Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente Tomo 5 - Capítulo 26, Sección Primera y Segunda

Descripción de la configuración del país y características geológicas. Reseña de cadenas y grupos de montañas, alturas de partición y la descripción de las llanuras. Repartición de los terrenos, dirección e inclinación de las capas. Reseña de la altura relativa de las formaciones sobre el nivel del...

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Bibliographic Details
Main Author: Humboldt, Alexander, Barón von, 1769-1859
Other Authors: Bonpland, Aimé Jacques Alexandre, 1773-1858
Format: Book Part
Language:Spanish
Published: París: Rosa 1826
Subjects:
Bor
Aun
Roa
Online Access:http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll10/id/2480
Description
Summary:Descripción de la configuración del país y características geológicas. Reseña de cadenas y grupos de montañas, alturas de partición y la descripción de las llanuras. Repartición de los terrenos, dirección e inclinación de las capas. Reseña de la altura relativa de las formaciones sobre el nivel del océano. Título con la ortografía original de la época. - Sección I. - Sección II. CAPITULO XXVI. 7^) SECCIÓN h Configuración del pais. Desigualdades del suelo. Cadenas y grupos de niOntañas. Puntas ó alturas de partición. Lla-nuras ó llanos. La América meridional es una de estas gran-des masas triangulares que forman las tres par-tes continentales del hemisferio austral del globo. Por su configuración exterior se parece mucho mas al África que á la Nueva Holanda. Están dispuestas de tal modo las extremidades meridionales de ios tres continentes, que , ha-ciendo la travesía del cabo de Buena Esperanza (lat. oo^So) al cabo de Hornos (lat. 55-'' 58') j' doblando la punta sur de la Tierra de Dicmen (lat. 45? 58'), se ve prolongarse las tierras tanto mas hacia el polo sur, cuanto mas se avanza hacia al este. De las 67 1 ,00o leguas cuadradas marinas que encierran la América meridional, la cuarta partedeeliaestácubiertademontañasquecElanó distribuidas en eslabones ó acumuladas por gru-pos. El resto so compone de llamlras que forman ^6 lip.ro IX. largas bandas no interrumpidas, cubiertas de bosques ó de gramíneas mas unidas que las que se encuentran en Europa, y elevándose progresi-vamente , á ooo leguas de distancia de lascostas-, de 3o á 70 toesas de altura sobre el nivel del Océano. La cadena de montañas mas consi-derable de la América meridional se extiende del sur al norte según la mayor dimensión del continente no es ella central como en Europa , ni está avanzada considerablemente délas costas del mar como el Himalaya y el Hindou-Koh, pero si arrojada hacia la extremidad occidental sobre las costas del Océano Pacífico. Fijando la vista sobre el perfil que he dado de la con-figuración de la América meridional, bajo el paralelo del Chimborazo y del Gran Para, por medio de las llanuras del Amazona , se ve ba-jarse las tierras hacia ai este en escarpas ó de-clives, como un plano inclinado, por una lar-gura de 600 leguas marinas. Si en el antiguo es-tado de nuestro planeta no se ha elevado jamas el Océano Atlántico , por cualquier causa ex-traordinaria, á 1 , 100 pies de altura sobre su nivel actual (altura (te '/i menos que la de las regiones CAPITULO XXVI. 77 interiores de España y de la Baviera) , las olas han debido estrellarse, en la provincia de Jaén de Bracamoros, contra los arrecifes que adornan la ladera oriental de la cordillera de los Andes. La elevación de esta punta ó altura es tan poco considerable, comparándola con el continente entero, que la anchura de este, en el cabo de San Roque, es i ,4oo veces mayor que la altura media de los Andes. Distingüese en la parte montañosa déla Amé-rica meridional una cadena y tres grupos de montañas , á saber : ia cordilíera de ios An-des que el geognóstico puede seguir sin inter-rupción desde el cabo Pilares, en la parte occi-dental del estrecho de Magellanes, hasta el pro-montorio de Paria, en frente de la isla de la Trinidad el grupo aislado de la Sierra Ne-vada de Santa Marta , el de las montañas del Orinoco ó de ia Parinia , el de las monta-ñas dei Brasil. Como la Sierra de Santa Marta se encuentra casi en el meridiano de las Cor-dilleras del Perú y de ia Nueva Granada, se cae comunmente en el error de mirar las nevadas cimas que perciben los navegantes, pasando la ^8 . LIBRO IX. embocadura del Rio de la Magdalena , como la extremidad boreal de los Andes. Luego probaré que el grupo colosal de la Sierra de Santa Marta está casi enteramente aislado de las montañas de Ocaña y de Pamplona , que pertenecen á la cordillera oriental de la Nueva Granada. Las cá-lidas llanuras que corre el Rio César, y que se extienden hacia el valle de Upar, separan la Sierra Nevada del páramo de Cacota, al sur de Pamplona. El asiento ó cima que divide las aguas, entre el golfo de Maracaibo y el Rio de la Mag-dalena , se halla en la llanura misma al este de la iaguna Zapatoza. Si durante largo tiempo se han equivocado considerando la Sierra de Sania María, á causa de sus eternas nieves y de su posición en longitud, como una continuación de la cordillera de los Andes, por otra parle se ha desconocido el vínculo de esta misma cor-dillera con las montañas costeras de las provin-cias de Cumaná y de Caracas. La i adena del li-toral de Venezuela , cuyas diferentes filas for-man la montaña de Paria, el istmo de Araya, la Silla de Caracas, y las monlañas de granito-gneis al norte y al sur del lago Valencia , se jun- CAPITULO XXVL nC) ía (le nuevo entre Piieríocabeilo j San Felipe y Tocuyo ( por el Torito, ei picacho de Nirgua, la Palomera y Altar) á los páramos de las Pvosas y de Niquitao que forman la extremidad nordeste de la Sierra de Mérida y de la cordillera orien-tal de ios Andes de la Nueva Granada. B¿ista haber indicado aquí este vínculo tan impor-tante bajo las relaciones geognósticas pues que como las denominaciones Andes y Cordilleras están enteramente inusitadas por cadenas de montañas que se prolongan desde la orilla oriental del golfo de Maracaibo hasta el pro-montorio de Paria , seguiremos designando es-tas cadenas, dirigidas del oeste al este, bajo los nombres de cadena del litoral , ó cadena cos-tera de Venezuela, De los tres grupos aislados de montañas , es decir, de los que no son ramales de las cor-dilleras de los Andes y de su continuación hacia el litoral de Venezuela, hay uno al norte y dos al este de los Andes : el primero es la Sierra Nevada de Santa Marta, los otros dos son. la Sierra de la Parima, entre los 4° V 8° de lati-tud boreal, y las ^nontañas del Brasil , entre 8o LIBRO IX. los i5°y 28' de latitud meridional. De esta rara distribución de las grandes desigualdades del , terreno nacen tres llanuras, que, unidas, consti-tuyen una superficie de 420,600 leguas cuadra-das ó Y5 de toda la América meridional , al este de los Andes. Entre la cadena costera de Ve-nezuela y el grupo de la Parima , se extien-den las llanuras del Apure y del Bajo Ori~ ñoco; entre el grupo de la Parima y el de las montañas del Brasil, las llanuras del Ama-zona, del Rio Negro y de la Madeira entre jüs grupos del Brasil y la extremidad austral del continente, las llanuras del Rio de la Pla-ta y de la Patagonia. Como el grupo de la Parima , en la Guayana española, y el del Brasil (ó de Minas Geraes y de Goyaz) no se juntan ha-cia el oeste á la cordillera de los Andes de la INueva Granada y del Alto Perú, lastres llanu-ras del Bajo Orinoco , del Amazona y del Rio de la Plata se communican entre sí por estre-chos terrestres de una anchura considerable. Estos estrechos son también llanuras dirigidas del norte al sur y atravesadas por cimas im-p rceptibles , pero formando las divortia aqua- capíti:lo xx\í. 8 i riim. Estas cimas ( y este fenóuieno notable no ha fijado hasta ahora la atención de ios geógnos-los) estas cimas, repito, ó lineas de cumbres están colocadas entre los 2" y 5" de latitud bo-real y los 16^ y 18° de latitud austral. El primer asiento forma la división de las aguas que de-saguan al nordeste en el I>a"jo Orinoco, al sur y sudeste en cl Rio Negro y Amazona , y el segundo asiento