Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada - Libro Décimo

En este libro decimo se escribe como estando por edicto real vedado el dar licencia para que se hiciesen nuevas poblaciones, la Audiencia del Nuevo Reyno, a pedimento de las ciudades nombro al capitán Salinas para que con la gente que pudiese fuese a castigar los naturales de las ciudades de Ibagué,...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Aguado, Pedro de, Fray, 1503-1590
Format: Book Part
Language:Spanish
Published: Madrid: Tip. de Jaime Ratés 1917
Subjects:
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Online Access:http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll10/id/2437
Description
Summary:En este libro decimo se escribe como estando por edicto real vedado el dar licencia para que se hiciesen nuevas poblaciones, la Audiencia del Nuevo Reyno, a pedimento de las ciudades nombro al capitán Salinas para que con la gente que pudiese fuese a castigar los naturales de las ciudades de Ibagué, Mariquita y Tocayma, que se habian rebelado, según en los libros de atrás queda escrito; y como después de aver pacificado la gente rebelde, Salinas, con los soldados que le quisieron seguir, se metió en la provincia de los Palenques, donde pobló la ciudad de Vitoria. Título con la ortografía original de la época. - El padre Aguado y su obra. - Libro decimo. - Capítulo primero. - Capítulo segundo. - Capítulo tercero. - Capítulo cuarto. - Capítulo quinto. - Capítulo sexto. - Capítulo séptimo. - Capítulo octavo. - Capítulo noveno. - Capitulo diez. - Capítulo once. - Capítulo doce. - Capítulo trece. - Capítulo catorce. - Capítulo quince. - Capítulo dieciséis. - Capítulo diecisiete. - Capítulo dieciocho. - Capítulo diecinueve. - Capítulo veinte. - Capítulo veintiuno. ^«^'L-k Publicaciones de la Real Academia de la Historia HISTORIA SANTA MARTA Y NUEVO REINO DE GRANADA POR FRA Y\ TEDRo "BE oAGUADO CON PRÓLOGO, NOTAS Y COMENTARIOS JEKONIAO BÉCKER Individuo di número de la Real Academia de la Historia. TOMO II ¡f /-i l^f MADRID , ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE JAIME RATÉS Costanilla de San Pedro, número ó. I9I7 Historia de Santa Marta Y Nuevo Reino de Granada EL PADRE AGUADO Y Sü OBRA Forman este volumen los libros X á XVI de la primera parte del manuscrito del Reverendo Padre franciscano Tray Pedro Ag-uado, la cual lleva el título de Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada; y como la úni-ca edición que se ha hecho de esta obra, que es la publi-cada en Santa Fe de Bogotá el año 1906, sólo contenía los nueve primeros libros de aquélla, claro es que había per-manecido hasta ahora completamente inédito lo que la Real Academia de la Historia se complace hoy en poner al alcance de cuantos deseen conocer en sus detalles la gloriosa y fecunda acción de los españoles en las Indias. En realidad, sin incurrir en exageración alguna, podría decirse que la obra de fray Pedro de Aguado estaba total-mente inédita al acometer su publicación esta Real Acade-mia, toda vez que, como ha podido comprobarse exami-nando el tomo I de esta edición, la parte publicada en Santa Fe de Bogotá lo fué, por culpa de los copistas, y por no haberse cotejado la copia con el original, con tan nu-merosos é importantes errores —presentidos por un culto y laborioso crítico colombiano, el Sr. Vergara y Velasco — , que alteran esencialmente en repetidas ocasiones el trabajo 6 HISTORIA DE SANTA MARTA del docto hijo de San Francisco. Pero aunque no ha sido im-presa hasta nuestros días, no por ello dejó de ser conocida y citada con elog^io mucho antes, casi en vida del autor, por algunos historiadores y eruditos; pues como se hizo notar en el Prólogo del tomo I, la obra del Padre Aguado fué men-cionada, entre otros, por el Obispo Fernández dePiedrahita, fray Pedro Simón, León Pinelo y D. Nicoliis Antonio. Con lealtad que le honra, y que no empleó en otros ca-sos (1), hubo de confesar el segundo de los historiadores citados que se había aprovechado mucho del manuscrito de su hermano en Religión; y á decir verdad, la confesión no peca de exagerada, pues quien detenida é imparcial - mente compare la Historia de Santa Marta y Nl'evo Reino de Granada del Padre Aguado y las Noticias histo-riales del Padre Simón, no podrá menos de reconocer que la primera ha servido de base y fundamento á la segunda. Y, después de todo, es natural que así ocurriese, porque el Padre Simón debió llegar al Nuevo Reino de Granada al-gunos años más tarde del regreso á la Península del Padre Aguado, es decir, cuando por haber muerto todos, ó casi todos, los que habían tomado parteen la conquista y paci-ñcación de aquél, no podía ya recoger directamente de sus labios el relato de lo ocurrido, y se vio precisado á va-lerse de las noticias é informes consignados por fray Pedro de Aguado, que tenían y tienen la autoridad de haber sido su autor testigo presencial de muchos de los sucesos por él referidos, contemporáneo de otros, y haber tenido cono-cimiento de los demás por los mismos que en ellos habían tomado parte. (1) Fray Pcdi--) Simón copió A la letra, omitiendo el nombre del autor, en la sexta de sus Noticias de Tierra Firme, la Jor-nada de Pedro Ursua, compuesta por Diego de Aguilar y do Córdoba. Y NUEVO REINO DE GRANADA 7 Xo obstante esto, preciso es reconocer - y la justicia exi-ge consig-narlo que hay entre ambas obras diferencias bastantes para que ninguna de ellas anule el valor de la otra. En primer lugar, como si bien el Padre Aguado no so-licitó la licencia para imprimir su trabajo hasta 1581—ó al menos hasta ese año no se le otorgó — , su relato termina en 1568, y como la obra del Padre Simón no se concluyó hasta 1624, la diferencia de cincuenta y seis años que en-tre ambas existe, permite que la segunda avance mucho más que aquélla en la exposición de los hechos. Además, el Padre Simón dio mayor importancia y otorgó mucha más extensión en su manuscrito á todo lo referente á las Ordenes religiosas, especialmente á lo relativo á la labor y vicisitudes de los franciscanos, mientras que el Padre Aguado, no obstante pertenecer á esa misma Orden, con-cedió á tal materia tan escasa atención, que todo cuanto sobre el particular creyó necesario escribir se encierra en pocas líneas. En cambio, las descripciones