más de la fachada atlántica portuguesa. Tal es el caso de Vale Boi en el Algarve, o de las puntas del mismo tipo de las Grutas do Caldeirão o de la Casa da Moura, que presentan dimensiones semejantes a estas dos piezas hoy desaparecidas. Quizás el aspecto más interesante del presente análisis es la presencia de un conjunto de piezas que incluye algunas lamelas y núcleos para extracción de lascas y de lamelas, y que visiblemente sugieren la presencia de una ocupación Magdaleniense durante el Tardiglaciar de la Península de Peniche. Aunque marcada por un conjunto relativamente pequeño de piezas, parece claro que estas laminillas y los núcleos de tipo ortogonal, muy característicos del Magdaleniense de Rio Maior y también del Algarve, por sus dimensiones reducidas y extensa utilización en un nivel de desgaste del bloque, sirven como fósiles-directores de la última ocupación paleolítica de la Cueva Furninha. Puede afirmarse que la Cueva Furninha tuvo una ocupación humana, que probablemente habrá comenzado en el MIS 4 y que se prolongó durante las dos fases siguientes, hasta el final del Pleistoceno. La presencia de varios materiales musterienses, aunque en número reducido, puede significar que la presencia de neandertales en el local se dio hasta épocas bastante tardías, como es el caso de otros sitios del Sur de la Península Ibérica, aspecto que esperamos poder confirmar con resultados de determinaciones de Radiocarbono que aguardamos. En conclusión, la ocupación de Furninha durante el Paleolítico Superior, al contrario de lo que se pensaba anteriormente, fue bastante larga e intensa, como se puede verificar por la diversidad de la tipología de los núcleos e instrumentos retocados, aunque haya habido una criba, debido también a la metodología de la excavación. En todo caso, los materiales aquí presentados indican la presencia de sucesivas ocupaciones humanas durante el Gravetiense, el Solutrense y el Magdaleniense, perfectamente encuadrables en lo que se conoce de la Extremadura portuguesa y del Algarve, conclusión que tiene tanto más interés y actualidad, en el año en que se cumplen ciento treinta años sobre la fecha de explotación de esta notable estación arqueológica. Furninha Cave was the object of a very early paper by Nery Delgado in 1884. The description of Pleistocene lithic and faunal materials implied that there had been a Paleolithic occupation in the cave. That was confirmed by the later work of Breuil and Zbyszewski in 1945, where they attributed those materials to the Middle and Upper Paleolithic. Some 30 years later, O. da Veiga Ferreira (1962) and J. Roche included some of the Furninha materials in their own synthesis of the Portuguese Solutrean. By the end of the century, J. Zilhão (1997) excluded most materials attributed by Breuil and Zbyszewski to the Upper Paleolithic, stating that this occupation was highly ephemeral and those materials thought to be Upper Paleolithic were, in fact, Neolithic or later. With the present study, with a new and complete revision of the lithic paleolithic assemblages in a total of 389 artifacts, the presence of Mousterian, Gravettian, Solutrean and Magdalenian occupations in Furninha were clearly demonstrated. Finally, we also present a new interpretation based on the lithic analysis and a reanalysis of the cave stratigraphy, and the attribution of the different materials to the original bone beds described by Nery Delgado in 1880. This interpretation indicates that the original field work was of great quality, and that the stratigraphical mixing thought to have happen by most researchers, including Breuil, Roche and Zilhão, most likely did no take place and the cave was kept essentially pristine up to the moment of the complete excavation by Delgado.