dividelos afluentes de la orilla derecha del Amazona y del Rio de la Plata. Li dirección de estas líneas de cumbres es tal, que si ellas es-tuviesen señaladas por cadenas de montañas, unirian e! grupo de la Pas sma con los Andes de Timana [Reiac. hist. T. Víll, y las mon-tañas del Brasil con el promon torio de los Andes de Sania Cruz de la Sierra, fie Cocha-bamba y del Potosí. INo enunciamos una supo-sición ían vaga, sino para que se comprehenda masfácilmentc la construcción dceslavasla parte del globo. Esta determinación de la Hainira en la intersección de dos planos poco inclinados , estos dos asientos cuya existencia no se ma-nifiesta, como en Volhinia , sino por el curso de las aguas, son paralelos á la cadena costera de V. 6 82 LIBRO IX. Venezuela y ofrecen , por decirlo así , dos siste-mas de contra ladera poco desenvueltos, dirigi-dos del oeste al este, entre el Guaviare y el Ca-queta, y entre el Mamore y el Pilcomayo. Es muy digno de notarse también que, en cl he-misferio meridional, la cordillera de los Andes envia hacia el este un inmenso contrafuerte , el promontorio de la Sierra Nevada de Cocha-bamba, adonde empieza la cima que se prolonga entre los afluentes del Madeira y del Paraguay , hacia el elevado grupo de las montañas del Brasil ó de Minas Geracs. Diríase de una cadena longitudinal ( los Andes ) á la que tres eslabo-ues transversales ( montañas del litoral de Ve-nezuela, montañas del Orinoco ó de la Parima y montañas del Brasil j inclinan á juntarse, sea por un grupo intermediario ( entre el lago de Valencia y Tocuyo) , ó sea por simples cimas formadas por la intersección de contraladeras en llanuras. De los tres llanos que comunican por estrechos terrestres , desde los del Bajo Orinoco, del Amazona y del Rio de la Plata ó de Buenos Aires, los dos extremos son dehes;is cubiertas de gramíneas, mientras que el llano CAPÍTULO XXVT. 85 ¡íilermediario, el del Amazona, es un bosque es-peso. En cuanto á los tíos estrechos que forman bandas dirigidas del norte al sur(del Apnreal Ca-queta ai través de la provincia de los Llanos, y del origen del Mamore al rio Piicomayo, al tra-vés de la provincia de los Mojos y Chiquitos), ofrecen llanos desnudos y herbosos como las llanuras de Caracas y de Buenos Aires. En el inmenso espacio de terreno al este de los Andes , que comprehende mas de 4?o,ooo le-guas marinas cuadradas, de las que 92,000 son de pais montañoso, no hay grupo alguno que se eleve hasta la región de las nieves per-petuas , ni aun que tenga la altura de 1^400 toesas. Esta declinación de las montañas en la región oriental del nuevo continente se extiende ' hasta 60° de latitud boreal , mientras que en la parte occidental, sobre la prolongación de l;i cordillera de los Andes, las mas altas puntas se elevan en Méjico ( laí. 18° Sg' ) á 2,'i'jo toesas , las Montanas Peñascosas ( lat. o'j" á 4^° ) ^ i.goo toesas. El grupo aislado de los Aleganis que corresponde, por su posición oriental y por su dirección, al grupo del Brasil no se eleva á 6* 84 LlP.PtO IX. mas de i,o4o loesas '. Las grandes cumbres^ que exceden la altura del Monte Blanco , na pertenecen pues sino á la cadena longitudi-nal que ribetea el Océano Pacífico, desde los 55° sur hasta los 68° norte, es decir, la cordil-lera de los Andes. El solo grupo aislado que compite con las cumbres nevadas de los Andes equinocciales y que tiene cerca de 3,ooo toesas, es la Sierra de Santa Marta que no está colo-cada al este de las (Cordilleras, sino entre la prolongación de dos de sus ramales , cuales son Mériday Veragua. Las Cordilleras que adornan el Mar délas Antillas, en la parte que designa-mos con el nombre de cadena litoral de Vene-zuela ^ no llegan á esta altura extraordinaria ( 2,4oo toesas ) que tienen en su prolongación hacia Chita y ¡Mérida. Considerando aislada-mente los grupos del este, los del litoral de Ve-nezuela , de la Parima y del Brasil, se les V(; disminuir del norte al sur. Las mas altas cimas de cada grupo son la Silla de Caracas ( i ,55o ' El punto culminante Je los Alcgauis es Motmnt AVas-hington, en el New Hamspliire , latit. /¡^° '/.„ el cual tiene ^ según el capitán Patridge, 6,634 pi^s ingleses. CAPÍTULO XXVI. 85 tocsas ), el pico de Duida ( i ,5oo toesas), el lla-columi y el Itambe ' (900 toesas). Pero, co-mo he observado ya en otro parage ^ , seria un error juzgar de la altura de una cadena de montañas tínica mente según la altura de las cimas mas elevadas. El pico de Ili malaya ', el mas exactamente medido, es 6^6 toesas mas alto que el Chimborazo, este 900 toesas mas alio que el Monte Blanco, y este 665 toesas mas alio que el pico de Nelhu '•. No dan estas dife- • Según ]a medida de MM. Spix y Martius, el Itambe Ja Yilla do Principe tiene 5,590 pies de altura. M^rtins , Fhy~ sognomie des PJlanzenrcichs in Brasilien. 1824 ? P^íí- ^^• = Véase mi primera memoria sobre las mon lañas de la Iiulia en los Anales de química y de física ^ 1816 , tom. III, pág. 3 1 3. *E1 pico de Jewaliir, latit. 3o° 2'¿' ly", longit. 77° 35' 7" al oriente de Paris. Altura 4,o36 toesas , según MM. Hogd-son y Herbert. '^ Este pico , llamado también Anetlion ó Rlalaliita , ó pico oriental de Maladeta, es la mas alta cima de los Pirineos, la cual tiene 1,787 toesas de elevación, y excede por conse-cuencia de 40 toesas al Monte Perdido. (Vidal y Reboul , en los Anales de química , tom. V, pág. 234, y en el Diario defísica; 1822, Dec,pág. 418. Cliarpenliet\, Ensayo sobre la constit. geognóst, de los Pirineos , pág. 823 , SSq.) 56 LIBRO IX. rencias las relaciones déla altiiramedia del Hí-malaya, délos Andes, de los Alpes y de los Pi-í- ineos , es decir, la altura de la espalda de ids montañas , sobre la cual se elevan picos, agujas ó cúpulas redondas. En la parte de esta espalda se practican los pasos que proporcionan una medida precisa del minimuiii de altura que tienen las grandes cadenas. Comparado el con-junto de mis medidasi, con las de IMoorcroft, Webb y Hodgson, de Saussure y de Piamond, evaluó la altura inedia de la cima del Hima-laya, entre Jos meridianos de '-5° y 77°, á 2,45o toesas do los Andes ' ( eu el Perú, en Quito • En el paso de Quindiu , entre el valle de la Magdalena y el del lio Caura , he encontrado el punto culminante (la Ga-rita de Páramo) a 1,798 toesas de altura absoluta, y es sin embargo uno de los puertos ó cumbres que se tiene por les menos elevados. Los pasos de los Andes de Guanacas, de Guanami y de Micuipampa tienen -2,300, i,7i3 y 1,817 toesas de altura sobre la superficie del Océano. El camino que atraviesa los Andes, entre Mendoza y Valparaiso, por los 33° de latit. sur, tiene también 1,987 toesas de altura. Véanse mis Ohserw asíron. , toin. I, pág. 3i2, 3i4, 3i6, y Caídas, seminario de Santa Fe de Bogotá, tom. I, pág. 8 y 38. No bago mención dely;«c/<'o del Assuaj, en donde be CAPÍTULO XXVI. 87 y en la Nueva Granada ), á i,85o loesas; de la cima de los Alpes y de los Pirineos á 1,1 5o toe-sas. La diferencia de la altura media de las Cor-dilleías ( entre los paralelos de 5** norte y 2° sur ) y de ios Alpes de la Suiza es por consi-guiente de 200 toesas mas pequeña que la de sus mas altas cumbres , y comparando los pa-sos de los Alpes, se ve que la elevación media de su cumbre es casi la misma, aunque el pico Nelhu tenga 600 loesas menos que el Monte Blanco y el Monte Rosa. Al contrario, entre el llimalaya ' y los Andes ( considerando estas pasado cerca dü la ladera de Cadlud, sobre una cresta de 2,42b toesas de elevación , porque es un paso por una punta transversal, que reúne dos cadenones paralelos entre sí. • Los pasos del Himalaya que conducen de la Tartaria cliina al Indostan (Nitee-Ghaut, Bamsaru, Cliatoulgliati, etc.) tienen de 2,400 á 2^700 de altura absoluta. En cuanto á la cima mas elevada del Himalaya, no be querido escogerla sino entre los picos que están situados entre los meridianos del lago Mana-sarowar y de Balaspore, que son los tínicos que ban sido medidos con mucha precisión por MM. Weblí , Hodgson y Herbert. [Jsiat. Research, tom. XIV, p. 187, 273; Edimb. Phil. Jourri., i823 , in-18, pág. 3i2.)No se conoce, dice ti 88 r-iHRo ix. cadenas en los limites que acabo de ¡tuücar), las diferencias entre la altura media de las ci-mas y la de las cumbres mas elevadas conser-van casi las mismas relaciones. Aplicando un ra-ciocinio análogo á los tres grupos de montañas que hemos hecho conocer, al este délos Andes, hallamos la altura media déla cadena del litoral de Venezuela de •j5o toesas, la de la Sierra Pa-rima de 5oo toesas , y la del grupo brasileño de 4^0 toesas; de donde se sigue que las mon* capitán Hodgvon, ninguna medida igualmente precisa al sud-este de lat. 3ü° 11', y long. 77° 3;'; pero es posible que bajo el meridiano de Gorukpur y en el de Tiungpur baya cimas mas elevadas todavía y se lia concluido en efecto , según ángulos tomados á muy largas distancias, que el pico Chainalai'i, cerca del cual lia pasado Tourner yendo á Tissu-Lumbu, y el pico Dhawalagiri al sur de Mustnng , cerca del nacimiento del Gunduck , ^tenían hasta 28,077 pies ingleses (/5,3go t.) de allui'a i^Jomn. of the voy. inslitut, 1821 , t. II, p. 222.) La medida del Dhawalagiri, por Webb, tan hábilmente dis-cutida por M. Colebroke , ha sido confirmada por M. Blake : pero í'n el cuadro presentado en esta memoria ^ he creido quesería mas prudente por el momento dar la preferencia al pico de Jewahir, medido por I\I. ílcrbert. Estas medidas serán discutidas en otro lucar. CAPÍTULO XXVÍ. 89 lañas de la región oriental de América del Sur, son, entre los trópicos, á la elevación media de los Andes como i á 5. lié aquí el resumen de algunos datos numéricos, cuya comparación ofrece ¡deas mas precisas sobre la estructura ' de las montañas en general. * Los puertos ó pasos indican el ininiíiiiiin de altura á que desciende la cumbre de las montañas en tal ó tal región luego, teniendo la vista sobre los principales pasos de los Alpes de la Suiza (puerto de Stigne, 1,26 j toesas; Terret, i.,igi t. Monte Genis, 1,060 toesas, Pequeño San Bernardo, 1,125 toesas; Grande San Bernardo, 1,246 toesas; Simplón, 1,029 toesas; San Gothard , i^oGS toesas; la Horca , 1,9.5a toesas), y sobre los de los Pirineos (Picade, i,2/|3 toesas Benasque, i,23i toesas; la Olere, 1,196 toesas Pinede , 1, 2!}i toesas; Gavarnic, 1,197 toesas; Cavíircro, i,i5i tcesas; Tournalet , 1,126 toesas\ seria difícil afirmar que la cumbre de los Pirineos es mas baja que la altara media de los Alpes de la Suiza {^Ramona ^ T'iage al Monte Perdido ^ P^tJ- ^-''j' Lo que caracteriza esta última cadena, es la elevación relativa de las cimas, que es mucho menor en los Pirineos, en !<>s Andes y en el Himalaya : pues que, aun adoptando la medica del Dhawalagiri (4,3go toesas), no se encuentra, en cr.anto al Himalaya , sino la proporcioh de i : i , 7. 90 LICRO IX. B g a, —' es « « lO co o fO O o C/3 H o w Q <! W w Pí O 'Ti CAPÍTULO XXVI. Ql Si se distingue entre las montañas las que se elevan esporadicanienie y forman pequeños sis-lemas aislados (grupos de las Canarias, de las Azores, de las islas Sandwich, de los Montes Dorados, de los Lugáneos) , y las que hacen parte de una cadena continua ( líimaiaya, Al-pes, Andes), se nota que, á pesar de la prodi-giosa ' elevación de las cumbres de algunos sis-lemas aislados , los puntos culminantes del (jíoho entero pertenecen sin embargo á las ca-denas continuas, á las cordilleras del Asia cen-tral y de la América del sur. En la parte de los Andes que conozco mejor, entre los 8"^ de latitud sur y los 21" de latitud norte, todas las cimas colosales son de traquiie. Puede casi admitirse como regla general que, cada vez que , en esta región de los trópicos , 1.» j Entre los sistemas aislados ó montañas esparodicas , se mira muy generalmente como !a cima mas elevada la de Mowna Roa de las islas Sandwich, á la cual se da 2,5oo toesas , y que sin embargo se descubre ó desnuda entera-mente , en algunas estaciones de las nieves. Hace mas de aS años que los físicos y geógnostos reclaman en vano un ameditía exacta de esta cadena situada en parages muy írecuenlados. 92 LlBlíO IX, masa de las moutañas se eleva sobre el líiuile (Te las nieves perpetuas (2,300-2,470 toesas), las ro-cas vulgarmente llamadas primitivas (por ejem-plo, el granitogneis ó el micacsquila) desapa-recen, y las cumbres son de traquite ó pórfido trapeaiio. No conozco sino algunas raras excep-ciones á csla ley en las Cordilleras de Quito , donde los nevados del Condorasto y del Cuvi-ilan , colocados en frente del Chimborazo tra-quítico, están compuestos de micaesquita, y contienen vetas de plata sulfurada. Lo íuIshío sucede en los grupos de monlailas esparcidas que se elevan repentinamente en medio de las llanuras, cndonde las cumbres mas alias (Mowna Kea , pico deTerenife, Etna, plio de los Azo-res) no ofrecen sino rocas volcánicas modernas. Sin embargo no conviene extender es!a ley á todos los continentes , y admitir en general que> bajo cada zona, los mayores levantaniientos liari producido cúpulas de traqidte; el granitogneis y el micaesquita constituyen , en el grupo ca>s¡ aislado de la Sierra Nevada de Granada , el pico de Mulhacen ', como en las cadenas continuas ' Este pico, scguu la nivelación del S' Clcnicnle Rojai, capítulo XXVI. 9v> ríe los Alpes, de losPirine«s, y verosímil mente lambien del Ilimalaya ', constituyen las cum-bres de las crestas. Quizá estos fenómenos, dis-cordantes en apariencia , son los efectos de una misma causa : acaso los granitos , los gneis y todas estas pretendidas tnontañas primitivas neptunianas son debidas á fuerzas volcánicas así como los traquites , pero á fuerzas , cuya acción se asemeja menos á las de los volcanes todavía encendidos de nuestros dias, y que vo-mitan lavas que entran inmediatamente, en el momento de la erupción , en contacto con el aire atmosférico. ¡No me pertenece discutir aquí esta grande cuestión teórica. tiene 1,826 tocsas de altura sobre el nivel del mar; yes por con-secuencia 39 tocsas mas elevado que las montañas mas altas do los Pirineos (el pico granítico de Netliu), y 87 mas bajo que el pico traquítico de Tenerife. La Sierra Nevada de Granada forma un sistema de montañas de raicaesquita que pasa al gneis , y que contiene bancos de cufotides y de grunstein. Ve'ase la interesante noticia geognóstica de don José Rodrí-guez en los Añales de química , tom. XX , pág. <)8. • Para juzgar según las muestras de rocas cogidas en las gargantas y pasages de Himalaya , ó llevadas por los tor-rentes. g4 LIBRO IX. Después de haber examinado la estructura general de la América meridional , según consi-deraciones de la geognosia comparada , voy á hacer conocer separadamente los diferentes sistemas de montañas y de llanuras , cuyas mutuas relaciones tienen una influencia tan po-derosa sobre el estado de la industria y del co-mercio de los pueblos del nuevo continente. No daré sino una vista general de los sistemas colocados fuera de los límites de la región que hace el objeto especial de esta memoria. Como la geología está esencialmente fundada en el estudio de las relaciones de yuxtaposición y si-tio , no he podido tratar aisladamente de las ca-denas del litoral y de la Parima , sin hablar de los otros sistemas colocados al sur y al oeste de Venezuela. A. Sistemas de montanas. A. Cordilleras de los Andes. De todas las ca-denas del globo, esta es la mas continua, la mas larga , la mas constante en su dirección del sur al norte y al norte noroeste. Se apro- cAi'írtLO xxYi. 95 5¡ma desigualmente ( de 22° y 55° ) á los polos norte y sur. Su desenvolvimiento es de 2,800 á 5,000 leguas (de 20 al grado), largura que ¡guala la* distancia del cabo Finisterre, en Galicia, al cabo Nordeste ( Tschuktschoi-Noss ) del Asia. Poco menos déla mitad de esta cadena perte-nece á la América meridional de la que sigue, para decirlo así, las costas occidentales. Al norte de los istmos de Cupica y de Panamá, después de una enorme declinación , toma la apariencia de una cresta casi central, formando el dique peñascoso que reúne el grande continente de la América septentrional al continente del sur. Las bajas tierras al este de los Andes de Goate-mala y de la Nueva España parecen haber sido tragadas por las aguas, y forman hoy dia el suelo del Mar de las Antillas. Como mas allá del paralelo de la Florida , el continente se en-sancha de nuevo hacia el este, las Cordilleras de Durango y del Nuevo Méjico, así como lis Montañas Peñascosas que son la continuación de estas Cordilleras, parecen de nuevo también arrojadas hacia el oeste, es decir, hacia las cos-tas del Océano Pacífico , quedando sin embari'o 96 LIBRO IX. ocho Ó diez veces mas lejos de ellas que en el hemisferio austral. El escollo ó islote granítico de Diego Ramírez, al sur del cabo de Hornos, y las montañas que terminan ' á la emboca-dura del Rio de Mackensie ( lat. 69°, long. i3o° I ), mas de 12° al oeste de las Montañas ' Fijo lalongilud de la extremidad septentrional de la ca-dena de los Andes en las Rochy Mountains , según las cor • recciones que las observaciones del capitán Franklin han he-cho poner recientemente en la carta de RI, Mackensie. Los errores, por los 67° y Gg" de latitud, parecen de 4° á (i° en longitud : pero en el paralelo del lago de los Esclavos son casi nulos. (Embocadura del Rio de Mackensie, según Fran-klin, 128; según Mackensie; i35°, embocadura del Copprr jlfi«e iííVer, según Franklin , 11 5o "h-' según Mackensie y Hearne , 1 1 1» embocadura del Rio del Esclavo en el lago de este nombre , según Franklin , 1 1 a" 45'j y según Mackensie , ii3° al oeste de Gi-cemvích.) De estos datos resulta : 1° que las Montañas Peñascosas se encuentran bajo el paralelo de 60°, y GS", por 124 y isS" de longitud al oeste del meridiano de Paris; n." que la extremidad boreal de la cadena al este de la embocadura del Rio de Itlackensie está por los 1 3oo ao' de longitud y 3° que el grupo de las Montañas de Cobre está por los 118" y 119° de longitud, y 67^ y 68° delatitud. Franklin, Journ. lo the Polar Sea ^ G3S. CAPITULO xxvr. 97 flc'Grunsfcin ' conocidas bajo la dcnomlnaciojí de CopperMountains, y recientemente visitadas por el capitán Frankiin , pueden mirarse como las dos extremidades de los Andes. El pico colosal del San Elias y el delBeaulems (Mount-Fairwea-iher, del INuevo Norfoik, no pertenecen, para hablar claro, á la prolongación septentrional de la cordillera de los Andes, pero si á una cordi-llera paralela (á los Alpes Marítimos de ia costa noroeste) que se prolonga hacia.la península de la California , y que está ligada por cimas trans-versales y un terreno montuoso , entre los 45° y 53° de latitud, á los Andes del Nuevo Méjico [Rco/d Mountains ). En la América meridional ( y es á esta paríe del nuevo continente que está parlicularmeníe restricto mi cuadro geo-gnóstico), la anchura media de la cordillera de los Andes es de i8 á 22 leguas ^ No es ^ Véase una excelente memoria geognóstica de M. Richar-dson , en Franldin^ Journ. , pág. SaS. ' La poca anchura de esta inmensa cadena es un fenómeno muy digno de atención. Los Alpes de la Suiz.a se extienden en los Grisones y en el Tirol hasta 36 y 40 leguas de an-chura , sea en el meridiano del lago de Come y del cantón de Apenzel , ó sea en el meridiano de Bassano y de Tegernseo. V. ' 7 98 * LIBRO IX. sino en los nudos ó grupos de montañas , y en donde la cordillera se engruesa por con-trafuertes y se divide en muchos eslabones casi paralelos, que se juntan por intervalos ( por ejemplo, al sur del lago de Titicaca ) que tienen mas de 100 y 120 leguas de anchura en una dirección perpendicular á su eje. Los Andes de la América ineridionai bordan , hacia el oeste , las llanuras del Orinoco, del Amazona y del Rio de la Plata , semejantes á un muro peñascoso ( cresta de veta ) que hubiera sido elevado al través de una quebraja de i,5oo leguas de largo , y dirigida del sur al norte. Esta parte levantada ( si es permitido servirse de una expresión fundada sobre una hipótesis geognóstica ) tiene 58,900 leguas cuadradas de superficie entre el paralelo del cabo Pilar y del Choco septentrional. Para hacerse una idea de la variedad de rocas que este espacio puede ofrecer á las observaciones del viajante, es pre-ciso acordarse que los Pirineos , según las va-luaciones de M. de Charpentier no ocupan mas de 768 leguas cuadradas marinas. ' Cerca de 1,200 leguas cuadradas de Francia. CAPÍTULO \\\l. Oí) El nom])r(í do Andes , en idioma quichua (idioma del Inca), que carece de los conso-nantes d, fy g, Antis ó Ante paréceme derivar de la voz peruana anta que significa cobre y metal en general. Se dice aun anlachacra , mi-na de cobre; antacuri, cobre mezclado con oro; puca anta, cobre ó metal rojo. Así como el grupo de los Montes Altai \ en los dialectos turcos, ha tomado la denominación de la pa-labra aüor ó ailin (oro), la Cordilleras han debido llamarse comarcas de cobre ó Anti-Suyu á causa de la abundancia del meíal que los Pe-ruanos emplean para sus ustensilios. El inca Garcilaso, hijo de una princesa peruana, que escribió con una grata simplicidad la historia de su pais natal en los primeros años de la con-quista, no da etimología alguna del nombre de los Andes. Se limita á oponer Jnti Suyu ú la región de las cimas cubiertas de nieves eter-nas (ritiscca) á las lianui^as ó Yuncas, es decir, á ¡a región baja del Perú. He pensado que la ' Klaproí/i, Asia poliglota , pag. 9.21. Me parece menos probable cpic la nación de ios Antis haya dado su nombre á las montañas del Perú. 100 IIBRO IX. etimología de la mas larga cadena del globo no debia ser sin ínteres por la geografía mineraló-gica. La estructura de la cordillera de los Andes , es decir, su disposición en muchos eslabones casi paralelos que se reúnen en nudos de ^non-tañas es muy notable. Nuestros mapas indican esta estructura de un modo imperfecto; y lo que La Condamine y Bougner habían adivinado de ella , durante su larga morada sobre la meseta de Quito, ha sido generalizado y mal interpre-tado por aquellos que han descrito toda la ca-dena según ol tipo de los Andes ecuatoriales. He aquí lo que he podido juntar de mas posi-tivo por mis propias averiguaciones y por una correspondencia activa de veinte años con los habitantes de la América española. El grupo de islas muy aproximadas, vulgarmente llamado Tierra de Fuego, en que empieza la cadena de los Andes, es una llapura desde el cabo del Espíritu Sanio hasta el canal San Sebastian. Al oeste de este canal , enlre el cabo San Valentino y el cabo Pilares, está el pais cubierto de-mon-tañas graníticas (desde el Morro de Santa Águeda CAPÍTULO XXVI. 101 hasla el cabo redondo) que tienen una capa caliza conchuda. Los navegantes han exagerado mu-cho la elevación de esas montañas de la Tierra de Fuego, entre las que parece haber un volcan todavía encendido. El S' de Churruca no ha hal-lado el pico occidental del cabo Pilares ( lat. 52° 45' sur ( sino de 218 toesas ^ Aun el cabo de Hornos no tiene probablemente mas de 5oo toesas "* de elevación. Sobre la orilla septentrio-nal del estrecho de Magallanes, la llanura se ex-tiende desde el cabo de las Vírgenes hasta el cabo Negro: en este cabo, la cordillera se eleva repentinamente y llena todo el espacio hasta el cabo Victoria (lat. 62° 22 ). La región entre el cabo de Hornos y la extremidad austral del con-tinente se semeja bastante al origen de los Piri-neos, entre el cabo Hondo ( cerca del golfo do Rosas ) y el puerto de Pertus. Ignórase la altu-ra de la cadena patagónica; parece sin embargo ' Relación del viage al c5lrcclio de Magallanes. Apen_, i7!)5> pág- 76. ^ Stile ve muy dislinlamcnte ú 6o millas de dislancia j lo que úi\ coulai' el efecto de la refracción lerrcstre le daría io8 toesas. 