del terreno y el estudio de la vida y costumbres de los indígenas, son más detallados y más completos en la Historia de Santa Mar-ta que en las Noticias historiales, lo cual hace que la pri-mera tenga mayor valor geográfico é histórico. Sin embar-go, el libro del Padre Simón es más minucioso en el relato de las fundaciones de las ciudades, y su texto, aun estando lejos de ser un modelo literario, tiene, sobre el del Padre Aguado, la ventaja de ser bastante más correcto su estilo. Pero así como fray Pedro Simón confesó que había apro-vechado mucho de la Historia de Santa Marta del Padre Aguado, con idéntica lealtad, aunque con distinta suerte, consignó este último en su obra que tenía comenzado el trabajo otro religioso de su misma Orden, el Padre Antonio Medrano, muerto, como oportunamente hubo de decirse, en la jornada del Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada 8 HISTORIA DE SAKTA MARTA al JJorado; y se calific¿x de distinta la suerte que tuvieron ambas confesiones, porque á nadie se ha ocurrido deducir de la del Padre Simón que éste no fué el verdadero autor de las Xoticias historiales, y, sin embargo, no ha faltado quien tomase pretexto de la honrada manifestación del Padre Aguado para afirmar y sostener hasta con acritud que lo publicado bajo su nombre fué obra de su antecesor en el Convento. Verdad es que el Sr. Vergara y Velasco — crítico colombiano cuyas dotes de cultura y laboriosidad ya hemos.reconocido, pero del que hay que decir en justi-cia que fué más fecundo que acertado en sus juicios —no puda hacer otra cosa que estampar esa afirmación, sin agre-gar prueba alguna de su exactitud, y partiendo únicamen-te de un conocimiento imperfecto de solo parte de la obra, de los nueve primeros libros publicados en Bogotá en 1906. Realmente no hay dato, ni siquiera indicio alguno que atitorice semejante suposición; por el contrario, todo per-mite creer que si alguna parte tomó en la confección de la Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Grana-da el Padre Antonio Medrauo, no debió ni pudo ser otra que la de concebir la idea de escribirla y preparar materia-les para realizar su pensamiento, y aun en ese trabajo de preparación, claro es que no le fué dado llegar más allá del tiempo en que le sorprendió la muerte; de modo que rodo lo que en la obra consta de fecha posterior al año en que Jiménez de Quesada emprendió la expedición al Do-rado, tuvo que ser forzosamente labor del Padre Aguado. Además, otro crítico colombiano, más imparcial que el se-ñor Vergara y Velasco, D. E. de Saldanha, en un reciente artículo publicado en el Boletín historial, órgano del Cen-tro de Historia de Cartagena de Indias, ha hecho notar que el estilo uniforme del libro demuestra que una sola pluma trabajó en su factura, y ésta no pudo ser más que la del Pa • dre Aguado. El argumento es de bastante peso. Y NUEVO REINO DE GRANADA ) de la de Mariquita, más al Norte en la provincia de los Patangoras, tierra lastrada (3j de oro y que hervía de gente. Salinas repartió los indios á los conquistadores y pobladores, quodaiulo hasta cuarenta soldados á quienes no cupo parte en las encomiendas ó que vendieron las qu'^ se les adjudicaron, como de ordinario acontecía, como dice el Padre Simón, en las nuevas poblaciones y repartimientos. «Entre ellos era uno el ca-pitán Francisco de Hospina (4), hombre de gallardo ánimo y bríos y que los había mostrado en servicio del HeV; militando en muchas ocasiones en conquistas y descubrimientos de este reino, natural de los de España, montañés de la villa de Salinas de Annana, conocido hijodalgo.» La ciudad d^ Vitoria fué fundada eu 1558, según el Padre Simón, y no en l.')57, como dice el Padre Aguado. (1) Biblioteca de la Real Academia de la Historia. —roíccció/i A/uñor, tomos 13y 14. (2) Gil otro Ingar el P. Simón fija en nuince leguas la dictanciü entre Mariqnita y Vitoria i3) Es decir, carga'ia, porque 'astrar significa, eu sentido figurado, afirmar nna coia cartiándola de peso . ;4) Hospina ü Opina, pnes de las dos maneras aparece escrito. CAPITULO TERCERO En el qiial se escri ve como después de auer poblado la cibdad de Vitoria, el capitán Salina-!, con toda la g-ento que tenia, se metió la tierra adentro de los Palenques a buscar sitio en que fixar ol pueblo, y lo que a el v a &us soldados les sucedió has-ta llegar al rrio de la Miel, y lo que lo naturales hizieron desque vieron que los españoles cntravan por su tierra, y porque causas. Acabada su poblazon en la manera dicha, el capi-tán Salinas luego ordeno de pasar adelante con su gente y pueblo, porque el sitio donde estava no era lugar conviniente ni acomodado para rresidir en el ninguna persona mucho ni avn poco tiempo, y co-menco a marchar con buen concierto, porque el pe-ligro y riesgo de la tierra ansi lo rrequeria; y fue deste lugar donde pobló a parar a va pueblo de yn-dios, que después fue dicho de los Marquesotes a causa que estando en el cierta copia de soldados, de conformidad se cortaron las barbas a la marqueso-ta (1), por quitar de si el peligro que con ellas teniau de, llegando a manos con algún yndio, que les hizie- (1) Marqueaotd era un cuello alto do tela blanca que, muy almidonado y hueco, usaban los hombres como juenda do adorno. 30 HISTORIA DE SANTA MARTA sen presa en ellas, porque hasta entonces siempre vsaban traer la varba larga. Eslava este pueblo disierto de sus moradores, que lo auian desan])arado. avnque bien probeydo de co-mida y mantenimiento de mayz y frutas secas no co-nocidas ni vistas por los españoles hasta entonces. Tenían cantidad de todo o;enero de animales de to-das suertes secos al humo, entre los cuales auia ratones, gatos de arcabuco, que por otros nonbres se llaman micos y monas—estos, como estavan secas las caras y sin pelo, parecían criaturas movedizas— muchos géneros de paxaros y aves y pescados me-nudos, todo muy seco y sin sustancia ni humor. Fue esta seca montería vn gran sustento para los hambrientos españoles, que auia mucho tiempo que entre sus manos no vian ni avian visto o ira prospe-ridad como esta, y ansi hizieron con ella muy gran fiesta. Halláronse aqui vn genero de quescos como de duraznos, y el meollo de dentro era maj'or que de almendra, de muy buen sabor, que tirava quasi al de almendra verde; comida de muy gran