Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente Tomo 2 - Libro Quinto

Descripción de la exploración de las Montañas de San Pedro y de los Teques, La Victoria, los Valles de Aragua, Lago de Tacarigua, Manantiales calientes de Mariana, ciudad de Nueva Valencia del Rey y la llegada a las costas de Porto Cabello. Además el autor hace un análisis de los terremotos de Carac...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Humboldt, Alexander, Barón von, 1769-1859
Other Authors: Bonpland, Aimé Jacques Alexandre, 1773-1858
Format: Book Part
Language:Spanish
Published: París: Rosa 1826
Subjects:
Nes
Aun
Raz
Ura
Online Access:http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll10/id/2483
Description
Summary:Descripción de la exploración de las Montañas de San Pedro y de los Teques, La Victoria, los Valles de Aragua, Lago de Tacarigua, Manantiales calientes de Mariana, ciudad de Nueva Valencia del Rey y la llegada a las costas de Porto Cabello. Además el autor hace un análisis de los terremotos de Caracas y su relación con la actividad volcánica de las islas de las Antillas. Título con la ortografía original de la época. - Libro Quinto. - Capítulo XIV. - Capítulo XV. - Capítulo XVI. »*lVi\iVViVilVV^'VVVV4't*\'VV%*V\i»^VVVWVt*Í'*V*\il'\/t'VW ligados á 294 LIBRO V. vivir; no podiaraos menos de elogiar la belleza salvage del punto, la fecundidad del suelo, y la dulzura del clima. El valle de San Pedro, en el cual corre el rio del mismo nombre, separa las dos montañas del Higuerote y de las Cocuyzas. Subimos al norte por las pequeñas haciendas de las Lagunas y de los Garavatos , que no son mas que unas casas aisladas que sirven de posadas , y en las cuales hallan los indios su bebida favorita , que es el Guarapo ó suco fermentado de la caña dulce : entre los indios que transitan esta carrera es muy frecuente la embriaguez. Cerca de los Garavatos hay un peñasco de micaesquita de muy rara forma; es un muro escarpado que termina por una torre. Abrimos el barómetro en lo mas alto, 845 toesas, de la montaña de las Cocuyzas, y nos hallamos cagi á la misma altura que en al ca-beza de Buenavista, apenas diez toesas mas alto. La vista, que se descubre desde las Lagunetas es muy extendida pero uniforme. El terreno montuoso é inculto , entre los manantiales del Guaire y del Tuy, tiene mas de 26 leguas cua-dradas , sin que se encuentre mas un solo pueblo CAPITULO XV. 2gb muy miserable , que es el de los Teques, ai sud-este de San Pedro. De las Lagunetas bajamos al valle del rio Tuy la falda oecidental de la mon-taña de los Teques es llamada las Cocuyzas y está poblada por dos plantas de hoja de Agave , que son el Maguey de Cocuyza, y el Maguey de Cocuy. Saliendo de las montañas de Higuerote y de los Teques, se entra en un pais ricamente cultivado, cubierto de cabanas y aldeas, délas cuales algunas tendrían en Europa el nombre de ciudades. En una distancia de doce leguas del este al oeste , se hallan la Victoria , San Mateo , Turmero y Maracay que componen en unión mas de 28,000. habitantes. La nivelación baro-métrica, me ha dado 296 toesas por la altura absoluta del valle del Tuy , cerca de la hacienda de Manterola, y 222 toesas por la superficie del lago. Piecord aremos nuevamente que el grupo de montañas de los Teques, que tiene 85o. toesas de altura, separa dos valles longitudinales, hen-didos en el granito, el gneis y el micaesquita, y que el del este, que contiene la capital de Ca-racas , está 300 toesas mas elevada que el valle ügú 'LIBRO y:'- del oeste , (![ue se puede considerar como el centro de la industria agrícola. Como habiá mucho tiempo que estábamos acostumbrados á una temperatura moderada, nos parecieron las llanuras del Tuy extremadamente cálidas. Sin embargo, el termómetro se sostuvo entre 25" y 2Í\°, desde las 1 1 de la mañana hasta las cinco de la tarde. Las noches eran de una frescura de-liciosa, y la temperatura bajaba hasta 17 °5' : á medida que disminuía el calor , parecía el aire mas embalsamado por el olor de las flores. Dis-tinguimos especialmente la fragancia del Lirio hermoso j nueva especie de Pancratium^, cuya flor tiene 8 á 9 pulgadas de largo, y que adorna las orillas del rio Tuy. La hacienda donde nos hospedamos era una hermosa plantación de caña de azúcar; el suelo está liso como el fondo de un lago desecado. El rio Tuy serpentea entre tierras cubiertas de plá-tanos, y un bosquecito de Hura crépitans^ Ery-trina coralío-dendronj, y de higueras de hojas de ISinfea. El álveo del rio está formado de gui- * Pancratium undulatum (Nov. Gen., t. 1, p. 380.} CAPITULO XV. 397 jarros de cuarzo : no conozco unos baños mas agradables que los del Tuy el agua limpia como el cristal conserva , aun en el dia , una tempera-tura de 18° 6' : es una frescura extraordinaria para aquellos climas , y para una altura de 3oo toesas , pero los manantiales del rio se hallan en las montañas vecinas. La casa del propietario colocada en un terreno de i5 a 16 toesas de elevación, está rodeada de casas de negros de estos los que son casados se procuran el sustento por si mismos. Tanto aquí, como en todos los valles de Aragua, se las da un pequeño terreno para cultivar, en el cual em-plean los dias que tienen libres en la semana que son los sábados y domingos tienen sus gal-linas y á veces un puerco. El dueño elogia su felicidad, asi como en el norte de la Europa los señores alaban las conveniencias de sus vasallos, que riegan el terreno con su sudor. El dia de nuestra llegada vimos conducir tres negros fu-gitivos , esclavos comprados recientemente. Yo me temí asistir á uno de aquellos castigos que quitan el encanto á la vida de los campos , par 2^8 LIBRO V. donde quiera que hay esclavos pero por fortuna, fueron tratados con humanidad. Asi en esta plantación, como en todas las de la provincia de Venezuela, se distingue ya de lejos en el color de las hojas, las tres especies de caña dulce que se cultivan : la antigua caña criolla, la caña de Otaheiti, y la caña de Batavia. La primera especie, tiene la hoja de un verde mas obscuro, el vastago mas delgado y mas abun-dantes los nudos. Es la primera caña dulce que se ha introducido de la India, en Sicilia, en las Canarias y en las Antillas. La segunda especie se distingue por un verde mucho mas claro, su vastago es mas grueso, alto y suculento, y toda la planta anuncia una vegetación mas lujuriosa. Esta clase se debe á los viages de Boungainville, de Cook y de Bligh : Boungainville la llevó á la isla de Francia, de donde pasó á Cayene, á la Martinica, y después en 1792, al resto de las Antillas. La caña dulce de Otaheiti, el Tó délos nsulares , es una de las adquisiciones mas im-portantes que la agricultura colonial debe á los viageros naturalistas, desde un siglo á estaparte. capítulo XV. 299 No solo produce un tercio mas de vezó, que la caña criolla , sino que á causa de la grosura de su tronco y de la tenacidad de sus fibras linosas , ofrece también mucho mas combustible. Esta última ventaja es preciosa para las islas Antillas, donde la destrucción de los bosques obliga hace mucho tiempo á los plantadores , á servirse del bagazo para mantener el fuego bajo las calderas. Sin el conocimiento de este nuevo vegetal , sin los progresos que ha hecho la agricultura en el continente de la América española , y la intro-ducción del azúcar de la India y de Java , las revoluciones de San Domingo y la destrucción da las grandes azucarerías de esta isla , hubieran tenido una influencia mucho mas sensible, sobre el precio de los géneros coloniales en Europa. La caña de Otaheiti fué transportada de la isla de la Trinidad á Caracas , y de aquí á Cucuta y San Gil, en el reino de la Nueva Granada. En nuestros dias, una cultura desde 25 años se ha disipado casi enteramente el temor que se habia conce-bido, de que trasplantada en América degene-rase insensiblemente, y se fuese haciendo delga-da como la caña criolla. La tercera especie de 300 LIBRO V. caña de azúcar morada llamada caüa de Baíavía ó de Guinea , es con efecto indígena á la isla de Java, donde la cultivan con preferencia en los distritos de Japara y Pasuruano. Tiene la haja morada y