102 LIBRO IX. que al sur del paralelo de 48" ninguna cumbre ;ticanza todavía la elevación del Canigu (i,45o totísas) que está colocado cerca de la extrenii dad oriental de los Pirineos. En esta región aus-tral , en donde los veranos son tan cortos y tan fríos, el límite inferior de las nieves eternas de-be bajarse por lo menos tanto como en el he-misferio boreal, en Noruega, por los 63° y 64° de latitud , por consiguiente debajo de 8oo toesas '. La grande anchura de la banda de nie- ' Para poder formar uri juicio sobre el límite de las nieves, entre los 48° y 5i°, en las tierras patagónicas, me fundo so-bre la analogía del clima de las islas Maluinas (lat. Si" 25'^ , el único punto igualmente austral que conocíamos con pre-eisíón. Es verdad que la temperatura media del año entero en estás islas corresponde á la de Edimburgo (lat. 55° 71'} en el hemisferio boreal pero tales son las diferentes estaciones en los dos hemisferios, sobre una misma línea isoterme, que la temperatura media de los estíos es en Edimburgo de 14° 6', y en las islas Maluinas apenas llega á ii» l^. Luego la línea isoterme de ii" á 12° pasa, en nuestro hemisferio, sobre las costas orientales de la Westrobotnia , por los 64° de latitud , y se sabe que en estíos tan fríos corresponde una altura de nie-ves perpetuas de 75o á 800 toesas. Véíise mi Memoria sobro las lincas isolcrrnes , pág. 112. r,ArÍTi:LO xxvi. lo > ve, cuyas cimas patagónicas eslan envucilas, no justifica pues la idea que los viajantes se forman de su altura, por los 4^° de lat. sur. A medida que uno se adelanta hacia la isla de Ghiloe , las Cordilleras se aproximan á la costa. El archipiélago de los Chonos ó Huaylecas se presenta como el resto de un inmenso grupo de montaíias sumergidas por las aguas. Brazos de mar estrechos ( esteros ) llenan los valles mas bajos de los Andes, y recuerdan los fiords de la INoruega y del Groenland. Aquí es donde se ha-llan "^ colocados, del sur al norte, los Nevados de Maca ( lat. 45° 19' ) de Cuptana ( lat. 44° 58' ) de Yánteles (lat. 45° ^2'), del Corcovado de Chayapirca ( lat. 42° 52' ) y de Llebcan (lat. 41" 49' ). El pico de Cuptana , se eleva , como el de Tenerife , del centro de los mares , pero como apenas puede verse á 4o leguas de distancia, su elevación no puede llegar á 1 ,5oo toesas. El Cor-covado, sobre la costa del mismo continente , frente ala extremidad austral de la isla deChiioe ' Manuscritos y Cartas de don José de Moraleda. [ Véase también sir Charles Gicsecke , en Scoreshy. Voy. to Wesl- Greenland ^ pág. 467.) 104 LIBRO IX. parece tener mas de 1,950 toesas; es quizá la mas alta cima del globo entero, al sur del pa-raielo de 1^2" de latitud austral. Como al norte de San Carlos de Cliiloe, en toda la largura del Chile hasta el desierto de Aíacamo , liis bajas regiones occidentales no han sido absorvidas por las aguas, los Andes parecen allí mas dis-tantes de las costas. El abad Molina % siempre positivo en lo que está dudoso, asegura que las Cordilleras del Chile forman tres eslabones pa-ralelos, cuyo intermediario es el mas elevado pero para probar que esta división no es de nin-gún modo general , basta recordar la nivelación barométrica hecha por los S'^'^' Bauza y Es-pinosa, en 1794 j entre Mendoza y Santiago de Chilcc El camino que conduce de una de estas ciudades á otra se eleva poco á poco de 700 á 1 ,987 toesas; y luego que se ha pasado el cuello de los Andes [la cumbre, entre las misiones delRefugio, llamadas Calaveras '^ las Cuevas) se baja continuamente sin detenerse hasta cí valle tcm¿)iado de Santiago de Chile, cuyo íon- ' Sdggio , páj^. 4, ''8, /,8, comparado á los inanuscritob (le M. JScc , botánico de Ja rspcclicion tic Makispina. CAPITULO XXVI. 105 do solo se eleva á 409 loesas sobre el nivel del Océano .La misma nivelación nos ha hecho co-nocer el minimuin de altura á que se sostiene en Chile, por los 55° de lat. austral, el límite inferior de las nieves , que no baja en verano á 2,000 toesas *. Creo poder concluir, según la analogía de las tnontafias nevadas de Méjico y de la Europa austral , y considerando la dife-rencia de las temperaturas estivales de los dos hemisferios, que no podría haber en Chile ver-daderos ?iei;aí/(?5, en el paralelo de Valdivila (lat. 40°) menores de 1,500 toesas , en el de Valpa-raíso (lat. 25°) menos de 2,000 toesas , en el de Copiatú ( lat. 27°) menos de 2,200 loesas de altura absoluta. Estos son números límites, y mí-nimum de elevación que debería tener, por di-ferentes grados de latitud, la punta de los An-des de Chile, para que sus cimas, mas ó menos agrupadas , excediesen la línea de las perpetuas nieves. Los resultados numéricos que acabo de consignar aquí , se fundan en las leyes de la dis-tribución del calor. Tienen hoy dia la misma ^ En ol Himalaya , sobre ¿a ¿culera incridional ^ on)pi(.z;tn va bs nieves , 3° mas del ecuador, á 1,970 toesas. 106 LIBRO IX. importancia que tenían en la época ya algo re-mota de mis viages en América, poique no existe niun solo nevado , cuya altura no haya sido determinada sobre el nivel del Océano , bien sea por una simple Tnedida geométrica ^ ó bien por ios medios combinados de medi-das barométricas y geométricas '. Entre los 55° y iS*" de latitud austral, entre los paralelos de Valparaíso y de Arica, se re-fuerzan ó aumentan los Andes hacia el este con tres notables barrancos, que son los de la Sierra de Córdova , de Salta y de los nevados de Co-chabamba. La Sierra de Córdova ( entre los^ 55° y 5i° latitud ) está atravesada en parte, y en parte costeada por los viageros que se diri- ' El empleo ó uso simultáneo de estos dos medios es abso-lutamente necesario donde no puede medirse una base al nivel del mai", ó ejecutar una nivelación desde la llanura en que se ha medido la base hasta las costas. La falta de baró-metros portátiles y la ignorancia del uso de los instrumentos de reflexión y de horizontes artificiales han disminuido en las altas montañas los progiesos de la geografía física y han da-ñado sobre todo á la hipsometría de los Andes délas mon-tañas peñascosas. CAPÍTULO XWI. ICJ gen (le Buenos Aires á Mendoza : es, por de-cirlo así, el promontorio mas meridional que se introduce en las pampas, hacia el meridiano de 65°; y da nacimiento al gran rio conocido con el nombre de Desaguadero de Mendoza , y se extiende desde San Juan de la Frontera y San Juan de la Punta hasla la ciudad de Córdova. El segundo contrafuerte, ia Sierra de Salla Jujui, cuya mayor anchura se encuentra bajo los 25° latitud, se ensancha progresivamente desde el valle de Cajamarcay desde San Miguel delTucuman hacia el Rio Vermejo (long-G/j"). Kn fin el tercer contrafuerte , que es el mas mages-tuoso de todos, la Sierra Nevada de Cocha-hamha y de Santa Cruz (de los 2 2° á los 1 7° | la-titud) , se une al grupo de las montañas de Porco y forma el punto de partición [divortia aqua-rum) entre el Rio de las Amazonas y el de la Plata. Cachimayo y el Pilcomayo , que nacen entre Potosí , Talavera de la Puna y la Plata ó Chu-quisaca^ corren hacia el sudeste , mientras que el Parapiti y el Guapei ( Guapaix ó Rio de Mizque ) vierten sus aguas hacia el nordeste en el Mamore. La punta de partición ^ estando iOS LIBRO IX. colocada cerca de Ghayaata, al sur de Mizque, de Tomina y de Pomabamba, casi sobre la calda meridional de la Sierra de Cochabamba, por los 19° y 20° de latitud , el rio Guapei es forza-do de hacer el giro del grupo entero para llegar á las llanuras del Amazona, y casi lo mismo que hace en Europa el Poprad , aíluenle de la Vis^ tula, para llegar de la parte meridional de los Cárpales, delTalra, á las llanuras de la Polonia. He hecho ya observar mas arriba que en donde las montañas cesan (al oeste ' del meridiano de 66" i) la punta de partición de Cochabamba sube, hacia el nordeste, á los 16" de latitud, no formando, por la intersección de dos planos poco inclinados , sino un asiento en medio de las sávanas, y separando las aguas del Guapore, afluente del Madeira, de las del Aguapehi y Jau- ' Supongo, con el capitán Basilio Hall, d puerto de Valpa-raiso en los 71° 3i'al este de Grecnwich , y coloco Córdova 8° 40', Santa Cruz de la Sierra 7° 41' al ísle de Valparaíso. Las longiti-i! i indicadas en el texto , y constanteuicnte referidas en el meridiano del observatorio de París , no son tomadas 12 í embarcadero, al confluente del Imasa en donde unos troncos de chinchona , fáciles á transplan-tar á Cayena y á las Canarias, se aproximan al Amazona : pero en el famoso estrecho de Man-seriche , las rocas apenas tienen 4o toesas de ele-vación, y mas al este , las últimas colinas se ele-van cerca de Jeberos hacia la embocadura del rio Huallaga. Para no interrumpir la descripción de las Cordilleras, entre los i5° y 5° | de latitud , en-tre los nudos de montañas de Cuzco y de Loja , he pasado en silencio hasta ahora el ensancha-miento extraordinario que toman los An(!es cerca