sustancia y ca-lor para el cuerpo: hallábanla los soldados esta fruc-ta de gran virtud para confortación del estomago y mienbros. En este pueblo de los coronados descanso la gente y se rrecreo algunos días, después de los quales el capitán Salinas enbio ciertos soldados con vn caudi-llo llamado Francisco de Ospina, que fuesen a buscar algunos yndios para con ellos ver si podia principiar la paz de aquella tierra. Este Ospina es el que des-pués pobló la viudad de Nuestra Señora de los Re- Y NUEVO REINO DE GRANADA 3? medios. Salido este caudillo y españoles que con el yvan, dieron a obra de vna milla en vn pueblo que por la espesura de las montañas no se auia visto ni vio hasta que dieron en el; a cuyos moradores halla-ron las armas en las manos, que eran arcos y flechas con yerva y macanas, los cuales les defendieron la entrada, al prin<^ipio muy bien, pero como con la pre-sencia de los caballos que los españoles Uevavan fu - sen espantados y atemorizados, afloxaron los ánimos, y entrando por ellos los nuestros los ahuyentaron y desbarataron con daño y perdida de muchos yndios que alli se mataron. Los españoles recibieron de daño un flechazo que al caudilo Ospina se le dio con yerva, de que estuvo muy enfermo (1). Hallaron los españoles este pueblo bien bastezido de mayz y de otras rrayzes y frutas que los yndios tienen y vsan para su sustento: por este respeto fue llamado este pueblo el pueblo de la guacj'avara (2), la qual luego se dibulgo por toda aquella tierra y pro-vincia, y los yndios della, paregiendoles que les era perjudicial la entrada de los españoles en ella, no atreuiendose a resistilles ni rrebatilles, tomaron vna loca y barbara determinación y fue que todos o los mas dieron en quemar sus casas y buhios de morada (1) Aquí hay una línea tachada en la que se lee lo siguien-te: «y la muerte de vn caballo que al ai-remeter so lo hirieron malamente, do que murió». (2) Por error de construcción parece que el nombre del pue-blo es consecuencia dd haber encontrado comida, siendo a^i que dio origen á él la resistencia de los indios, como fácilmente se comprende fijándose un poco. .SS UISTOHIA DK SANTA MARTA y (MI tnlni- todas las comidas y arboles frutiferos que tiMiian, i)()nieiido ellos en escondidos lugares lo que niiian nienestei- [)ara su sustento, pareeiendoles que no hallando los españoles las cosas (1) en pie ni las comiflas a la mano, les seria for(;oso tornarse luego a salir de su provincia; y juntamente con esto tenian presente que en tiempo pasado el demonio, por me-dio de sus oráculos, les auia dicho que en ninguna maneríi consintiesen en su tierra estar los españoles de asiento porque auian de ser destruycion y ruyna de todo; sus sucesores y descendientes y de los que fuesen presentes, y que en ninguna manera los en-tendiesen ni diesen crédito a sus palabras, y que ya que no fuesen parte par > echarlos de su tierra, a lo menos no los esperasen ni viesen ni oyesen, y con estas cosas andavan los yndios tan alborotados y de-sasosegados que en muchos dias no se pudo tomar ninguna persona; y para hazer estas cosas eran tan sensuales (2) y sujetos a sus simulachros o sueños, (jue los que jamas avian entre si tenido paz ni amis-tad fueron para este efeto confederados y aliados, y como he dicho, casi todos o los mas conformados. Presumían ansi mismo estos barbaros que los cris-tianos era gente que comia carne humana, y que para comerlos los buscavan, y este temor hazia mas obsti-nada su rebelión, lo qual entendieron claramente de (1) Debe ser error material el haber e»eiito cosas por casas. (i) Sensual uo sólo significa lo perreneciente al apetito car-nal, sino que se aplica á los gustos y deleites de los sentidos en general, y á las personas muy aficionadas á ellos. Y NUEVO REINO DE GRANADA 39 que avieiido tomado en vna enboscada vn yndio ya hombre y de buena dispusivion y proporción de miembros y muy gordo, después que en poder de los españoles estuvo no quiso comer en mas de quatro o cinco días cosa alguna a fin de que no comiendo enflaquecerla y después de muy flaco no amarían los españoles comer de su maganta carne (1) y lo solta-rían, y ansi estava imaginativo, como hombre asom-brado y temeroso de la muerte, y como los españoles no tenían ynterprete con que hablarle y darle a en-tender lo que pretendían, cavsava esta falta mayor confusión, por lo qual acordó el Capitán enbiar este yndio con <^iertos españoles a vn pueblo que . atrás quedava en los vltimos confines de Mariquita de paz y amigo, donde llegado que fue el yndio, y viendo que los moradores de aquel pueblo se estavan en sus casas pacíficos y contentos y comían y beuian, y hablando con ellos le dieron a entenderla preten-sión de los españoles y como no comen carne huma-na, comenco el yndio a perder el temor que tenia y a hazerse afable con los españoles, porque hasta este tiempo jamas los avia mirado a la cara, lo qual fue prin<;'ipio para que la lengua de aquella tierra fuese entendida, porque el yndio, como perdió el temor, comento a hablar y dar a entender a los españoles algunos bocablos y palabras de su lenguaje, de que muchas veces se ayadavan para tratar con aquellos barbaros, porque en vna entrada de vna tierra nue-va no ay cosa que haga mas nocibles los trabajos y (1) Maganto, ta: triste, enfertnixo, inac.i lento. 40 HISTORIA DE SANTA MARTA mas lai'.ua la giiei-i-a y rel)eliün della quel no ser en-tendidos los naturales, y para evitar esto procurava Salinas con gran ahinco que el yndio hablase y en-tendiese la lengua castellana y que los españoles en-tendiesen la del yndio; y a este buen deseo del Capi-tán ayudo su buena fortuna, porque como entre los españoles fuese una yndia de poca hedad, que auia sido tomada en aquella provincia muv niña, por la (pial se le auia olvidado su lengua materna y hablava la castellana muy bien, fue, mediante el tratar cor este yndio, restituyda en su primer lenguaje, y ansi torno en poco tiempo a hablar la vna y la otra len-gua, que fue muy gran ayuda y biea para los espa-ñoles y naturales. Después de auer estado Salinas algunos dias por las poblazones comarcanas al pueblo de los corona-dos, quiso atravesar vn rrio caudaloso que por de-lante tenia, para meterse mas en la tierra, llamado el rrio de la Miel. Desde el tiempo que el capitán Pedroso anduvo por