Summary: | 1 page Los investigadores que todos los inviernos --verano austral-- se trasladan a la base española antártica recorren casi en fila india los 40 metros que hay entre la costa, donde fondean los barcos, y los módulos de trabajo y vivienda. Intentan no salirse de la primera línea trazada en los años 80 para que sus huellas no queden marcadas en la nieve. "Siempre quisimos que el impacto ambiental fuera el mínimo", rememora la primera directora de la base, la bióloga Josefina Castellví. "Hemos ido mejorando. Ahora tenemos hasta dos generadores eólicos y paneles fotovoltaicos para que la base pueda seguir mandando datos aunque este vacía", prosigue Miguel Ángel Ojeda, coordinador de logística de la Unidad de Tecnología Marina (UTM-CSIC), encargada de la gestión de la base. Sin embargo, todo puede mejorarse. [.] Peer reviewed
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