de Apolobamba. Como los manantiales del rio Beni se hallan en este contrafuerte que se prolonga hacia el norte mas allá del con-fluente de este rio con el Apurimac, designaré el grupo entero bajo el nombre de contrafuerte del Beni. He aquí lo que he sabido de mas se-guro sobre estas comarcas , por personas que han habitado largo tiempo Apolobamba , el Real de las minas de Pasco y el convento de Ocopa. A lo largo de toda la cadena oriental de Titicaca, desde La Paz hasta el nudo de líua- 5 2 9 Ur.RO IX, nuco (lat. 17" já 10° j) un terreno montuoso' muy ancho está pegado hacia el este á la caida de los Andes. No es un ensanchamiento de la cordillera oriental misma , sino unos contra-fuertes poco elevados que siguen el pié de los Andes como una penumbra, llenando todo el espacio entre el Bcni y el Pachitea. Una cadena de colinas adorna también la orilla oriental del Bcni bástalos 8° de latitud; pues según noticias muy exactas que me ha dado el padre Narciso Gilbar , los rios Coanache y Magua , dos afluen-tes del ücayali, desembocando (por los 6° y 7°^ de lat. ) vienen de un terreno montuoso entre el ücayali y el Javari. La existencia de este ter-reno por una longitud tan oriental (probable-mente long. r/j") es tanto mas notable cuaolo que, cuatro grados de latitud mas al norte, no se halla un peñasco ni una colina al este de .lo-beros ó déla embocadura del Huallaga (longi-tud 77'' 56'). Acabamos de ver que el contrafuerte del Beni, especie de ramal lateral, se pierde hacia los 8° de latitud: la cordillera entre ücayali y el Huallaga se termina bajo el paralelo de 7"" CAPITULO XXVI. 12 vi reuniéndose, al este de Lamas, al eslabón de Cha-chapoyas, prolongado enlrí; el Huallaga y el Amazona. En fin, este último eslabón ó cordi-llera que hemos designado también bajo el nom-bre de central, después de haber formado los raudalesylas cataratas del Amazona, entre To-mependa y San Borja, gira hacia el norte nor-oeste, y se junta al occidental, el deCajamarcas ó de los nevados de Pelagatos y Huaylillas , p;ira formar el gran mido de inontdñds de Laja. Esteno tiene mas que unaallura media de i,ooo á 1,200 toesas; su clima templado le hace parti-cularmente propio á la vegetación de los árbo-les de quina, cuyas mas hermosas especies cre-cen en las florestas célebres de Cajanuma y de Uritusinga , entre el rio de Zamora y el Cachi-yacu entre Tavacona y Guaocabamba. Muchos siglos antes que se conociese la quina de Popa-yan y de Santa Fe de Bogotá (lat. bor. 2° \i\ 5") de Huacarachuco, de Huamalies y deHuanuco (lat. meridional 9" á 11'') el nudo de montañas de Loja fué mirado como la sola región de la que podia sacarse la corteza febrífuga del cin-cliona. Este nudo ocupa el vasto terreno entre 124 LICRO IX. Guancabamba , Ayavaca, Orla, y las ciudades arruinadas de Zanfora y de Loyola , de los 5 | á los 5° I de latitud. Algunas cumbres (los pá-ramos de Alpachaca, de Saraguru, de Saba-nilla, Gueringa, Chulucanas, Guamani, Yamoca que he podido medir) se elevan de i ,58o á i ,72o toesas, pero ni aun se cubren esporádicamente de nieves, cuya caida no tiene lugar por esta la-titud , sino por cima y de 1 ,86o y de i ,900 toesas de altura absoluta. Hacia el este, bajando al Rio de Santiago y al rio de Charaaya , dos afluentes del Amazona , las montañas bajan rápidamente entre San Felipe, Matara y Jaén de Bracamoros , y no tienen ya mas de 3oo á 5oo loesas de ele-vación. Aproximándose á las montañas de micaesquita de Loja , hacia el norte, entre los páramos de Alpachaca y de Sarar (por los 5° i5' de lat. ) , eí nudo de montañas se ramifica en dos ramales que abrazan el valle longitudinal de Cuenca. Esta separación no dura sino sobre una largura de 1 2 leguas , pues por los 2° 27' de latitud , las dos cordilleras se reúnen de nuevo en el nudo delAsuay, grupo traquilico cuya meseta cerca CAPÍTULO XXVI. 1 25 de Cadlud tiene 2,4^8 toesas de altura , y entra casi en la región de las perpetuas nieves. Al nudo de montañas del Asuay, que ofrece un paso de ios Andes muy concurrido entre Cuenca y Quito, sucede (lat. 2"! á o" 4o' sur) otra partición de las Cordilleras hecha célebre por los trabajos de Bouguer y de La Conda-mina, que han colocado sus señales ya sobre una ya sobre otra de las dos cadenas. La orien-tal es la del Chimborazo (3j35o toesas) y del Carguairazo la occidental, la cadena del vol-can Sangay, délos Collanes y de Llanganate. La iiltima está quebrada por el rio Pastazn. El fondo de la llanura longitudinal que estos dos eslabones limitan desde Alausi hasta Llacta-canga, es poco mas elevado que el fondo de la llanura de Cuenca. Al norte de Llactacanga por los 0° 4o' de latitud, entre las cimas del Ili-niza (2,'-i'y toesas) ydelCotopaji (2,950 toesas) la primera de las cuales pertenece á la cadena del Chimborazo, la segunda ala del Sangay , se halla el nudo de Chisinche , especie de dique estrecho que cierra la llanura y divide las aguas entre el Océano Atlántico y el Mar del 126 LIBRO IX. Sur. El alto de Chisinche no tiene mas que 8o toesas de altura sobre las mesetas vecinas. Las aguas de su falda septentrional forman el Rio de San Pedro que, uniéndose al rio Pita, de-sagua en el Gualabamba ó Rio de las Esmeral-das. Las aguas de la falda meridional, que se de-signan mas particularmente bajo el nombre de cerro de Tiopullo, van al Rio de San Felipe y al Pastaza, afluente del Amazona. Mas allá de la cumbre de Chisinche, la bi-partición de las Cordilleras empieza de nuevo y continua desde o" ¿¡o' de latitud meridional hasta 0° 20'^de latitud boreal, es decir hasta el volcan de Imbabura cerca de la villa de Ibarra. La cordillera oriental presenta las cimas ne-vadas de Antisana (2,992 toesas), de Guamani, de Gayambe (0,070 toesas) y de Imbabura; la cordillera occidental, las del Corazón, de Ata-cazo , de Pichincha (2,491 toesas) y de Coto-cache (2,570 toesas). Éntreoslos dos eslabones que pueden mirarse como el suelo clásico de la astronomía del siglo XVII1°, se prolonga un valle, una parte del cual es nuevamente divi-dida longitudinalmente por las colinas de Ichim- CAPITULO XXVI, i 27 bio y de Poignasi. Al esle de estas colinas se ha-llan las mesetas de Paembo y de Chillo, y al oeste las de Quito, Iñaquito y Turubamba. El ecuador atraviesa la cumbre del nevado de Ca-yambe ' y el valle de Quilo en el pueblo de San Antonio de Lulumbaniba. Cuando se considera la poca masa del nudo del Asuay, y sobre todo «1 de Chisinche, se inclina á mirar los tres lla-nos de Cuenca, de Hambato y de Quito, como un solo valle largo (desde el páramo de Sarar hasta la villa de Ibarra) de 70 leguas marinas, ancho de 4 á 5 leguas , ofreciendo una di-rección general N. 8° E., y dividido por dos di-ques transversales, uno entre Alausi y Cuenca (por los 2" 27' de latitud austral) y el otro entre Machache y el Tambillo (por 0° 4<>')- En nin-guna parte de la cordillera de los Andes hay mas montañas colosales aproximadas unas de otras que al este y al oeste de esta vasta llanura de la provincia de Quito, un grado y medio al ' Las alturas del Cliiniborazo , del Piucupicliincha , del Ca-yambey del Anúsana , diferentes de la que refiere La Conda-mine en la inscripción del convento de los jesuítas de Quito, son los resultados de mis propias medidas geodésicas. 128 OBRO IX. sur y un cuarto de grado al norte del ecuador. Esta llanura, centro de la mas antigua civilización indígena, después de la Titicaca, remata, hacia el sur, en el nudo de las montañas de Loja y hacia el norte en la meseta de la provincia de los Pastos. En esta provincia, poco mas allá de la villa de Ibarra, entre las cimas nevadas de Cotoca-che y de Imbabura , las dos cordilleras de Quito se reúnen y forman un solo macizo que se ex-tiende hasta Meneses y Voisaco, de o" 21' lat. bor. á 1° i5'. Llamo este macizo, sobre el que se elevan los volcanes de Cumbal y de Chile, elnudo de las tnontañas de ios Pastos, á causa del nombre de la provincia que forma su cen-tro. El volcan de Pasto, cuya última erupción es del año 1 727 , se halla colocado al sur de Ye-noi , cerca del borde septentrional de este grupo, cuyas mesetas habitadas tienen mas de 1 ,60o toe-sas de elevación sobre el nivel del Océano. Es el Thibete de las regiones equinocciales del nuevo mundo. Al norte de la ciudad de Pasto ( lat. bor. 1° 1 5' long. 79° [\i) los Andes se dividen de nuevo en dos ramales para ceñir la meseta de Mamen- CAPlTütO XXYI. 129 doy y (3c Almaguer. La cordillera oriental en-cierra la siencga de Sebondoy (lago alpino que da nacimiento al Putumayo), los manantiales del lupura ó Caqueta y los páramos de Aponte y de Iscanse. La cordillera occidental, la í!