muy ancha : en la provincia de Gara-cas la prefieren para la fabricación del rom. Al nordoeste de la-hacienda del Tuy, en la ca-dena septentrional de la cordillera de la costa , se abre un profundo barranco llamado Quebrada secüj, porque, el torrente que le ha formado, pierde sus aguas entre las grietas de las peñas antes de llegar á la extremidad del barranco. Todo aquel recinto , está cubierto de una espesa vegetación : desde que se entra en el valle del Tuy, se sor-prende uno del aspecto casi invernal del país es tal la sequedad del aire, que el higrómetro de Deluc se mantiene dia y noche de 36° á l^o". En otro tiempo se cultivaba el añil , en la Quebrada seca, pero como el suelo, cubierto de vegetales, no puede despedir tanto calor, como hay en el fondo del valle de Tuy, se ha substi-tuido á este cultivo, el del café; según se va en-trando en el barranco aumenta la humedad Gerca del hato, al extremo septentrional déla CAPÍTULO XV. 3ol Quebrada, hallamos un torrente que se preci-pita en los bancos inclinados del gneiss, en el cual trabajaban en hacer un aqüeducto que de-bía llevar el agua hasta la llanura : en aquel clima no prospera la agricultura sin riegos ar-tificiales. Un árbol de una altura extraordinaria fijó nuestra atención : hallábase colocado en la falda del monte encima de la casa del hato; y como al menor desprendimiento de tierras, hu-biese caido y arruinado el edificio á que daba sombra, lo hablan quemado cerca del pie, y derribado de modo , que cayendo sobre unas grandes higueras le impidiesen rodar hasta el barranco. Medimos el árbol caido, y aunque su cima habia sido consumida por las llamas, era todavía el tronco 1 54 pies de largo tenia 8 pies de diámetro hacia las raices, y 4 pies 2 pulgadas á la extremidad superior. Durante mi estancia en los valles del Tuy y de Aragua, casi todas las noches parecía la luz zo-diacal con un resplandor extraordinario. Yo la habia apercibido la primera vez bajo los trópi-cos, en Caracas, el i8 de enero, después de las siete de la tarde : la punta de la pirámide se 5o2 LIBRO V. hallaba á 53° de altura. La claridad desapareció enteramente á las nueve y 55 minutos , casi 3^' 5o' después de puesto el sol , sin que la sereni-dad del cielo disminuyese. A pesar de que la luz zodiacal era muy brillante en el valle del Tuy, yo la he visto mucho mas bella en los lomos de las Cordilleras de Méjico, á orillas del lago de Tez-cuco, á ii6o toesas sobre el nivel del mar. La via láctea parecía obscurecerse por el resplandor de la luz zodiacal, y cuando se acumulaban ha-cia el poniente algunas nubecitas azules y espar-cidas , se hubiera dicho que la luna iba á apare-cer por aquel lado. El 1 1 de febrero al salir el sol salimos de la plantación de Manterola. El camino sigue las amenas orillas del rio Tuy la mañana estaba fresca y húmeda y el aire embalsamado por la fragancia del Pancratium undulatum y de otros grandes liliáceos. Para ir á la Victoria se pasa por el lindo lugar del Mamón ó del Consejo, céle-bre en la provincia por una imagen milagrosa de la virgen. Poco antes de llegar á Mamón , nos detuvimos en una hacienda perteneciente á la familia de los Monteras : vimos una negra mas CAPÍTULO XV. 3o3 que centenaria sentada delante de una cabañita de juncos y tierra; se conocia su edad porque era esclava criolla , y parecia gozar de buena sa-lud. Un nieto suyo no dijo : « La tengo al sol, porque el calor la hace vivir. » Pareciónos este medio un poco violento , pues el sol abrasaba en rayos perpendiculares. Los pueblos de color tos-tado, los negros bien aclimatados y los Indios, llegan á una dichosa vejez en la zona tórrida. En otro lugar he citado la historia de un indí-geno del Perú, muerto á la edad de i43 años, después de haber estado casado 90 años. Don Francisco Montera y su hermano, joven eclesiástico muy ilustrado , nos acompañaron para conducirnos á su casa á la Victoria. Casi todas las familias con quienes hablamos tenido amistad en Caracas, los Ustariz, los Tovares, los Toros, se hallaban reunidas en los valles de Aragua : propietarios de las mas bellas planta-ciones , rivalizaban entre sí para hacernos agra-dable aquella mansión; antes de internarnos en las orillas del Orinoco, disfrutamos todavía de todas las ventajas de una civilización adelan-tada. 3o4 LIBRO V. A medida que nos acercábamos á la Victoria ^ encontrábamos el suelo mas liso y semejante al fondo de un lago desecado creiamos estar en el valle de Hasli en el cantón de Berne. La ex-tremidad oriental de este valle es árida é inculta, sin que se hayan aprovechado en ella los arroyos que descienden de las montañas vecinas pero á las inmediaciones de la ciudad, comienza un hermoso cultivo : digo de la ciudad, aunque en mi tiempo, la Victoria no fuese todavía conside-rada sino como un simple pueblo, á pesar de que tenia 7000 habitantes, hermosos edificios, uuíi iglesia adornada con columnas del orden dórico % y todos los recursos de la industria comercial. Habia mucho tiempo, que los heibi-tantes de la Victoria habian pedido á la corte de Es-paña el título de Villa y el derecho de elejir un ca-bildo y un ayuntamiento. El ministerio español se. opuso á esta solicitud, á pesar de que en tiempo de la expedición al Orinoco de Iturriaga y Solano, habia acordado á petición de los frailes • »íNo)PStaba todayia coDcluitla; habia cinco años que se trabajaba en el!a. capítulo XV. 5o 5 de San Francisco, el pomposo título de ciudad á algunos grupos de cabanas indias. Las inmediaciones de Victoria, ofrecen por su cuítivo un aspecto muy particular. La altura del suelo cultivado es de 270 á 5oo toesas sobre el nivel del mar, y sin embargo se encuentran cam-pos de trigo mezclados con las plantaciones de caña dulce, de café y de plátanos. Exceptuando el interior de la isla de Cuba, apenas se encuen-tran en la región equinoccial de las colonias espa-ñolas , los cereales de Europa cultivados en grande , en una región tan poco elevada. Es cosa extraña ver dichos cereales europeos cultivados desde el ecuador, hasta la Laponia á los 69° de latitud; en regiones cuyo calor medio, es de X 22° á — 2°; y donde quiera que la temperatura del estió es mayor de 9° á 10°. Se conoce el minimum de calor necesario para la maduración del trigo, la cebada y avena; mas se está tan se-guro en cuanto al máximum que pueden su-portar. La Victoria y el lugar vecino de San Mateo, producen 4000 quintales de trigo; siembran en el mes de diciembre , y se recoge la cosecha ix II. 20 3o6 LIBRO V. los setenta ó setenta y cinco dias después. Su grano es grueso, blanco, y abundante en gluten : su película es mas fina y menos dura que la del trigo de las alturas de Méjico. Una fanega de 4oo estadales dá cerca de la Victoria, 3ooo á 32oo libras de trigo; por consiguiente el producto de estas tierras y las de Buenos Aires, es dos veces mayor que el de los paises del norte. A veces se recoge diez y seis veces la semilla, cuando por término medio, y según las investigaciones de Lavoisier, no da la superficie de la Francia arri-ba de cinco á seis granos por uno ó looo á 1200 libras por fanega. A pesar de esta fecundidad del suelo , y de esta bondad del clima , es mas productiva la cultura de la caña de azúcar, que la de los cereales en el valle de Aragua. Pasan por Victoria dos caminos de comercio el de Valencia y Puerto Cabello, y el de Villa de Cura ó los llanos; por cuya ra:v)n se hallan proporcionalmente alli mas blancos que en Ca-racas. Al ponerse el sol visitamos el montecillo del calvario, cuya vista es muy hermosa y eslen-dida. Al oeste se descubren los amenos valles de Aragua, cubiertos de jardines, de campos culti- CAPÍTULO XV. 3o7 vados, bosquecillos salvages, haciendas y hatos. Hacia el sud v el sudeste , se ven extenderse hasta pérdida de vista , las montañas de la Palma, Guayraima, Tiara y Guiripa que ocultan las in-mensas llanuras de Calabozo. Continuamos lentamente nuestro camino por los lugares de San Mateo, Turmero y Maracay á la hacienda del Cura, hermosa plantación del conde de Tovar,á donde llegamos el 1 4 de febrero por la tarde. Nos detuvimos algunas horas en la Concesión en casa de una familia