esta tierra, a cavsa de que estando en sus naci-mientos, que es tierra fria, alojado Pedroso con su gente, avia alli abundan(;ia de labranzas de mayz, que ya gran&van, de cuyas cañas se dieron los españoles a hazer miel para su comer, de donde ansi al valle como al rrio le vino este apellido de la miel. Es rrio de mucha furia, y por donde Salinas estava de muy ásperas y fragosas rriberas, tanto que con gran difi-cultad baxava vn hombre a el desenbara<;'ado, sin es-peranza de (|ue el agua se pudiese por esta parte va-dear ni pasar de gente de a pie. Salinas, vista la di- Y NUEVO REINO DE GRANADA 41 ficultad que el rrio le ofrecía para no pasarlo por do quería, camino liazía sus nacimientos con su gente con esperanca de que por los altos abria mejor dis-pusi(^ ion ansi en las riberas como en el vado e pasa-je del proprio rrio; e yendo por lo alto de vna loma que prolongaba el rrio, caminando dieron en vn put - blo de yndíos muy lleno de mantenimiento y comi-das, al qual no avian quemado los yndios paregien-doles que no subieran tan arriba los nuestros. Lla-móse este pueblo de San Pedro, por aver llegado a el tste día, y vn poco mas adelante hallaren asi mes-mo otro pueblo en pie y con mantenimiento por el rrespeto dicho, al qual llamaron el pueblo de las hor-migas, por auerlas alli muchas y muy caribes. Esta van estos pueblos algo cercanos al rrio de la miel, por lo qual el Capitán luego enbío ciertos sol-dados a que viesen si en el auia por aquella parte vado que se pudiese pasar, y como los soldados bus-casen el rrio algo descuydados, mucha cantidad de yndios, que de la otra parte estavan, rrepentínamen-te los comení^aron a flechar y hazer retirar con mu-cha prieia, donde les hirieron tres españoles; pero no dexaron los nuestros por esto de ver y reconocer el vado y paso del rrio, el qual hallaron muy bueno, y con este daño se bolvieron donde el Capitán avia que-dado, y le dieron rrelacion del buen pasaje que te-nían, y los yndios se quedaron en el paso del rrio y enbiaron a llamar mas gente porque jjensavan defen-derlo y estorvar a los españoles el pasaje. CAl'ITULO QlIARTO "Kii el qiial so escrive como queriendo el Capitán Salinas pasar el rrio de la MípI con su j;e ite los naturales se lo defendieron, y como hiillando parto cómoda asento y íixo la ciudad de Vi-toria donde al presente esta. Escrivesc aquí la manera y modo como estos españoles curaban las heridas que con ñechas y pu-ras enarboladas recibían de los vndios. Ávida relación el ra[)itan S linas del buen vado i[\.ie para pasar el rrio teniaii, anqiie le sicnificaron lt3s machos yndios que de la otra vanda del rrio auia para resistilles el pasaje, no por eso se escandalizo ni all)oroto, mas luego, el siouiente dia, se partió con toda su gente a pasar el rrio, llevando delante consi-go los mas escogidos y valientes soldados que tenia, con los quales llego a la rribera del rrio, donde los yndios de la contraria parte estavan con las armas y ánimos muy a punto para rebatillos, y ansi luego que vieron y sintieron los españoles, comen(^aron a dis-parar su ñeclieria, acompaíiandoln con grandes vo-ces y alaridos, para poner mayor terror y espanto en los soldados españoles, los quales estavan ya tan he-chos a oyr y recibir semejantes tumultos y acometi-mientos de yndios, que ninguna parte fueron estas sus cerimonias para dexar de dar muestras de su an-tiguo valor. HIST. DE SANTA MARTA Y KUEVO EEINO DE GRANADA 43 A los vnos y a los otros les era gran rreparo la espesa montaña de que entranbas rriberas estavan pobladas, porque ni los yndios podían liazer tiro cier-to con las flechas por entre los arboles que de la vna y otra parte avia, ni los españoles con sus arcabuges dañinear a los yndios por estorvarles la puntería cier-ta los arboles, antes quando disparavan contra ellos los arcabuzes, como las pelotas (1) no los lastimavan entendían que los españoles vsavan de aquel estruen-do para solo espantarlos con el, y ansi, en oyendo el trueno de vn arcabuz aleaban los barbaros muy gran alarido y gritería y davan en los arboles con palos y piedras a fin de, por esta via, hazer otro tal estruen-do como el que el arcabuz haze; pero después que acertaron a rregibir algún daño de las pelotas y en-tendieron se engañavan, ceso su alarido, procurando cada qua] repararse y adargarse con los mas gruesos arboles que podia, mas no para que desanparasen el paso que defendían del rrío, en lo qual estavan muy obstinados. Salinas, deseando pasar el rrío, re-batía los yndios que le defendían el pasaje, y comen-zó a animar y persuadir a sus soldados cjue vsasen de su valor y qun no fuese parte la canalla de los bar-baros, con sus groseras armas, a detenerlos tanto tiempo en aquel obscuro y mostruoso lugar. Algu-nos briosos soldados deseavan ya quel Capitán les diese esta licencia para arojarse al agua y pasar el rrío, porque hasta entonces se lo auia estoruado; y (1) J'elotii, bala de plomo ó hierro con que se carg'abaii los arcabuces, mosquetes, cañones y otras armas de fuego. 44 HISTORIA DE SANTA MARTA ansi, tomando la mano vn soldado, que por sobre nombre tenia Hidalgo, se arojo al rrio con temerario atreuimiento, por no tener noticia ni saberla hondu-ra del agua, pero siguiéndole otros buenos soldados, pasaron el rrio, rre^ibiendo sobre sus rrodelas gran cantidad de flechas que les tiraron los yndios, con las quales no fueron parte para hazelos detener ni boluer atrás, y ansi, ronpiendo el ynpetu del agua, y luego la furia de los barbaros, los hecharon y ahu-yentaron de las barrancas del rrio y les ganaron el sitio que defendían. Tras destos soldados pasaron luego los de a caba-llo y otros muchos peones, los qu-tles, todos juntos, ahuyentaron y desbarataron de todo punto la multi-tud de yndios que estavan en la defensa del paso del rrio; y como quisiesen yr en su alcance y seguimien-to, ol capitán Salinas se lo estorvo, por evitar las muertes y crueldades que en semejantes desbarates se suelen hazer, y luego rrecogio toda su gente y paso todo su carruaje y se alojo aquel dia alli, por ser ya tarde, y otro dia camino la tierra adentro y co-menzó a dar en algunas poblazones de yndios, todas quemadas y aruynadas con la opinión y suprestic^ion que los yndios de atrás auian hecho, según queda declarado, lo qual ponia gran lastima al