íi Mamacondi, llamada en el pais cordillera de la costa á causa de su proximidad al litoral del Mar del Sur, es quebrantada por el gran rio de Palias que recibe el Guaitara, el Guachicon y el Quilquase. La meseta ó llanura interme-diaria está en parte ocupada por los páramos de Pitatumba y de Puruguay , y ofrece grandes desigualdades; la separación de los dos esla-bones me ha parecido poco distinta hasta al p.t-ralelo de Almaguer (lar. 1° 54', long. 79° i5'). La dirección general de los Andes, desde la ex-tremidad de la llanura de la provincia de Quito hasta cerca de Popayan , muda de N. 8" E. en N. 36° E., y sigue la dirección de las costas de Esmeralda y de Barbacoas. Sobre el paralelo de Almaguer, ó mas bien un poco al nordeste ' de esta ciudad , la constitii- 1 Véase mi carta del Rio Magdalena, lám. 24 del Jilas geográfico ^físico. V. 9 í 3o LTBRO IX. cion geológica dei terreno présenla mniíanzas muy notables. La cordillera que acabamos de designar bajo el nombre de oriental , la del lago de Sebondoy, se ensancha mucho entre Pansi-tara y la Ceja. El centro del páramo de (as Papas y de Socohoniáa lugar al nacimiento de los caudalosos ríos del Cauca y del Magdalena, y se divide por Jos 2° 5' de latitud en dos cordi-lleras al esto y al oeste de la Plata Vieja y de Timana. Estas dos cordiileras quedan casi pa-ralelas hasta los 5° de latitud, y orillan el valle longitudinal en el que serpentea el Rio Magda-lena. Llamaremos cordillera oriental de la NuevaGranada á laque se prolonga hacia San-ta Fe de Bogotá y la Sierra Nevada de Mérida, la este del Magdalena Cordillera central de ia Nueva Granada, á la que se dirige entre el Magdalena y el Cauca hacia Mariquita ;y cordi-iiera occidental de la Nueva Granada , á la que continua ia de ia costa del Al maguer y separa la madre del rio Cauca dtl terreno platinífero del Choco. Para mayor claridad po-dría también llamarse á la primera cordillera, que es la de la Suma Paz, según el grupo co- CAPÍXCLO XXVT. l5 t \obA d'c nioDlafiíií al sur de Sania Fe cíe Eogota quedespjcleln^ fagijas desde su ladera oriental hasla el rio IVÍcti. La segunda seria designada con el nombre de cordiilí ra de Giianacas ó de Quindhi á causa de los dos pasos céiebrcs do los Andes en el camino de Santa Fe de Bogotá' i\ Popayan , y la tercera seria la del Choco ó del íiloraL Algunas leguas ai sur de Popayan (lat. bor. 2"2i') al oeste (Jel páramo de Pautara V del volcan de Puracc, el nudo de las iiion-iaftas de Socohoni envía hacia el nordeste una cumbre ó punta de micaesquila que divide las aguas entre el Mar del Sur y el Mar de las An-tillas, vertiéndolas la ladera del norte al rio Cauca , y la ladera sur al rio de Palias. La tripartición de la parte de los Andes auc acabamos de señalar (lat. bor. i" | 2" [¿ ) re-cuerda al geógnosto la que se verifica en los ma-nantiales del Amazona en el nudo de iüs mon-tañas de Tluanucoy de Pasco (lat. ajjstr. 1 1°) : pero la mas elevada de las tres cordilleras que adornan el Amazona y el Huallaga es la occir dental mientras que de lastres de la Nueva Granada, la del Choco ó áx\ litoral es la me-* 9 102 LIBRO IX. nos elevada de todas. Por haberse ignorado esta Iriparticion de los Andes en la parte de la Amé-rica del sur que aproxima el rio Atrato y el istmo de Panamá, se han hecho tantos juicios erróneos sobre la posibilidad de un canal do unión entre los dos mares. La cadena oriental de los Andes de la Nueva Granada (sírvome de una denominación casi sistemática , pues el nombre de Andes es desco-nocido en los paises situados al norte del ecua-dor) la cadena oriental, repito, conserva durante algún tiempo su paralelismo conlas dos cadenas (las de Quindiu y del Choco) pero mas allá de Tunja ( lat. 5°|^) inclina mas hacia el nor-deste pasando repentinamente de la dirección N. 25" E. á la N. 45° E. Es como una veta que muda de paso ó dirección , y que va á juntar.-^c á la costa después de un morro extraordinario que experimenta por el agrupamiento de las montañas nevadas de Mcrida. La tripartición do las Cordilleras y sobre todo la separación de sus ramales influye poderosamente sobre la prospe-ridad de los pueblos de la Nueva Granada. L i diversidad de las mesetas y de los climas super- CAPÍTULO xwr. IJO puestos \i\ñn las prociucciones agrícolas como el carácter de los habitantes. Vivifica el camhio de las producciones, y renueva al norte del ecuador, sobre una vasta superficie, el cuadro de los valles ardientes y de las llanuras irlas y templadas del Perú. Es también digno de ser notado que , por la separación de uno de los ramales de las Cordilleras de Cundimarca y por el extravío de la cordillera de Bogotá hacia el nordeste, el grupo colosal de las montañas de Wérida, se ha hallado encerrado en el terri-torio de la antigua capitanía general de Vene-zuela , y que la continuación de un mismo ter-reno montuoso de Pamplona á Barquesimeto y Nirgua ha facilitado, por decirlo así , la reunión política del territorio colombiano. Durante todo el tiempo que la cordillera central (de Quin-diu) presenta cimas nevadas, ningún pico de la oriental (de la Suma Paz) se eleva, bajo los mismos paralelos, hasta el líaiite de las perpe-tuas nieves. Entre los 2° y 5" | de latitud , ni los páramos situados al este del Gigante y de rSeiva , ni las cimas déla Suma Paz, de Chin-gaza, de Guachaneque y de Zoraca^ se ele- 134 LlDPvO IX. van á mas de 1,900 á 2,000 toesas mientras que al norte del paralelo del páramo de Erve ' (lati-tud 5° 5') el último de los nevados de la cor-dillera central se descubre desde las cimas neva-das de C!r!ía(lat. 5"5o') y deMucuchies(lat. 8° 12') del eslabón orienlal.Resulta de esto que, des-de los 5" de latitud, las solas montañas que con-servan nieves durante todo el año son las Cor-dilleras deí este. Hay todavía mas : aunque la Sierra Nevada de Santa Marta no sea , propia-mente hablando, una continuación de los ne-vados de Chita y de Mucuchies (al oeste de Pa-tule y al este de Mérida), á lo menos se halla muy cerca de su meridiano. Llegados á la extremidad boreal de las Cordi-lleras comprehendidas entre el cabo de Hornos y el istmo de Panamá, nos limitaremos á indi-carlas mas altas cumbres de ios tres eslabones que se dividen en el mido de montañas deSo-cobonl y de ia punta del Roble ( lat. 1° 5o'— ü" 20'). Empiezo por el mas oriental, que es el dcTimana y el de la Suma Paz, que divídelos * Las iiílvcs nuc se llaman en Santa Fe 3ícs{í ele Heneo. cAriTULo xxvr. í55 afluentes del Magdalena y del Meta prolongase por los páramos de Ghingasa , Guachaneque, Zoroca, Toquillo (cerca de Labranza Grande), Chila , Almorzadero % Laura, Cacóla, Zumba-dor y Porqueras hacia la Sierra Nevada de Mé-rida. Estos páramos indican diez elevaciones par-ciales de las espaldas délas Cordilleras. La caída de la oriental es sumamente rápida por el lado del este, donde adorna el Meta y el Orinoco; al oeste la cordillera oriental es ensanchada por dos contrafuertes sobre los que están situadas las ciudades de Santa Fe de Bogotá, de Tunja, de Sogamozo y de Leiva. Son como mesetas apoyadas á la caida occidental , mesetas que tie-nen i,5oo ó i,4ootocsas de altura, y entre las que, ' Este páramo está situado entre el puente de Cliilagua y el pueblo de Tequia. El rio Chitaga entra en el Sagare , y el Tequia en el rio Sogamozo, Los páramos del Almorzadcro V Toquülo son los mas elevados entre las ci ñas que, en el camino de Mérida á Santa Fe de Bogotá, no entran en la re-gión de las nieves perpetuas. Los S"=' Ribero y Boussin-ganlt han encontrado que se pasa el páramo del i^ Imorzadero á 2,010 toesas , y el páramo de Caceta á 1,700 tocsas de al-tura. l36 LIBRO IX. la Bogotá (fondo de un antiguo