El elusivo eco del Big Bang

Cartel anunciador de la charla; Presentación dentro del ciclo de charlas “Jam Science-Divulgación Científica” celebradas en el Moe Club-Madrid, el penúltimo martes de cada mes de 19.30 a 21.00h. Ponentes: Dr. Pablo García Abia, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológic...

Full description

Bibliographic Details
Main Authors: Fernández-Alonso, M. Carmen, Platón, María
Format: Article in Journal/Newspaper
Language:Spanish
Published: CSIC - Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB) 2018
Subjects:
Moe
Online Access:http://hdl.handle.net/10261/178147
Description
Summary:Cartel anunciador de la charla; Presentación dentro del ciclo de charlas “Jam Science-Divulgación Científica” celebradas en el Moe Club-Madrid, el penúltimo martes de cada mes de 19.30 a 21.00h. Ponentes: Dr. Pablo García Abia, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat). El primer libro sobre La Antártida que cayó en las manos de nuestro ponente de este mes, empezaba con una frase tan impactante como la imagen del continente helado a la que acompañaba: "Frío, soledad, silencio. Solo Dante pudo imaginar una desolación igual cuando en la Divina Comedia situó uno de los infiernos en las regiones heladas". La cosmología moderna sitúa uno de esos infiernos en el Big Bang, forja de un universo que, tras casi 14 mil millones de años de incesante evolución, tiene una apariencia fría, solitaria y silenciosa, como La Antártida. El aparente silencio del cosmos es profanado por un viento constante de partículas elementales. Una buena parte de ellas, neutrinos y fotones, proceden directamente de fenómenos singulares de los primeros momentos del universo. Los fotones están siendo estudiados en detalle y ya han revelado no pocos secretos sobre la composición y evolución del universo. ¿Pero, y los neutrinos, qué nos dicen los neutrinos? Estas partículas primordiales gritaron libertad cuando el universo tenía un segundo de vida. Su historia es apasionante y sus secretos valiosos. Pero los neutrinos son esquivos. Pocas cosas hay en este mundo más esquivas que ellos, razón por la que los neutrinos primordiales no han sido aún observados de forma directa. En 1962, el ahora Premio Nobel de física Steven Weinberg sugirió una forma sutil y elegante de detectar estos neutrinos. Postuló que la observación de apenas perceptibles irregularidades en la desintegración radiactiva de ciertos núcleos pondrían de manifiesto la presencia de estas partículas ancestrales errantes. En el proyecto PTOLEMY se pretende construir el detector más sensible del mundo para registrar las señales de los electrones ...