tan respectable. como ilustrada , los Ostariz. La casa que con-tiene una colección de libros elejidos, está co-locada en una eminencia; y rodeada de plan-taciones de café y de caña dulce. Un bosquecillo de bálsamo dá á aquel sitio frescura y fragancia. Vimos con el mayor gusto muchas casas disper-sas por el valle habitadas por horros : las leyes, las instituciones y las costumbres son mas favo-rables á la libertad de los negros en las colonias españolas que en ninguna otra nación europea. San Mateo, Turmero y Maracay son lugarcitos muy lindos en los cuales todo anuncia el bien estar; se creerla uno en la parte mas indus- 3o8 LIBRO V. triosa de la Cataluña. Cerca de San Mateo vi-mos los últimos campos de trigo y los últimos molinos de ruedas hidráulicas orizontales. Es-peraban una cosecha de veinte veces la semilla, y como si este producto no fuese sino muy mo-derado, me preguntaban si le rendia mayor el trigo en Prusia y en Polonia es un error bas-tante extendido bajo los trópicos el de mirar los cereales como plantas que degeneran apro-ximándose al ecuador y de creer que son las cosechas mas abundantes en el pais del norte. Después que los productos de la agricultura bajo las diferentes zonas , y las temperaturas convenientes á los cereales, han podido some-terse ^1 cálculo, se ha reconocido que pasados los 45° de latitud , no es tan grande la produc-ción del trigo como en las costas septentrionales del África , y en las alturas de la Nueva Granada, del Perú y de Méjico. Sin comparar las tempe-raturas medias del año entero, y solo sí las de la estación que comprende el cielo de la vegetación de los cereales , se hallan por tres meses de ve-rano , en el norte de Europa , 1 5° á 19°; en Egypt<> y í^erbería, 27 á 29; y bajo los trópicos CAPÍTULO XV. 3o9 entre i4oo y 5oo toesas de altura, i4° a 2 5" 5' del termómetro centígrado. Las bellas cosechas de Egypto y del reino de Argel , las del valle de Aragua y del interior de la isla de Cuba , prueban evidentemente que el aumento de calor no daña á la cosecha del trigo y de los otros granos nutritivos, si esla tempe-ratura elevada no está unida á una excesiva se-quedad ó humedad: á esta última circunstancia deben sin duda atribuirse las anomalías aparen-tes, que se observan á veces bajo los trópicos, en el limite inferior de los cereales. Al este de la Havana en el famoso distrito de las Cuatro Villas, este limite baja casi hasta el nivel del Océano, mientras que al oeste de la misma ciudad , en la falda de las montañas de Méjico, cerca de Jalapa á 677 toesas de altura, es todavía tal el lujo de la vegetación , que el trigo no forma espiga. Al principio de la conquista , se cultivaron con buen éxito los granos de Europa en varias regiones que hoy se creen demasiado cálidas ó húmedas para esta producción los españoles que se trasladaron á América , estaban menos acostumbrados á alimentarse con maiz, y lesera 3lO LIBRO Y. muy costoso dejar su habitud europea no se calculaba si el trigo daria menos utilidad que el café ó el algodón se probaban todas las semillas, y se preguntaba á la misma naturaleza , por que no se razonaba sobre falsas teorías. La provincia de Cartagena que está atrevesada por las mon-tañas de María y de Guamocó, producía trigo hasta el siglo XVI ^ En la provincia de Caracas es muy antigua esta producción en los terrenos montuosos de Tocuyo, Quibor y Barquesimeto, ia cual se ha conservado afortunadamente y solo las inmediaciones de Tocuyo exportan anual-mente cerca de 8000 quintales de harinas exce-lentes. Mas aunque la provincia de Caracas , en su vasta extensión , ofrece varios parages propios á la cultura del trigo , yo creo que en general este ramo de agricultura no será nunca muy importante. Los valles mas templados no tienen bastante anchura , y no siendo verdaderamente colinas , su elevación media , sobre la superficie del mar, no es bastante considerable para que I Don Ignacio de Pomho, Informe del real consulado de Car-tagena de Indias, 1810, p. 75. capítulo XV. 3l I los habitantes no tengan mayor interés en plan-tarlas de café que en sembrar granos. En el dia llegan las harinas á Caracas, de España ó de los Es-tados Unidos. En otras circunstancias mas favo-rables á la industria y á la tranquilidad pública , en que sea frecuentado el camino de Santa Fé de Bogotá al embarcadero de Pachaquiaro, los habitantes de Venezuela recibirán las harinas de la Nueva Granada , por los rios Meta y Orinoco. A cuatro leguas de distancia de San Mateo , se halla el lugar de Turmero. Se atraviesan con-tinuamente plantaciones de azúcar, añil, algodón y café. La regularidad que se observa en la cons-trucción de los pueblos, manifiesta que todos deben su origen á los frailes y á las misiones. Las calles están bien alineadas y paralelas, cruzán-dose en ángulo recto y la plaza mayor que for-ma un cuadrado al centro , contiene la iglesia : la de Turmero es un edificio magnífico, pero muy cargado de adornos de arquitectura. Desde que los curas han remplazado á los misioneros, las habitaciones de los blancos se han mezclado con las de los Indios y estas desaparecen poco á poco, como una raza separada, es decir, que 5l2 LIBRO V. se les representa en estado general de la pobla-ción , por mestizos y zambos , cuyo número au-menta cada dia. Sin embargo todavía he hallado 4000 indios tributarios en los valles de Aragua los mas numerosos son los de Turmero y de Guacara son pequeños , pero menos rechon-chos que los Chaimas , sus ojos anuncian mas viveza é inteligencia lo que procede acaso menos de una diferencia de raza , que de una civiliza-ción mas adelantada. Trabajan á jornal como los hombres libres; son activos y laboriosos el corto rato que dan al trabajo pero lo que ganan en dos meses, suelen gastarlo en una semana , com-prando licores fuertes en las pequeñas hosterias cuyo número , por desgracia, se aumenta de dia en dia. En Turmero vimos una reunión de la milicia del pais solo su aspecto anunciaba que hacia siglos no habia sido interrumpida la paz en aquellos valles. El capitán general creyendo dar un nuevo impulso al servicio militar, habia dis-puesto grandes ejercicios; el batallón de Tur-mero en una batalla figurada habia hecho fuego contra el de la Victoria : nuestro huésped , te- CAPITULO XV. 3l3 nientede la milicia, no se hartaba de pintarnos el peligro de esta evolución. « Me he visto, de- » cia , rodeado de fusiles que á cada momento • podian quebrarse; me han tenido cuatro ho- » ras al sol , sin permitir siquiera que mis escla- » vos tuviesen un paraguas sobre mi cabeza. » ¡Cuan rápidamente los pueblos mas pacíficos toman las costumbres de la guerra ! Yo me son-reía entonces de una timidez que se manifestaba con tal candor; y doce años después aquellos mismos valles de Aragua, aquellas llanuras apa-cibles de la Victoria y de Turmero, el desfiladero de Cabrera y las fértiles orillas del lago de Va-lencia , han venido á ser el teatro de los combates mas sangrientos y encarnizados , entre los indí-genos, y los soldados de la metrópoli. Al sud de Turmero sale hacia la llanura un brazo de montaña calcárea, y separa dos hermo-sas plantaciones de azúcar, llamadas la Paja y la Guayavita la primera pertenece á la familia del conde de Tovar, que tiene posesiones en to-dos los cantones de la provincia. Cerca de la Guayavita se ha descubierto la mina de hierro pardo. Al norte de Turmero, en la cordillera de 3l4 LIBRO V. la costa, se eleva el Chuao, montecillo granítico, desde cuya cima se ve á un tiempo mismo el el mar y el lago de Valencia. Pasando dicha loma peñascosa, que se prolonga á pérdida de vista hacia el oeste, se llega por senderos bastante di-fíciles, á las ricas plantaciones de cacao que con-tiene el litoral en Choroni, Ocumare y Turiamo, igualmente nombrados por la fertilidad de su suelo, que por la insalubridad de su clima. Cada punto del valle de Aragua como Turmero, Ma-racay, Cura , Guacara , tienen sus caminos de montes que vienen á uno de los pequeños puer-tos de la costa. Saliendo de Turmero, se descubre á una le-gua de distancia , un objeto que se presenta al orizonte como un terrero redondo, como un tumulus cubierto