capitán Sa-linas, por ver la brutalidad e ynconsideracion de aquellos l)arbaros, y asi procuraba y deseava dalles a entender como no lo deuian hazer y quan engaña-dos estavan en su falsa opinión y hazeles perder el miedo y temor que tenian de los españoles; y cierto en esto y en ebitar algunas crueldades superfinas. Y NUEVO IlEINO DE GRANADA 45 como era yr los soldados siguiendo el alcanc^e de los yndios para matallos, tenia gran virtud y cristiandad Salinas, porque todo lo procuraba evitar lo mas que podia. Caminando, pues, por entre estas aruynadas po-blazones hallo en lo alto de vna loma ^inco o seis ca-sas en pie, donde por respeto de yr Francisco de Os-pina aquexado de vn flechazo que en el pueblo de la guagavara le auian dado, le fue forzoso alojar-se con su gente de asiento por algunos dias, al cabo de los quales les pare(,'io al capitán y a los soldados que avnque este lugar era montuoso, que era alto y ayroso y acomodado para flxar en el el pueblo, y ansi fue hecho por el Capitán, que en este sitio traco su pueblo en el dicho año de 1557 y repartió sus sola-res, y en el permane(;^e hasta oy. La (,'iudad de Vitoria es, como he dicho, lugar alto, de donde se ve y señorea el rrio grande de la Mag-dalena y la prouincia de Canapeyes y otras muchas tierras. Esta este sitio y cibdad de Vitoria onze le-guas mas abnxo de la ciudad de Mariquita, hazia la parte de Cartagena, y nueve leguas del Rrio Grande metida la tierra adentro, y quarenta leguas de la (^iu-dad de Santa Fee (A). Hecha esta Axa^ion del pueblo de Vitoria, el capi-tán Salinas luego, como hombre que pretendía la perpetuydad deste pueblo, comento a enbiar caudi-llos con españoles por vna parte y por otra para que tomasen algunos yndios y se los traxexen, y ver si mediante el buen tratamiento que les pretendía ha-zer, podia ynduzillos a que fuesen amigos y bolviesen 4(3 IIISldlUA r)K SANTA MAK'l'A n sus poblnzoiH's; mas los l)ari)aros, como ostavan obstinados en su ri-ehelion, no pretendían tener por que antes íortalerian sus caminos y sendas con ,uran cantidad de i)uyasenerbola(Jas que ponían para ofen-der y lastimar a los españoles que los y van a buscar; y ansí luego, en las primeras salidas que de Vitoria los españoles hizieron, fueron enpuyados algunos y tan maltratados de la yerva, que para restaurar y re mediar sus bidas era necesario liazelles muy crueles curas; y porque en el curar de la yerba difieren en vnas prouin(,*ias de otros, diré aqui la borden que estos españoles de Vitoria tenían en curar las he-ridas que tenían yerba a los españoles que eran he-ridos. El fl chizo o puyazo quel español regíbia, después de auerle sacado la flecha o puya, porque muchas vezes se queda vna punta de quatro dedos en la car ne metida, por traella asi amaestrada los yndios, hín-chenla de solimán molido todo quanto en ella puede caber, con fuerca que se le haze, y luego, con vn cu-chillo o machete de hierro caldeado al fuego, fogue-teanle toda la herida alderredor y en medio, de suer-te que queda bien labrada, y le van con d proi)io ynstruniento de hierro ardiendo, foguando los lomos de vna parte y de otra todos de alto abaxo hasta los pes, orejas y nuca y pesquezo, para atajar o evitar el pasmo, (pies lo primero (jue la yerva causa; y estos fuegos no son tan lebes como en algunas partes se suelen dar, sino de tal suerte que (pieda la señal por mucho tiempo. Hecho esto lo abrigan y meten en vn aposento, el mas rrecogido y abrigado y enjuto' que Y NUEVO REINO DE GRANADA iT pueden aver, de suerte que ningún ayre lo cale y pase, en donde le tienen tres dias naturales sin co-mer ni beuer cosa alguna, después de los quales le dan a comer vnas puches muy ralas en cantidad de ocho oncas y no mas. Son estas puches hechas de harina de mayz y agua, sin llevar sal ni otra cosa de manteca ni grosura alguna; y esto se le da vna vez al dia por los dos dias siguientes, y al sesto y seteno día se le acrecienta la rra^ion destas puches vn poco mas hasta en cantidad de'tres o quatro oncas, y pa-sado el seteno dia, hasta llegar al catorzeno, se les da la rra^'ión doblada, diuidida en dos partes, la mi-tad a la mañana y la milad a la tarde, y pasado el ca-torzeno dia se le añade alguna otra comidilla de sus-tancia, como es vna pechuga de ave, que es el mayor rregalo que en semejantes lugares se puede aver, porque en todas estas entradas, jornadas y descubri-mientos siempre an carecido de todo genero de rre-galo y refrigerio para enfermos, como son pasas y al-mendras y todo genero de conservas y confituras, y otras cosas de medicina y botica que suelen dar al-gún aliuio y contento a los enfermos; y es cierto que en tiempos pasados, quando entre los soldados se hallava un pedazo de queso o de sevo o de carne sa-lada, se tenia por muy gran rregalo y cosa de mara-billa. En este tiempo dest i dieta, demás de guardar el enfermo toda clausura y encerramiento, no a de en-trar en donde el esta muger, de suerte que la pueda ver, porqués averiguado que en viéndola, por la maldad de la yerva, se le alteran las heridas; y si por 48 HISTORIA DE SANTA MARTA descuydo llega muger donde el la pueda tocar, se ynfieiona y altera de tal suerte la yerva, que luego es el pasmo con el. Ase hecho esperienria sobre esto por algunas personas curiosas, llegándose descuyda-damente a tomar el pulso a hombres heridos con yerva, y de yndustria hechar una muger que pase por delante, y en el punto quel enfermo la via, mo-vérsele tan de súpito el pulso y con tanta alteración como si le obiera sobrevenido otro algún caso no pensado; y el mesmo mouimiento, como he dicho, se ha hallado en las heridas. Todas estas dietas y cauterios cavsan al enfermo tanta vasca y dolor que casi dan muestras de hombre tocado de rrabia, pero, al fin, con ello se rremedian y an remediado muchos. Algunas vezes aconiere herirse los soldados con flechas y puyas que tienen la yerva añeja y de mu-chos dias, la qual por el agua y sol que por ellas a pasado tienen la fueroa aplacada y disimulada y no enpiencan a obrar luego por lo qual los tales heridos se descuydan en no tener la dieta y resguardo en sus personas que se rrequiere, por no pasar tan gran trabajo como en el curar se pasa, lo qual es ocasión y causa que la yerva se apodere en el hombre mas disimuladamente y quando la viene a sentir ya