lago) encierra en el campo de Gigantes , cerca de Suacha , hue-sos de mastodontes. La cordillera intermediaria ó central se di-rige al este de Popayan , por las altas llanuras de Malbasa , por los páramos de Guanacas , de Iluila, deSaveiillo, de Iraca, de Baraguan , de Toiima ^, de Ruiz y de Herveo , hacia la pro-vincia de Antioquía. Bajo los 5° iS'de latitud, esta cordillera, la sola que presenta restos re-cientes de un fuego volcánico en las cimas de Sotara y de Puracc, se ensancha considerable-mente hacia el oeste, y se reúne á la occidental, que hemos llamado del Choco , porque el ter-reno platinífero de esta provincia se halla sobre la caída opuesta al Océano Pacífico.] Por es!a reunión de dos cordilleras, la llannra^de la pro-vincia de Popayan está cerrada al norte de Car-tago Viejo; y el rio del Cauca , saliendo de las llanuras de Buga, está forzado, desde el sallo de San Antonio hasta la Boca del Espíritu Santo, ' El paso de la montcwd th QitiniUn , sobre el camino de Ibague ú Carlago, se encuentra enire los nevados de Tolinia Y de Baraííuan. rvinTULo XXVI. . uy áuranlc itn curso de í[0 á 5o legua?, á abrirse un camino al Iraves de las nioiilafiis. Como la cresta de la cordillera oriental sigue su direc-ción hacia el N. E. , la llanura del Magdalena» que es casi paralela á la del Cauca , se prolonga casi sin interrupción hacia el Monipoj. El es-trecho de Carare no es mas que una punta de peñascos que foruía un suelo cercndo de algu-nas colinas aisladas en la llanura , pero no el efecto de una verdadera reunión de dos cordi-lleras de montañas. La diferencia del nivel en-tre el fondo de las dos llanuras paralelas del Cauca y del Magdalena es muy notable. La pri-mera conserva entre Cali y Cartago 5oo á ¿'¡04 toesas la segunda , de Neiva á Anibalema , 2ü5 á j5o toesas de altura. Diríasc , según diferen-tes hipótesis geológicas, ó que las formaciones secundarias no se han acumulado á la misma espesura entre las cordilleras oriental y centra! que entre esta y la occidental, ó que los depó-silos se han hecho sobre fondos de peñascos primitivos desigualmente levantados al este y oeste do los Andes de Qaindiu. La diferencia media de eslas espesuras de formación ó de es- l58 IIBRO IX. tas alturas es de 3oo toesas. En cuanto úla punta peñascosa de, la angostura de Carare , parte del sudeste del contrafuerte de Muzo, por medio del que serpentea el Rio Negro. Por este contra-fuerte y por los que vienen del oeste, las cor-dilleras oriental y central se aproximan entre Nares, Honda y Mendales. En efecto la madre del Piio Magdalena eslá reducida, por los 5" y 5° 18', al este por las montañas del Sargento, y al oeste por contrafuertes unidos con las mon-tañas graníticas de Mariquita y de S.mta Ana. Este encogimiento de la madre del rio se baila bajo el mismo paralelo que el del Cauca, cerca del salto de San Antonio; pero en el nudo de las montañas de Antioquía, las cordilleras cen-tral y occidental se reúnen por sí mismas, mien-tras que entre Honda y Mendales las cimas de las cordilleras central y oriental quedan de Id modo distantes, que solo son los contrafuertes de cada sistema los que se aproximan y con-funden. También es digno de notarse que la cordillera central de la Nueva Granada ofreco la cima mas alta de los Andes en el hemisferio CAPÍTULO XXVI. i39 boreal. El pico de Tolima * (lat. 4° 4^')j cuyo nombre es casi desconocido en Europa y que he medido en 1801 , se eleva alo menos á 2,865 toesas de altura , y domina por consiguiente sobre el Imbabura y el Cotocache de la provin-cia de Quilo, sobre el Chiles de la meseta de los Pastos, sobre los dos volcanes de Popayan , y aun sobre los nevados de Méjico y el Monte San Elias de la América rusn. Eí pico de To-lima, cuya forma recuerda la del Cotopaji no cede quizá en altura sino á la cresta de la Sierra Nevada de Santa Marta , que debe considerarse como un sistema de montañas aislado. La cordillera oriental , llamada también ca~ dena del Choco y de la cosía (del Mar del Sur) , separa las provincias de Popayan y de Antioquía de las de Barbacoas, del Raposo y del Choco poco elevadaen general, si se le compara con la altura de las cordilleras central y oriental , opone sin embargo grandes trabas á las comunicacio- ' E! segundo rango de altura en el hemisferio boreal pa-rece ocupado por el nevado de Hulla (lat. 2° 5^'j, entre Wa-tuga y Quilicliao. El S' de Caldas le da 2,800 toes?.s. ( Véase el Semanario de Bogotá , tom. i, ¡¡ág. 6.) 1 |0 LIBRO IX. lies entre el valle áv. Cauca y el litoral ". En su medio de una cordillera lateral. He debido in-sistir sobre aquella forma arliculada de los Andes, sobre aquellos nudos ó crestas transver-sales, y sobre aquella larga serie de llanuras in-teriores , desde el Potosí, en el Alto Perú, hasta el salto de San Antonio, en la provincia de An-tioquía, porque en la continuaicon de los Andes, llamados Cordilleras del litoral de Venezuela , volveremos á hallar aquellos mismos diques transversales y aquellos mismos fenómenos. Las ramificaciones de los Andes y de todas las grandes masas de montañas en diferentes cor-dilleras merecen una- consideración particular, respecto á la altura mayor ó inferior á que se sos-tiene la profundidad de los llanos cerrados ó va-lles longitudinales. Los geólogos se han ocupado mucho mas hasta hoy dia de los estrechamien-tos sucesivos de estas llanuras, de su profundi-dad, comparada con los muros de roca que los adornan, y de la correspondencia entre los án-gulos entrantes y salientes, que del nivel que tiene el h.)ndo de los valles. Ninguna .medida precisa nos indica todavía la ailura absoluta de los tres llanos de Titicaca, de Jauja y del Alto ( i56 LinRo IX. Marañon ^ pero yo he tenido la ventaja de poder determinar los seis llanos ó valles longi-tudinales que se siguen, como por escalones, hacia el norte. El hondo del valle de Cuenca, en-tre los nudos ó cadenas de Loja y del Asuay, tiene i,55o loesas; e\ de Alausi y de Hambato, entre el nudojdel Asuay y la punta Chis'mcho 1020 toesas : el valle de Quito "^^ en su parte oriental, i,54o toesas, y 1,490 en la occidental; el llano de Almaguer, i,s6o toesas; el ^ del rio ' Me inclino á creer que la profundidad de la parte meridio-nal de la ancha hoja del alto Mara£ion, entre Huari y Huacara-- chuco, tiene por lómenos 3 5o toesas; pues que yo he encontrado l;is agiias medias de este rio, junto á Tomependa, elevada á 19/, toesas sobre el nivel del Océano; y según la analogía del curso del Magdalena , entre Neiva y la angostura de Carare, el alto Marañon puede tener, durante un curso de /»" de latitud , mas de i5o toesas de caída. ^ El valle de Quilo, Iñaquito y Turubamba debe ser con-siderado geognósticamente como un mismo valle con el de Puembo y Chillo. Las colinas interpuestas de íchimbio y de Poingasi cubren esta comunicación. ^ Para poder comparar este llano , que es la parte mas fértil de la provincia de Popayan y el de la Magdalena con los del antiguo conlinente , citaré aquí las llanuras Mysone (380' CAPÍ ri; LO XXVI, 157 Cauca, entre las altas planicies de Cali, Buga y Carlago, 5oo tocsas el valle del Magdalena, en- Ire Neiva y Honda, 200; entre Honda y !VIoni-poj, 100 de altura medía sobre el nivel del mar ". En esta región, sujeta á medidas preci-á 420 toesas) , del interior de la España (35o toesas), de la Suiza entre los Alpes y el Jura (270 toesas), y de la Suabia (i5o toesas). ' En la región de los Andes comprehendidos en los 4° de latitud meridional y los 2° de lat. bor. , los valles longitudi-nales , ú hondonadas encajonadas por cadenas paralelas , tienen muy regularmente entre 1,200 y i,5oo toesas de altura, mientras que los valles tiansversales son notables por su depresión, ó mas bien por el descenso rápido de su profon-didad. El fondo de Patias, dirigido del N. E. a! S. O. no tiene, por ejemplo, aun mas arriba de la reunión del rio Guachicon con el Quilquase,segunlasniedidasbarométricasdelS"' decaí-das, sino 35o toesas de altura absoluta, y, sin embargo, se halla ceñido á las mas altas cimas de los páramos de Pun-taurcu y Mamacondi Saliendo de las llanuras de la Lom-bardía, y penetrando en los Alpes del Tirol por