de vegetación. Wo es una co-lina , ni un grupo de árboles , sino un solo árbol, el famoso zamang del Guayre, conocido en toda la provincia por la enorme extensión de sus ramas, que forman una copa hemisférica de 676 pies de circunferencia. Es el zamang una bella especie de mismosa , cuyas ramas tor-tuosas forman su separación en dos brazos á capítulo XV. fl5i5 modo de horcas; sus hojas delgadas y finas se desunían agradablemente sobre el azul del cie-lo : largo rato nos detuvimos bajo esta bóveda vegetal. Los habitantes de aquellos valles , sobre todo los indios, tienen en veneración al zamang del Guayre^ el cual ya fué hallado por los primeros conquistadores, poco mas ó menos, en el mismo estado que hoy le vemos; en mucho tiempo que ha se le observa atentamente , no se le ha visto cambiar de forma ni de grueso. Debe ser por lo menos de la edad del Drago de la Orotava. INo deja de haber alguna magestad en el aspecto de estos árboles antiguos, y por esta misma razón, se castiga severamente la violación de estos mo-numentos de la naturaleza en paises donde se carece de los del arte. Supimos con satisfacción que el proprietario actual del zamang, habia puesto un pleito á un arrendador que habia te-nido la osadía de cortar una rama y que vista la causa ante el tribunal se condenó al arren-dador. La cultura y la población de las llanuras , au-menta á medida de la proximidad de Cura y 3lQ LIBRO V. Guacara en la orilla septentrional del lago. En los valles de Aragua se cuentan mas de 62,000 habitantes en una extensión de terreno de i3 leguas de largo y 2 de ancho formando una población de 2000 almas por legua cuadrada, que casi iguala á la de los países mas poblados de la Francia. El lugar de Maracay era en otro tiempo el centro de las plantaciones de añil , cuando mas prosperaba este ramo de industria co-lonial. En 1795 , se contaban setenta mercaderes de tienda abierta en una población de seis mil almas las casas son todas de cal y cauto , te-niendo en cada patio varios cocoteros cuyas ra-mas sobresalen por encima de los edificios. El aspecto de prosperidad general está todavía mas manifiesto en Maracay que en Turmero. El añil de aquel pais ha sido siempre reputado en el comercio, como igual y aun superior al de Goatemala; su cultivo desde 1772 , ha se-guido al del cacao, y precedido al de café y al-godón. La predilección de los colonos se ha fijado sucesivamente sobre estas cuatro producciones, mas solo el cacao y el café han permanecido como objetos importantes en el comercio con la Europa. CAPITULO XV. 017 La fabricación del añil en los tiempos prós-peros , ha igualado casi á la que se hace en Mé-jico I y ha llegado en Venezuela hasta 4o, 000 arrobas ó un millón de libras , cuyo valor exce-día á 1,25o, 000 pesos fuertes. Para formarse una idea de la riqueza de la agricultura en las colonias españolas , es necesario prevenir que el añil de Caracas, cuyo producto en 1794, pasó de 24,000,000 de reales, es la cosecha levan-tada en 4 ó 5 leguas cuadradas. En los años de i 789 á 1795, venian cuatro ó cinco mil hom-bres libres á los valles de Aragua, para ocuparse en el cultivo y fabricación del añil, y trabajaban á jornal durante dos meses. El añil empobrece el suelo en que se cultiva durante muchos años consecutivos, mas que ninguna otra planta se consideran ya como exhaustos los terrenos de Maracay, Tapatapa y Turmero, y el producto del añil ha ido siempre disminuyendo. Las guerras marítimas han pa-ralizado el comercio , y los precios han ba- ' Goatemala pone en el comercio de 1,200,000 á i,5oo,ooo. de añil. 3l8 LIBRO V. jado por la frecuente importación del añil de Asia. La compañia de Indias vende actual-mente ^ en Londres, mas de 5,5oo,ooo libras de añil mientras que en 1786, no sacaba de sus vastas posesiones pasado de 260,000 libras. A medida que en los valles de Aragua ha dismi-nuido el cultivo del añil, ha aumentado en la provincia de Varinas , y en las llanuras abrasadas de Cuenta á orillas del rio Tachira, donde las tierras vírgenes dan un producto abundante y de un color el mas hermoso. Llegamos á Maracay muy tarde : las personas á quienes estábamos recomendados estaban au-sentes mas apenas los habitantes advirtieron nuestra zozobra , que todos á porfía nos ofrecie-ron alojarnos, colocar nuestros instrumentos y cuidar nuestros muías. Se ha dicho mil veces que las colonias españolas son el pais de la hos-pitalidad , mas el viagero halla cada dia nuevo motivo de repetirle; y todavía lo son igualmente, á pesar de que la industria y el comercio han ex-tendido las conveniencias y la civilización entre í Es decir, en 1810. CAPÍTULO XV. 3iq los colonos. Una familia de Canarios nos recibió con la mas amable cordialidad , se nos dispuso una cena excelente, y se evitaba con cuidado todo lo que podia embarazar nuestra libertad. El dueño de la casa estabia de viage con nego-cios de comercio , y su muger, joven que hacia poco tiempo tenia la felicidad de ser madre, se entregó á la mayor alegría cuando supo que á nuestro regreso del Rio Negro, pasaríamos por las orillas del Orinoco por Angostura, donde se hallaba su marido á quien debíamos hacer sa-ber el nacimiento de su hijo. En aquellos países, se considera á los huespedes viageros como los medios mas seguros de comunicación; y aunque hay correos, hacen estos tales rodeos que rara vez se les confian las cartas para los llanos ó sá-banas del interior. Se nos hizo ver el niño al punto de partir, pues aunque le habíamos visto dormir la noche anterior era necesario verle des-pierto. Prometimos pintarlo á su padre facción por facción; pero la vista de nuestros instrumen-tos y libros hacia desconfiar á la joven madre, y decía t que en un viage tan largo, y en medio de tantos cuidados de otro género , podriamos bien 3:20 LIBRO V. olvidar el color de los ojos de su niño. » Expre-sión inocente de una confianza , que caracteriza la primera edad de la civilización! En el camino de Maracay á la Hacienda de Cura, se ve de cuando en cuando el lago de Va-lencia. La cadena granítica del litoral envia ha-cia el sud un brazo en la llanura, que es el pro-montorio de Portachuelo por el cual estarla casi cerrado el valle, si un pequeño desfiladero no le separase del peñasco de la Cabrera. Este punto ha sido célebre en los últimas guerras revolucio-narias de Caracas : todos los partidos se lo dis-putaban por ser el que abre camino entre Valen-cia y los llanos. La Cabrera forma hoy una pe-nínsula; hace 6o años que era una isla peñas-cosa en el lago cuyas aguas disminuyen progresi-vamente. Pasamos siete dias muy agradables en la Hacienda de Cura, en una casita rodeada de bosques, pues la casa situóla en la plan-tación de azúcar, estaba infestada de bubas^, enfermedad en la piel, muy común entre los esclavos en estos valles. Vivíamos al modo de las gentes acomodadas del país , tomando dos baños al dia , durmiendo CAPÍTULO XV. 33 1 tres veces y haciendo cuatro comidas en las veinte y cuatro horas. La temperatura del agua del lago es bastante caliente, de 2Í\. á 2 5. grados; pero hay otro baño muy fresco y delicioso, á la sombra de los Ceibas y de los grandes Zamangs, en el torrente de la Toma, que viene de las mon-tañas graníticas del Hincón del Diablo. En el mo-mento de entrar en aquel baño, no se debe temer á las picadas de los mosquitos pero sí á las de los ^elitos que cubren la cascara del Dolichos pruritus, y que diseminados en la admósfera son llevados por el viento. Cuando aquellos pclitos, que con razón se les caracteriza con el nombre de Picapica, se agarran al cuerpo, excitan una co-mezón extremamente incomoda. Se siente uno picado sin apercibir la causa del mal. Cerca de Cura, hallamos todos los habitantes ocupados en romper el terreno cubierto de Mi-mosas, Hercvdiaiar Coccololoba excoriata, para dar mayor extensión al cultivo del algodón cuya producción, que en parte ha remplazado á la del añil, ha probado tan bien en los últimos años, que el algodonero se ha quedado silvestre en las orillas del lago de Valencia y nosotros he- II. 31 .)2 2 11 RUÓ V. mos hallado arbustos de 8 y lo pies de altura, entrelazados con la Bignonia y con otras