es su mal ynrreparable porque le aya llegado al cora^-onla yerva, y la primera señal que da es trauarsele la len-gua de suerte que casi no a(,*ierta a hablar, y luego se le enbara el pescuezo y se le va poco a poco enba-rando el cuerpo, y tras esto le acuden de quando en quando vnos rrezios temblores y paraxismos y apre- Y NUEVO REINO DE (.RANADA 4'J tarsele y trastauillarsele los dientes (1), y luego co-mienza a rrabiar y hazer visajes y bascas y cosas como endemoniado o persona que tiene rravia, y con estas trabajosas bascas muere, sin dalle el do-lor lugar a que se acuerde del arrepentimiento de sus pecados ni de la misericordia del Todopoderoso Dios; ni ay hombre de marabilla que como muera en tiempo que la yerva le aya llegado al coragon, mue-ra como cristiano. También se tienen por yncurables e yrremediables las heridas de yerua que se configionan con vn pessi-mo hedor que dellas sale. Es mucha parte para rre-sistir la fuerga de la yerua el andar los hombres fue-ra de carnalidades y luxurias, por ques gierto que si a vn hombre falto de sustancia y potencia por esta via, le hieren con yerua ques yncurable su mal, y destos tales, pocos o ningunos escapan. Demás de la manera que he dicho de curar la yer-va, se cura en otras partes de la suerte que diré, y avn se tiene por mejor cura. Luego que an herido vn soldado con flecha o puya que tenga yerva, lavan la herida con agua fria, y si se puede calentar es muy mejor, y si ay vino despaña mejor, con lo qual luego se descubre la derrota y camhio que la yerva lie. va siguiendo la sangre porque va quemando la car-ne y siguiendo la sangre y dexa el lugar por do pasa todo negro, y por donde se ve y halla esta señal negra o renegrida, hechan la mano con vnos garfios o anzue- (1) Trastabillar es titubear, vacilar; de modo «[ue el autor parece querer decir que se le mueven los dientes. 50 IIIsroKlA DK SANT> MARTA los de liieiTu, y con viia iiaviijíi y cucliillo muy agu-do van cortando la carne del herido y siempre la-bando las cortaduras y herida para yr descuÍ3riendo el camino que la yerva lleva, y añsi, siguiéndola de aquesta suerte, las mas vezes la atajan, quitando toda la carne por do a pasado hasta donde llego. Repara-da dcsta suerte la fuerza de la yerva, la herida que al enfermo se le a hecho, que suele muchas vezes ser bien grande, se le cura llanamente, sin fuego ni soli-mán, sino como otra qualquiera herida, y ansi el tra-bajo desta cura es el dolor quel herido tiene o siente al tiempo que le cortan la carne de la herida enerbo-lada; y si acaso la herida entra a lo hueco donde no se puede alcauQar a cortar todo lo que la yerva va quemando, es ynrremediable su mal y no se le halla cura natural. Esto es quanto a esta provincia de Vitoria, porque en otras partes se hazen estas curas de diferente ma-nera, y ansi en su lugar se apuntaran; y porque no todas las flechas que en esta prouincia tirauau los yndios tenian yerva, para conocer las onerboladas tenian estas ynteligencias: miraban la flecha si a la punta y quatro dedos mas arriba tenia algunas rrayas muy subtiles o si estava cortada cerca de la punta a la redonda, porque estas rrayuelas hazen los yndios para (pie la yerva se pegue en la flecha, y como arri-ba dixe, la cortadura alderredor es para que despun-te dentri» del cuerpo; y estas señales de maravilla se hallan sino en flechas enerboladas. Ay otras flechas que con la fuerza de la yerva hazen vnas muy menu-das escamas en la punta y i)or donde la yerva esta Y NUEVO REINO DE GRANADA 51 pegada; y la mayor parte de flechas enerboladas se conocen en que llegándolas a la candela hiede el humo dellas y haze ruydo, como quando hechaa sal en el fuego, y muchas vezes huye la llama de la fle-cha enerbolada. NOTAS AL CAPÍTULO IV (A) La ciudad de Vitoria, como tantas otras, cambió luego de lugar, siendo la principal causa da esto el haber desaparecido los naturales, por mortandad ó por emigración. «Pero habiéndose acabado ésta (la gente) — escribe el Padre Simón (l)-que fué en pocos años, faltó la saca del oro, y no pu-diéndose por esta falta sustentar en el sitio, determinaron mu-darse á otro, y después á la boca del rio Guarino por donde en-tra en el de la Magdalena, plantándose á las márgenes de am-bos, donde estuvieron los vecinos poco tiempo, porque las inco-modidades les forzaron á reducirse á esta ciudad de Mariquita donde perseveran hasta hoy (2). En estas transmigraciones vino también mudándose un convento de nuestra sagrada religión, que á los principios de su población se fundó en esta ciudad de Vitoria, y permanece hoy en la de Mariquita, como diremos.» En la Geografía y Descripción general de las Indias, de Ló-pez de Velasco, se dice que la ciudad de La Victoria, en 5" de altura, tendrá unos treinta vecinos poco más, un teniente de Gobernador, dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor; que está en tierra caliente, húmeda y montuosa por estar metida en una montaña espesa y tierra doblada, y en que hay muy pocos naturales, y que tiene un descargadero en el rio Grande, para las mercaderías que llevan de España, que se llama el Puerto Viejo. U) Ubra citada. Capitulo XL de la Sexta noticia uistorial. (2) Recuérdese que el Padre Simón eBcribid su obra en 1624. CAPITULO QUINTO Ea el qual se escrive como los yndios, demás de las puyas haziaa para la defensa de sus alojamientos, tranpas y hoyos y otras ynuenciones con que ofender a los españoles, los quales sin enbargo de todo esto, los siguieron mucho tiempo con gran trabajo hasta que los forjaron a ser am'gos. Como con esta domestica guerra de puyas que por los caminos los yndios ponian ynpidiesen y es-toruasen a los españoles la entrada y llegada a sus pueblos y alojamientos, la necesidad que tenían de atraer asi estos barbaros les forgava a ponerse a mas trabajo del que era rrazon, y ansi, para yr seguros del daño de las puyas, se calgavan antiparas de algodón que, como atrás en otra parte he dicho, son vnas medias caigas estofadas de algodón y colchadas, de grosor de tres o quatro dedos por todas partes, que para vna tierra tan doblada y áspe-ra como esta y tan calurosa, caminar con estas anti-paras era vn ynsufrible trabajo; pero como dixe, la necesidad y el deseo que tenian de atraer asi los yn-dios y hazelles amigos, para que mediante su amis-tad