enre-daderas Uñosas. Sin embargo , todavía no es muy importante la exportación del algodón de Caracas : en la Guaira apenas ha sido un año con otro de tres á cuatrocientas mil libras pero en todos los puertos de la capitanía general se ha aumentado á mas de 22,000 quintales , con motivo de las hermosas plantaciones de Cariaco, Nueva Barcelona y Maracaibo. Es casi la mitad del producto de todo el Archipiélago de las An-tillas. El algodón de los valles de Aragua es de bella calidad y solo inferior al del Brasil, pues que se le prefiere á los de Cartagena, Santo Domingo y de las pequeñas Antillas. Los cultivos del algo-don se extienden por un lado, desde el lago de Maracay hasta Valencia , y por el otro desde Guaica á Guigue : las plantac^lbes grandes dan hasta 60 á 70,000 libras anuales. Cuando se ob-serva que en los Estados Unidos , por consi-guiente fuera de los Trópicos , y en un clima inconstante y á veces contrario á la cultura, se ha elevado la exportación del algodón indi- CAPÍTULO XV. 323 geno en 18 años desde 1797 hasta i8i5, de 1,200,000 libras hasta 83 millones, parece im-posible formarse una idea del desarrollo que va á tomar este ramo de comercio, cuando la in-dustria nacional se halle libre de las trabas que la oprimen en las provincias reunidas de Vene-zuela, Nueva Granada, Méjico y en las orillas del rio de la Plata : en la actualidad, las costas de la Guayana holandesa, el golfo de Cariaco, los valles de Aragua y las provincias de Maracaibo y Car-tagena son los países que mas algodón producen en la América meridional , después del Brasil. Durante nuestra mansión en Cura, hicimos varias excursiones á las islas de rocas, que hay en medio del lago de Valencia , á las fuentes ca-lientes de Mariara , y á la alta montaña granítica llamada el Cucurucho de Coco. Un estrecho y pe-ligroso sendero conduce al puerto de Turiamo y á los famosos cacahuales de la costa : en todas estas expediciones admiramos mucho, no solo los progresos de la cultura, sino también del acrecentamiento de una populación libre, labo-riosa , acostumbrada al trabajo , y demasiado pobre para contar con la asistencia de los escia- 524 LIBRO V. VOS. Por todas partes se han formado estableci-mientos separados, por arrendadores y propie-tarios blancos y mulatos. Nuestro huésped, cuyo padre disfrutaba 4o,ooo pesos de renta , poseia mas tierras de las que podía cultivar, y las dis-tribuía entre las familias pobres del valle de Ara-gua que querían dedicarse al cultivo del algo-don. Procuraba poblar aquellas grandes planta-ciones, de hombres libres que trabajando unas veces en sus casas , otras en las plantaciones ve-cinas , según les convenia , le proporcionaban jornaleros en el tiempo de las recolecciones. El conde de Tovar noblemente ocupado en los medios de destruir progresivamente la esclavitud de los negros en aquellos cantones, se lisongeaba con la esperanza de hacer menos necesarios los esclavos á los propríetarios , y de ofrecer á los libertos la falicídad de ser arrendadores. Al par-tir para Europa había dividido y arrendado en porciones, una parte de las tierras de Cura que se extienden al oeste al pie del peñasco de las Viruelas. Cuatro años después á su regreso á América, halló en el mismo sitio hermosos plan-tíos de algodón y un lugarcito de 3o á 4o casas, CAPÍTULO XV. 3a 5 llamado Punta Zamuro , el que hemos visitado varias veces en su compañía. Los habitantes de este lugarcillo son casi todos mulatos , zambos y negros libres. Este ejemplo de división de ter-reno ha sido seguido con muy buen éxito por otros proprietarios fuertes. El arriendo es de diez pesos por fanega de tierra, que se paga en di-nero, ó en algodón. Como los arrendadores sue-len hallarse escasos de fondos , dan el algodón á un precio muy módico á veces lo venden aun antes de la cosecha, y estos adelantos hechos por vecinos ricos, obligan al deudor á que ofrezca con frecuencia sus servicios como jornalero. El precio de los jornales es menos caro que en Fran-cia en el valle de Aragua y en los Llanos , se paga á un hombre libre que trabaja de peón , con cuatro ó cinco pesos al mes, y la comida que es muy poco costosa á causa de la abundan-cia de las carnes y legumbres. Me complazco en dar estos pormenores sobre la agricultura colo-nial , porque con ellos se prueba á los habitantes de la Europa , que ya ha mucho tiempo no se duda por las personas ilustradas de las colonias, 326 LIBRO V. que el continente de la América española puede producir azúcar, algodón y añil por manos libres, y que los desventurado^ esclavos pueden hacerse arrendadores, ciudadanos y proprietarios. "capítulo XVI. Lago de Tacarigua. — Manantiales calientes de Mariaia. — Ciudad de Nueva Valencia del Rey Bajada hacia las costas de Porto Cabello. Los valles de Aragua cuyas ricas producciones y admirable fecundidad acabamos de describir, forman un recinto, circundado de montañas gra-níticas y calcáreas de diferentes alturas. Al norte la Sierra Mariara les separa de las costas del Océano hacia el sud , la cadena del Guacimo y del Yusma les sirve de baluarte contra los vien-tos abrasados de los llanos y varios grupos de colinas bastante elevadas para determinar el curso de las aguas cierran el circuito por el este y el oeste, como diques transversales. Se ven colinas de esta especie entre el Tuy y la Victoria , así como en el camino de Valencia á Nirgua y en las montañas del Torito. Por consecuencia de la extraordinaria configuración del suelo, los ria-chuelos de los valles de Aragua forman un sis-tema particular, dirijen sus corrientes hacia una 028 LIBRO V. hondura cerrada por todas partes; y no pudiendo sus aguas llegar al Océano , se reúnen en un lago interior, donde sometidas á la poderosa in-fluencia de la evaporación, se pierden, por de-cirlo así , en la admósfera. De la existencia de aquellos rios depende la fertilidad del terreno, y el producto de la cul-tura de estos valles. El aspecto del lago y la experiencia de medio siglo, han probado que no es constante el nivel de las aguas y que falta ya el equilibrio entre el producto de la evaporación y el de los afluentes. Como el lago está looo pies mas elevado que las llanuras vecinas de Cala-bozo y de 1 ,332 pies sobre el mar, se ha creido que existen algunas comunicaciones ó filtracio-nes subterráneas. La aparición de nuevas islas y la retirada progresiva de las aguas, han hecho creer que el lago podria secarse enteramente y la misma reunión de circunstancias físicas tan notables ha debido fijar nuestra atención sobre aquellos valles, donde la hermosura silvestre de la naturaleza está adornada por las artes y la in-dustria agrícola de una civilización naciente. El lago de Valencia que los ludios llaman Ta- capítulo XVI. 339 carigua , excede en extensión al lago de Neuchá-tel en Suiza, pero su forma general se parece mas á la del lago de Genova , cuya altura sobre el mar es casi la misma. En las orillas del lago de Valencia se observa un raro contraste; las del sud están desnudas y casi inhabitadas, bajo un aspecto sombrío y monótono , que las da una cortina de altas montañas. Las orillas septentrio-nales son por el contrario fértiles , pintorescas y con muchas y ricas plantacipnes de azúcar, café y algodón. Los caminos bordados de cestrum de Azedarac y otras zarzas siempre floridas, cruzan las llanuras y reúnen las haciendas esparcidas, cuyas casas están rodeadas de un grupo de ár-boles. Estos hermosos puntos de vista , estos con-trastes entre las dos orillas del lago de Valencia, me han recordado muchas veces las riberas del pais de Vaud , donde el terreno cidtivado y fe-cundo por todas parles, ofrece al labrador, al viñero, y al pastor, los frutos de sus llanuras, mientras que la costa opuesta del Chablais no es sino un pais montañoso y casi desierto. Mas no son solas las bellezas pintorescas las que han dado celebridad al lago de Valencia OOO LIBRO V. aquel recinto ofrece también muchos fenómenos, cuya explicación es interesante á la física gene-ral y al bien de los habitantes. ¿Cuales pueden ser las causas de la disminución de las aguas del lago? ¿Es mas rápida en el dia esta disminución, de lo que ha sido en los siglos pasados? ¿Pode-mos esperar que se restablezca el equilibrio en-tre los afluentes y las pérdidas, ó es de temer que el lago desaparezca enteramente? Según las observaciones astronómicas , hechas en la Victoria , hacienda de Gura , Nueva Valen-cia, y Guigue, resulta ser la largura del lago, en su estado actual, desde Cagua á Guayos, de lo leguas ó 28,800 toesas: su anchura es desigual. Para formar una idea exacta de la disminución progresiva de las aguas, parece bastaria compa-rar la extensión actual del lago á la que le atri-buyen los antiguos croniquistas, como por ejem-plo Oviedo en su Historia de la provincia de Ve-nezuela , publicada el año 1725. Este escritor en su estilo enfático y pomposo , dá 1 4 leguas de largo, sobre seis de ancho á este mar interior, á este monstruoso cuerpo de la laguna de Valencia. Nos cuenta que á corta distancia de la orilla, ya CAPÍTULO XVI. 53 1 la sonda no halla fondo , y la superficie de las aguas, agitadas continuamente por los vientos, está cubierta de islas flotantes. No se puede dar ninguna importancia á unas evaluaciones , que sobre no estar fundadas sobre medida alguna, están indicadas por leguas que en las colonias se cuentan á 3,ooo varas, á 5,ooo, y á 6,65o. Lo que debe fijar nuestra atención, en la obra de este autor que debe haber recorrido varias veces los valles de Aragua , es la aserción de que la ciudad de Nueva Valencia del Rey fué cons-truida en i555 á media legua de distancia del lago , y que la razón entre la longitud y la lati-tud del mismo lago era como de 7 : 3. £n el dia está la ciudad de Valencia separada de las orillas por un terreno liso de mas de 2,700 pies, que Oviedo hubiera sin duda estimado en legua y media , y las dimensiones citadas del lago, en la razón de 1 o : 2 , 3, ó de 7 : i , 6. La vista del suelo entre Valencia y Guigue, los montecillos que se elevan en medio de la llanura al este del caño de Cambury, y de los cuales al-gunos, como el islote y la isla de la Negra ó Cara-tapona, han conservado el nombre de islas, 5^2 LIBRO V. prueban bastante que las aguas se han retirado mucho desde el tiempo de Oviedo. En cuanto al cambio en la figura general del lago , me pa-rece poco probable que en el siglo diez y siete haya sido su anchura casi la mitad de su largura. Los valles de Aragua son los paises de población mas antiguos de la provincia de Venezuela y sin embargo , ni Oviedo ni ningún otro historiador anticuario, hablan de una disminución sensible en lago. ¿Es de suponer que este fenómeno haya escapado á su atención , en una época en que la población india excedía todavía mucho á la de los blancos , y en que estaban menos habitadas las orillas del lago? De medio siglo á esta parte y especialmente en los últimos treinta años ha chocado y aun sorprendido á todos el desagüe natural de aquella grande balsa. Varios terrenos cubiertos en otro tiempo por las aguas , están ya en seco , cultivados en bananos y en caña dulce ó en algodón : de quiera que se construye una cabana en el borde del lago, se advierte que las aguas huyen, por decirlo asi de las orillas. Los habitantes poco instruidos sobre los efec-tos de la evaporación, se han imaginado que el CAPÍTULO XVI. 333 lago tiene un desagüe subterráneo, por el cual sale una cantidad de agua igual á la que entra por los rios. Los unos dicen que estas salidas vienen á comunicarse con grutas que suponen varias profundidades otros admiten que el agua por un canal oblicuo viene á caer en el Océano. Por una parte, las mutaciones que la destruc-ción de los bosques , el desmonte de las tierras y el cultivo del añil , han producido en los afluentes , de cincuenta años á esta parte por otra, la evaporación del sol y la sequedad de la admósfera , ofrecen motivos muy poderosos, que dan razón de la disminución succesiva del lago de Valencia. Cuando los hombres destruyen los ár-boles que cubren las cimas y las faldas de las montañas, bajo cualquier clima que sea, pre-paran á un tiempo dos calamidades á las gene-raciones futuras la falta de combustible y la se-quía. Cuando se aniquilan los bosques con una imprudente precipitación , como lo han hecho los colonos europeos por toda la América , los manantiales se secan repentinamente , ó al me-nos se hacen menos abundantes. Los álveos de los 534 LIBRO V. rios permanecen en seco una gran parte del año, y se convierten en torrentes cada vez que caen lluvias copiosas en las alturas. De aquí resulta que la destrucción de los bos-ques, la falta de aguas permanentes y la exis-tencia de los torrentes, son tres fenómenos es-trechamente ligados entre sí; se presentan prue-bas evidentes de la exactitud de esta aserción , en países que están situados en hemisferios opues-tos, como la Lombardía limitada por los Alpes, y el bajo Perú entre el Océano pacífico y la cor-dillera de los Andes. Con la destrucción de los árboles y con el cul-tivo del azúcar, del añil y del algodón, los ma-nantiales y los afluentes del lago de Valencia, han ido disminuyendo de año en año. Es difícil formarse una idea del excesivo producto de la evaporación en la zona tórrida , en un valle ro-deado de montañas de faldas rápidas , en el cual se experimentan por las tardes, los aires descen-dientes y las brisas, y cuyo fondo está liso y como nivelado por las aguas. Ya hemos indicado en otro lugar, que el calor que reina todo el año en Gura , Guacara , Nueva Valencia . y las CAPÍTULO XVT. 335 orillas del lago , es semejante al que se experi-menta en lo fuerte del verano en Ñapóles y en Sicilia. La temperatura media anual del aire , en los valles de Aragua , es poco mas ó menos de 2 5°, 5 : las observaciones higrométricas me dan, en el mes de febrero , tomando la media del dia y de la noche, 71°, 4? ^^^1 higrómctro de pelo. En este aire tan caliente, y sin embargo tan poco húmedo, es muy considerable la cantidad de agua evaporada. Como el terreno que rodea al lago de Valen-cia , es sumamente plano y liso, resulta que , así como lo he observado en los lagos de Méjico , la disminución de algunas pulgadas en el nivel de las aguas , deja en seco un vasto trecho del suelo , cubierto de limo fértil y de despojos or-gánicos. A medida que el lago se retira, los colo-nos adelantan hacia el nuevo borde: estos desa-gües naturales tan importantes para la agricul-tura colonial , han sido muy considerables sobre todo en los diez años últimos, en que la América entera ha sufrido grandes sequías. Yo he acon-sejado á algunos proprietarios , que en vez de ^ marcarlas sinuosidades del lago, colocasen den- 336 LIBRO V. tro del agua algunas columnas de granito , para poder observar de año en año la altura media de las aguas*, el marques de Toro quedó en ejecu-tar este proyecto estableciendo Ihnnomeíros sobre un fondo de roca de gneiss, y empleando para ellos el hermoso granito de la Sierra de Mariara. En tanto que los cultivadores de los valles de Aragua temen, los unos la desaparición total del lago, y los otros su regreso hacia las orillas, se agita seriamente en Caracas la cuestión , de sí seria conveniente para dar mayor extensión á la agricultura , conducir las aguas del lago á los Llanos , abriendo un canal de desagüe hacia el rio Pao. No podria negarse la posibilidad de esta empresa, sobre todo suponiendo el empleo de galenas ó canales subterráneos. A la retirada progresiva de las aguas se deben las hermosas y ricas campiñas de Maracay, Cura, Mocundo, Guigue y Santa Cruz del Escoval , plantadas de tabaco, caña dulce, café, añil y cacao; ¿pero quien podrá dudar que el lago solamente, es el que derrama la fertilidad en aquel cantón ? Sin la enorme masa de vapores que diariamente se vierten en la admósfera , los valles de Aragua se- CAPÍTULO XVf. 537 rían tan secos y áriados como las montañas que los circundan. La profundidad media del lago , es de 1 2 á 1 5 brazas : los sitios mas profundos no tienen mas de 35 á 40 brazas, según el resultado de las son-das echadas con el mayor cuidado por Don Antonio Manzano. Cuando se considera la grande profundidad de los lagos de la Suiza , que á pe-sar de su posición en valles elevados descienden á las veces hasta el nivel del