se pudiesen ellos sustentar en aquella tierra, les hazia y dava a entender ser tolerables y pasaderos semejantes trabajos; pero los yndios, como de todo 54 HISTORIA DK SANTA MARTA l)iint() tenían aborrecida la amistad de los españoles y estavan con determina(;'ion obstinada para no los consentir en la tierra y si pudiesen ecliallos della con continuas guerras, después que vieron que median-te el ponerse las antiparas rompían por las puyas y llegavan a sus pueblos y alojamientos, determinaron vsarde otra yndustria tan cruel quanto barbaros la pudieron ynventar, y fue que haziendo grandes ho-yos y cavas de hondura de dos estados al rrededor de sus alojamientos y pueblos y en aquellas partes donde sentían que los españoles acudirían, ponian en ellos grandes estacas muy agudas y delgadas, las puntas arriba, y luego cubrían por engima el hoyo ygual con el suelo y haz de la tierra, de suerte que sino estavan aduertidos con rrezelo no dexarian de caer en la celada y hoyo, por estar tan sutilmente cubierto y disfrazado con yervas que engima traspo-nían y plantavan, y ansi cayeron algunos soldados en estos hoyos, donde rregibieron miserables muertes, con yubengiones de que los yndios vsaban para atraer a los soldados a que cayesen en ellos, ponién-dose de la vna parte del hoyo de suerte que pudiesen ser vistos, y como los españoles acometiesen a ellos yendo ynorantes de los hoyos, cavan en ellos, y alli se metian por el cuerpo aquellas largas e;tacas con que eran muertos. Otras veces, sintiendo yr los esi)añoles hazla sus alojamientos y rancherías, ponian encima de los ho-yos vn papagayo, o vn gato, o mico de arcabuco, v otra cosa a que se acodiciasen los soldados, los qua-les, como lo vian, yvan corriendo a tomallo, y su vil Y NUEVO REINO DE ORANADA 55 cobdigia era cavsa de su miserable muerte, porque luego davan encima del hoyo, donde eran hundidos y espetados por las estacas que en ellos auian, y al-gunas vezes estos palos y estacas les sallan hincán-dose por las piernas y nalgas al pescuezo, honbros y cabega, atravesándoles el cuerpo de alto abaxo, que era cosa de gran conpasion y lastima ver los hom-bres biuos metidos y atrauesados por aquellos palos. Demás desto vsaban estos bavaros de otro yngenio o ynvengion no menos cruel queste que he contado; y era que como la tierra es toda montuosa y arcabuco-sa, los caminos van estrechos y angostos, y avnque quieren no pueden torcer la via, armavan en lo mas estrecho del camino giertos artiñgios llamados tram-pas: estas eran vnos maderos muy gruesos y de gran peso subidos algunos estados en alto en derecho del camino y atados con tal orden que en la hora que pasava gente por debaxo dellos, ya casi a la salida, estava vn bepuco o cordel atrauesado en el camino, al qual, en tocando con los pies, se desarmava la tram-pa y cayan los maderos y a todos los que debaxo co-gían hazian pedamos o los ahajavan (1) y siempre el bexuco por donde se auia de desarmar la trampa es-tava puesto al contrario de donde yvan caminando los españoles, que era a la salida de la trampa; y con estas ynbengiones de guerra biuian los yndios con mas brio del que de su naturaleza suelen tener, por paregerles que solo esto era bastante defensa para resistir la furia de los españoles; pero como el animo (1) Ahajar, ajar, maltrata)-, 56 HISTORIA DE SANTA MARTA y valor de los españoles no sufría' semejantes rresis-tengias, avnquo de oran peligro por ser tan cautelo-sas y cubiertas, no solo de dia se ponian a rregibir los daños que la fortuna les prometía y ofrecía, mas con la escurídad y belamen de las noches, cargados de sus pesadas armas de algodón, caminavan por la aspereza desta montuosa tierra hasta dar en los alo-jamientos de los yndios, donde se tomavan y pren-dían algunos y eran traydos al pueblo o ciudad de Vitoria, donde el capitán Salinas por sus muchos días residía. El qual, con deseo que tenía de que los yndios se apartasen de su rrebelíon, les hazia todo buen trata-miento y obras de amistad, ynduzíendoles a que tra-tasen con los demás naturales avsentes de amistad y confederagion, y dándoles algunas cosas de rresga-tes que entre ellos eran de estima y valor, los enbia-va y dava larga a que se boluíesen a sus pueblos mu-geres y hijos, prometiéndole ellos de serle amigos y de tratar de paz y amistad como les era encargado con los demás naturales. Pero como esta gente fue-e falta de todo bien y conocimiento y entera razón para alcanzar y conocer el bien proprío que Salinas les procuraba, y por todo esti'emo llenos de yngratítud y faltos de verdad y fee, enfermedades muy generales y naturales en los yndios, en la ora y punto que del pueblo de Vitoria sallan y se apartavan de la presen- (.Ma de los españoles, luego no solo hecha van en oluido qualquier beneficio que les oviese hecho y el cum-plimiento de la fee y palabra que auian dado de co-legangia y amistad, mas nmdaado en todo sus fragi- Y NUEVO REINO DE GRANADA 57 les ánimos y condiciones yvan a sus pueblos con no-belas y cosas tan perjudigiales a la concordia que se pretendí i que cavsavan mayor obstina<jion y dureza en los principales y mayores de aquella tierra para perpetuamente aver ni tener ninguna confederación ni paz con los españoles que con tanto ahinco lo de-seavan y procuraban; y ansi davan estos barbaros nueva materia y ocasión a los nuestros de yllos de nuevo a buscar y ofregerse a los peligros de las puias y flechas, hoyos y tranpas y otras asechanzas que los yndios les tenian puestas, tramadas y ordenadas avnque tosca y bárbaramente. Pero con todo esto hazian nuevos asaltos en los alo-jamientos y pueblos y otros lugares fuertes donde los yndios estavan rrecoxidos y corroborados, y alli los tornavan a prender de nuevo y llevar a Vitoria, don-de el capitán Salinas de nuevo los procurava atraer a su amistad y dalles nuevas dadivas, ynportunando-les y rogándoles que dexasen su obstinado proposi-to y se viniesen a ser amigos de los españoles con los proprios ofrecimientos y regalos que de antes, los torno va a enbiar; per.» ningún efeto hazia en ellos todo quanto Salinas procurava, y ansi lo traxeron sin ninguna quietud ni sosiego a el y a sus soldados mas tiempo de ocho mese-, yendo y viniendo, de n< chey de dia, por aquellas montañas y ásperas sierras, su-biendo y baxando muy largas