Mediterráneo , se extraña mucho no encontrar grandes concavi-dades en el lago de Valencia , que es también un lago alpino. La temperatura en la superficie de sus aguas era , durante mi mansión en los valles de Chagua, en el mes de febrero, de 23" á 23° 7', y constantemente : estaba por consiguiente , un poco mas baja que la temperatura media del aire , fuese porque una masa de agua tan consi-derable no puede seguir con igual rapidez las mutaciones de la admósfera , ó porque el lago recibe arroyos frios de las montañas inmediatas. El lago de Valencia está lleno de islas , que her-mosean el punto de vista por la forma pinto-resca de sus rocas y de la vegetación que las II. aa 338 LIBRO V. cubre; esta es una ventaja que no tienen los de los Alpes. Hay hasta quince islas, sin contar las dos del Morro y la Cabrera , por estar ya unidas á las orillas en parte están cultivadas y son muy fértiles , á causa de los vapores que despide el lago. La del Burro que es la mayor, tiene dos millas de largo , y está habitada por algunas fa-milias de mestizos que cuidan sus cabras. Aquel-los hombres visitan pocas veces las riberas de Mocando el lago les parece de una extensión inmensa , y se contentan con sus bananos, leche, yuca y un poco de pescado. Una cabana he-cha de cañas , algunas hamacas tejidas del al-godón que producen los campos vecinos , una piedra ancha en que hacen fuego y el fruto li-noso del Tutuma , para tomar agua , son todos sus enseres. Un viejo mestizo que nos ofreció leche de sus cabras, tenia una hija de una hermosa figura : supimos por nuestro guia que la soledad habia hecho ú este hombre tan desconfiado como lo hubiera podido hacer la sociedad. La víspera de nuestra llegada hablan visitado la isla algunos cazadores, y habiéndoles sorprendido la noche, CAPÍTULO xvr. 539 prefirieron dormir al raso á volverse á Mocmido. Esta noticia puso en alarma toda la isla el pa-dre obligó á la joven muchacha, á que se subiese á un zamang ó Acacia muy elevado, que se halla en la llanura á alguna distancia de la cabana , y hechándose él al pié, no dejó bajar á su hija hasta que los cazadores hubieron partido. No siempre han hallado los viageros esta temerosa precaución , ni esta austeridad de costumbres , entre los insulares. El lago produce , con bastante abundancia tres especies de pescado de una carne blanda y poco agradable al gusto , y son la Guavina , el vagre y la sardina. Los dos últimos bajan al lago por los arroyos. La Guavina que he diseñado allí mismo , tiene 20 pulgadas de largo sobre 3, 5 de ancho; tiene grandes escamas plateadas, bordadas de verde. Este pescado sumamente vo-raz , ha destruido todas las demás especies los pescadores nos han afirmado, que un pequeño cocodrilo llamado Bava^ que varias veces se nos acercaba al bañarnos, contribuye también á la destrucción del pescado. No hemos podido pro-curarnos este reptil para examinarlo de cerca 54o LIBRO V. parece no pasa de tres á cuatro pies de largo; se dice que es muy inocente, mas sus habitudes y su forma se parecen mucho á las del Cayman ó Crocodilus acutus. Nada de una manera que no deja ver sino la punta del hocico, y la extre-midad de la cola; y en el medio del dia se sale á las playas áridas. Ciertamente no es un Mo-nitor, pues que los verdaderos Monitores solo se hallan en el antiguo continente, ni la Salvaguar-dia de Seba, Lacerta Teguíxin, que se sumerge y no nada. Otros viageros decidirán esta cues-tión; nosotros nos contentamos con añadir, que es bastante notable que el lago de Valencia y todo el sistema de sus afluentes, no producen Caymanes grandes, á pesar de que este animal peligroso, abunda á pocas leguas de allí, en las aguas que desembocan en el Apure, en el Ori-noco , ó directamente en el mar de las Antillas , entre Puerto Cabello y la Guayra. La isla de Chamberg es notable por su altura es un peñasco con dos cimas, elevado de 200 pies sobre la superficie de las aguas , y cuyas cuestas son áridas , mas la vista sobre el lago y los ricos cultivos de los valles vecinos , son admirables, capítulo xvr. 34 i tspticialmeiitc cuando al ponerse el sol , so ven miles de aves acuáíUes, como flamencos y palos salvíiges , que atraviesan el lago para irse á dor-mir á las islas. Al mismo tiempo, los habitantes, según llevamos indicado, queman los pastos en aquella larga banda de montañas que rodea el horizonte. Las grámineas abundan en ellas, y aquellos vastos incendios , que á veces ocupan mil toesas de largo , se presentan como corrien-tes de lavas que bajan de las alturas. En una de las noches apacibles de los trópicos , cuando descansa uno á la orilla del lago , para respirar la frescura del ambiente, es muy curioso contem-plar en las ondas , la imagen de los fuegos rojos que inflaman el horizonte. Las inmediaciones del lago no son mal sanas, sino en la época de las grandes sequías, cuando las aguas, al retirarse, dejan un terreno cena-goso expuesto á los ardores del sol. Las orillas pobladas de Coceoloba barbadensis, son semejan-tes en el aspecto de las plantas acuátiles , á las de nuestros lagos de Europa. Se ven espigas de agua ( Potamogetón ) , chara y máselas de tres pies de altas, que apenas se distinguen del Tifa 34¿! LIBRO V. anguslifolia de nuestros pantanos : solo por me-dio de un examen muy escru])uloso, se viene á conocer cada una de estas plantas, como espe-cies diferentes , propias al nuevo continente. . ¡Cuantos vegetales del estrecho de Magallanes, de Chile y de las Cordilleras, de Quito, han sido confundidos en otro tiempo, á causa de su ana-logía de forma y de su fisonomía, con los vege-tales de la zona templada boreal! Entre los afluentes del lago de Valencia, hay algunos que deben su origen á fuentes termales, y que merecen una particular atención. Estas fuentes brotan en tres puntos de la cordillera granítica de la costa, y son : cerca de Onoto, entre Turmero y Maracay cerca de Mariara , al nordeste de la hacienda de cura y cerca de las trincheras en el camino de Nueva Valencia á Puerto Cabello. Yo no he podido examinar sino las de Mariara y las de las trincheras, en cuanto á sus ^relaciones físicas y geológicas. Remontando bácia el origen del pequeño rio de Cura , se Ten las mionatañas de Mariara adelantarse en la 11a- »ura en forma de tm vasto amphiteatro , com- CAPÍTULO XVI. 545 puesto de peñascos cortados verticalmente , y cuya parte central , tiene el nombre de rincón del diablo. Los montes que se unen al rincón del diablo por la parte del este , son mucho me-nos altos, y contienen gneiss y micaesquita gra-natífero. En estos montes menos elevados , á dos ó tres millas al nordeste de Mariara , se halla la Que-brada de aguas calientes. Este barranco tiene va-rios pozitos, de los cuales los dos superiores, que no se comunican entre si, no tienen mas de ocho pulgadas, y los tres inferiores, dos ó tres pies de diámetro : su profundidad varia de tres á quince })ulgadas. La temperatura de estos po-zos es de 56" á 59" centesimales, y lo que es muy particular es , que los pozos inferiores son mas calientes que los superiores , aunque la diferen-cia del nivel no es mayor de 7 á 8 pulgadas. Las aguas calientes se reúnen formando un arroyo, Hio de aguas calientes que treinta pies mas abajo, solo tiene 48° de temperatura. En los tiempos de grandes sequías que fué cuando nosotros visitamos el barranco , toda la 344 unp.o V. nias^i de las aguas termales Jio fornm sino iiii perfil de 26 pulgadas cuadradas; mas este au-menta considerablemente en la estación de las lluvias. El arroyo entonces se convierte en un torrente y disminuye de calor , pues parece que las fuentes calientes no están sujetas á variacio-nes muy sensibles. Todas estas fuentes están dé-bilmente cargadas de gaz hidrogeno sulfurado : el olor de este gaz , semejante al de huevos po-dridos, no se percibe sino aproximándose mu-cho á los manantiales. Solo en uno de los pozos llega la temperatura á 56% 2 , en el cual se ma-nifiesta la salida de globulillos de aire, por in-tervalos muy regulares de dos á tres minutos y observé que aquellos sallan constantemente de los mismos puntos, que eran cuatro, y que re-moviendo con un palo el fondo del pozo, no se cambiaban apenas los puntos de donde salla el gaz. Estos corresponden sin duda á otras tantas aberturas en el gneiss; asi es que cuando los glo-bulillos de gaz parecían en una, inmediatamente seguían las otras. Los pocltos están cubiertos de una película K- CAPÍTULO XVI. 545 í;era de azufre, que sedesposita por la lenta com-bustión del hidrógeno sulfurad o, en su contacto con el oxígeno de la admósfera : algunas yerbas inmediatas , están también cubiertas de azufre. En el barranco de las aguas calientes, de Mariaza, entre los pequeños pozos cuya temperatura se ele-va de 56" á 59", vegetan dos especies de plantas acuátiles; la una membranosa y que contiene ampoUitas de aire, y la otra de fibras paralelas. La primera se asemeja mucho á la Ulva íabyrin-tiformis de Vandelli, que ofrecen las aguas ter-males de Europa. Las aguas de Mariara se emplean con buen éxito en las obstrucciones de garganta, en las úlceras envejecidas, y en aquellos horribles afec-ciones de la piel, que llaman bubas, y cuyo orí-gen no es siempre sifilítico. Gomólos manantiales no están muy cargados de hidrógeno sulfurado, es necesario bañarse en el mismo parage donde nacen : un poco mas lejos, ya estas aguas sirven para regar los campos de añil. Don Domingo Tovar, rico proprietario de Mariara, tenia proyec-to de hacer construir una casa de baños , y de 346 LIBRO V. fundar un establecimiento que ofreciese á las personas acomodadas algunas conveniencias de mas, que la carne de lagarto por alimento, y los cueros extendidos sobre bancos por único lecho de reposo. En la noche del 2 1 de febrero salimos de la hermosa hacienda de Cura para Guacara y Nueva Valencia, prefiriendo viajar de noche á causa del excesivo calor del día, y pasando por la pequeña aldea de Punta Zamuro, al pie de las altas mon-tañas de las Viruelas. El camino está adornado de altos y grandes árboles de Zamang ó Mimosas cuyo tronco se eleva á 60 pies de altura y cuyas ramas, casi horizontales, se encuentran á mas de 1 5o pies de distancia, formando la mas hermosa y mas frondosa bóveda de verdor. En el mismo sitio en que las breñas eran mas espesas se es-pantaron nuestros caballos por los gritos de un animal que parecía seguirnos de cerca, y que supimos ser un tigre muy grande que hacia tres años recorría aquellas montañas el cual habién-dose constantemente escapado á las diligentes persecuciones de los mas atrevidos y valientes cazadores, despedazaba los caballos y muías en CAPÍTULO xvr. 347 medio de los cercados; pero que no faltando de alimento no habia hasta entonces atacado á los hombres. El negro que nos guiaba daba gritos salvajes creyendo espantar el tigre, mas este me-dio quedó naturalmente sin efecto. El Jaguar y el lobo de Europa siguen á los viageros aun cuando no quieran atacarlos; el lobo en campo abierto y en parages descubiertos y el jaguar cos-teando el camino y no pareciendo sino por inter-valos en las malezas y matorrales. Pasamos el dia 23 en la casa del marques de Toro, en la villa de Guacara, y jurisdicción muy considerable. Una calle de árboles de Caro-línea conduce de Guacara á Moncudo. Era la primera vez que veia al aire libre este magnífico vegetal que hace uno de los principales adornos do los vastos invernaderos de Schónbrunn '. Mocundo es una rica plantación de cañas de azúcar que pertenece á la familia de Toro. En 1 Todos los caroUnea piñnceps de Schónbrunn (villa im-perial en Austria) proceden de granos ó simientes cojidas por los señores Bosc y Bredemeyer en un solo árbol, de un «norme porte, cerca deChacao, al este de Caracas. 548 LIBRO V. ella se halla, lo que es muy raro en aquellos países, hasta ai «hijo de la agricultura,» un jar-din, bosquecillos , y á la orilla del agua, sobre un peñasco de gneiss, un pabellón con un mira-dor ó belvedere. Se goza allí de una vista deli-ciosa sobre la parte occidental del lago, sobre las montañas vecinas y sobre una floresta de palmas que separa Guacara de la ciudad de Nueva Va-lencia. Los campos de cañas de azúcar recien plantados se semejan por su verde claro, á una ex-tensa pradería. Todo anuncia allí la abundancia, pero es á costa de la libertad de los labradores. La fabricación del azúcar, la cocedura y el ter-rage son muy imperfectos en Tierra Firme, por-que solo se fabrica para el consumo interior, y porque para el despacho por mayor, se pre-fiere el papelón, tanto al azúcar refinado como al azúcar bruto. Este papelón es un azúcar im-puro, formado en muy pequeños panes, de un color pajizo obscuro que está mezclado de melote y de materias mucilaginosas. El hombre mas pobre come papelón como en Europa se come queso. La caña de azúcar no ha pasado sino muy CAPÍTULO XVI. 349 tarde, verosímilmente al fin del siglo XVI , de las islas Antillas á los valles de Aragua. Hace algu-nos años, que el cultivo y la fabricación del azú-car han sido muy perfeccionadas en Tierra Fir-me y como las máquinas de la afinadura no están permitidas, según las leyes, en la Jamaica, se cree poder contar sobre la exportación frau-dulenta del azúcar refinado á las colonias ingle-sas. Pero el consumo de las provincias de Vene-zuela, sea en papelón j, sea en azúcar bruto, em-pleado en la fabricación del chocolate y dulces, es tan considerable, que hasta ahora la expor-tación ha sido absolutamente nula. Las mas her-mosas plantaciones de azúcar se encuentran en los valles de Aragua y de Tuy ' junto al Pao de Zarate, entre la Victoria y San Sebastian; y muy próximo á Guatire, Guarinas y Cauri mare. Si las primeras cañas de azúcar han venido al Nuevo Mundo de las islas Canarias, también son gene-ralmente los Canarios ó islengos los que se hallan todavía dueños de las grandes plantaciones, y los quedirijenlos trabajos del cultivo, el de los inge-nios, y de la afinación. ^ lapalapa ó la Trinidad, Cura, Mocuüdo y el Palmar. 35o LIBRO V. El 2 2 en la noche continuamos nuestro ca-mino desde Mocundo, por LosGuayos^ á laYilla de Valencia la Nueva , y pasamos por un pe-queño bosque de palmeras que por su porte y sus hojas en forma de abanico , se semejan al Chamerops humilis de las costas de Berbería. La aridez del suelo aumenta á medida que se aproxima á la ciudad y que se pasa la extremi-dad occidental del lago, el cual es un terreno gredoso que ha sido nivelado y abandonado por las aguas. Las colinas vecinas llamadas los Morros de Valencia, están compuestas de tobas blancas, formación calcárea muy reciente que recubre inmediatamente el gneiss que vuelve á encon-trarse en Victoria y en otros muchos puntos á lo largo de la cadena del litoral. La blancura de estas tobas en que reflejan los rayos del sol, contri-buye mucho al excesivo calor que se experimenta en aquellos lugares en donde todo parece tocado de la esterilidad y en donde apenas se encuen-tran algunas pies de cacaotero en las orillas del rio de Valencia mas en el resto de la llanura todo está desnudo y desprovisto de vegetación. La ciudad de Nueva Valencia ocupa una con- CAPÍTULO XVI. 55 1 siderable extensión de terreno , pero su pobla-ción apenas es de 6 á 7000 almas. Las calles son muy anchas, la plaza mayor de un grandor de-mesurado, y como las casas son extremadamente bajas, la desproporción entre la población de la ciudad y el espacio que ocupa, es mucho mayor que el de Caracas. Muchos blancos de raza euro-pea principalmente los mas pobres , viven la mayor parte del año en sus pequeñas plantacio-nes de añil y de algodón , en las cuales se atre-ven á trabajar con sus manos, lo que, según al-gunas preocupaciones inveteradas en aquel pais, seria deshonroso para ellos en la ciudad. La in-dustria de los habitantes comienza en general á dispertarse, y el cultivo del algodón ha aumen-tado considerablemente desde que se han acor-dado nuevas libertades al comercio de Porto Cabello, y que este puerto ha sido abierto en 1 798 como puerto mayor, á los buques que van direc-tamente de la metrópoli. Nueva Valencia , fundada en i555, bajo el go-bierno deVillacinda por Alonso Diaz Moreno, es doce años mas antigua que Caracas. Es segura-mente muy sensible que Valencia no sea la ca- 0;12 UBRO V. pitaldel pais: su situación en una llana á la or