y derechas questas y cerros, y pasando ynpetuosos y caudalosos rrios de muy frias aguas, cargados de sus sayos de armas y vnas muy pesadas rrodelas hechas de macanas de palma por ser mas fuertes para el rreparo de las fle- 58 HIST. DE SANTA MARTA Y NUEVO REINO DE GRANADA chas; y demás desto, la flaquera de sus cuerpos, que eran sustentados y alimentados con solo mayz y le-jLiumbres y rrayzes criadas por los naturales, comidas vierto de muy poca sustancia ni virtud, por ques cier-to que semejantes jornadas, como poco a dixe, son tan rraras las comidas de carne y pescado, manteca ni guevos ni otros mantenimientos de que los hom-bres como hombres suelen vsar ques de maravillar como estos soldados ni otros muchos que antes de- Uos descubrieron y poblaron nuevas tierras, tuuieron fuerzas bastantes a soportar ni tolerar los trabajos destas conquistas, en las quales, como por el discur-so desta historia se a visto, a sido grande el numero de los españoles que miserablemente an muerto en ellas. Pero al cabo del tiempo dicho, cansados los yndios y atemorizados del continuo desagosiego que con los trabajos y trasnochadas los españoles les davan, ©vie-ron de ser forgados a venir en amistad y paz con los españoles, de suerte que en pocos dias, convocándo-se los vnos a los otros generalmente fueron amigos y confederados con los españoles, mas con cautela y doblez que con sincera voluntad como después pare-ció, según luego se dirá; pero por algunos dias con-tinuaron el entrar y salir en Vitoria y comunicar afa-blemente con los españoles, sirviéndoles en algunas leves cosas que les mandavan. CAPITULO SESTO En el qual se escrive como hecha la paz, el capitán Salinas en-bio a Francisco de Ospina a descubrir puerto al rrio grande, y que fuese por socorro de cosas de que tenían necesidad a Mariquita, con lo que le suQedio en el camino, y como los yn-dios debaxo de la paz que tenian dada quisieron dar en el pueblo y matar los españoles. Teniendo ya los españoles por fixa y firme la paz que los yndios avian dado, y paregiendoles estar de todo punto seguros de nobedades, y demás desto la falta que tenian de cosas necesarias para el sustento de sus personas, como era sal, carne y ropa para bes-tir, de todo lo qual carecía en tanta manera aquella tierra que en todo el tiempo de atrás que en ella an-duvieron conquistando y pacificando, su prenc^ipal comida, como creo que ya tengo dicho, eran legun-bres y rayzes, mantenimiento cierto de poca sustan-cia. La falta de la sal suplia cierto genero de pimien-ta que en las yndias o en muchas partes dellas es lla-mada agi, de la qual especia entiendo que se tiene ya entera noticia en la mayor parte despaña, por darse en mucha parte della. El bestir en esta tierra era yn-rremediable, porque como los naturales della andan desnudos y no acostumbran traer sobre sus carnes tíÜ HISTORIA DE SANTA MARTA ninguna rropa, no so les da nada por buscalla ni traella ni hazella ni tejella, y avn entiendo que de par-te de ser tan torpes y terestres los entendimientos y juyzios destos barbaros, los oprime o tiene opresos a que no se levanten a cosas de natural puligia, y ansí andavan los soldados, por defeto de no hallar ningún genero de rropa por basta que fuese, tan desnudos y desabrigados que era conpasio dellos. Demás desto, los continuos trabajos de la pacificación de la tierra, las puyas, hoyos y trampas y flechas avian hecho me-nos alguna geute española, según atrás he apuntado. Todas las quales necesidades constriñeron al Capitán a que enbiase a los pueblos despañoles mas cercanos a que les probeyesen de las cosas referidas, de que, como he dicho, tenían muy particular y general ne-cesidad; y para este efeto fue enbiado Francisco de Ospina con ciertos soldados y conpañeros, para que ante todas cosas descubriese puerto y desenbarcade-ro en riio grande, por donde les entrase con mas fa-cilidad y vrebedad el socorro que de todos les vinie-se, y de alli, por tierra, saliese a Mariquita, porque como a esta sazón no auia por alli trato de canoas, no podia Ospina salir por el rrio arriba a Marequita, que es el pueblo mas cercano a Vitoria despañoles que otro ninguno. Salido a este efeto Ospina, con bien pocos conpa-ñeros, salió de Vitoria descuydado del suceso que en el camino hallo, porque como los yndios debaxo de paz y amistad cautelosa quisiesea yntentar noveda-des, y traydoramente hechar los españoles de la tie-rra, auianse comunicado y coadunado sobre ello, y Y NUEVO REINO DE GRANADA 61 tomando las armas en las manos venia a dar sobre seguro en los españoles; pero fueron frustrados de sus desinios con esta salida de Ospina, que en el ca-mino los encontró, y como la tierra es tan cerrada y arcabucosa, y de rrepente se encontraron los vnos con los otros, los yndios, como gente barbara y que naturalmente son tímidos, entendieron o creyeron que su malvada traycion avia sido descubierta y que aquellos españoles, cuyo numero ellos no sabian, yvan a castigallos de su loco atrevimiento, y asi lue-go, casi sin hazer ninguna rresisten^ia, se rretiraron y esparcieron, a lo qual, demás de las causas dichas, les forQO el vigor y brio con que Ospina y sus com-pi ñeros aremetieron a ellos luego que los descubrie-ron, rreconoQiendo el mal proposito que los yndios trayan, haziendoles soltar las armas y boluer las es-paldas, metiéndose bergoncosamente a manera de fieras por la espesura de la montaña; y pasando los españoles adelante fueles forgoso pasar por el pueblo de las hormigas, el qual hallaron desanparado de sus moradores, pero fortalegido y corroborado con gran-des hoyos cubiertos y disfrazados de suerte que no los rrecono^ieron los españoles hasta que el primer soldado que yva adelante, llamado Lorengo Rrufas, puso los pies por ynaduertencia suya sobre la cober-tura de vno destos hoyos, en el qual fue sumergido tnn degolpe que fue ventura no atravesarse por el cuerpo y tripas algunas de las crueles estacas que en el tenian puestas. Pero avnque en esto fue Rrufas venturoso, no dexo de rregibir notable lesión en su cuerpo con dos estacas que le enclavaron y atravesa- );•_> HISTORIA DE SANTA MARTA ron vn muslo; donde luego, al olor de la sangre, acu-dieron tanta cantidad de hormigas caribes y crueles, que metiéndosele por las heridas y otras partes de su cuerpo, con sus crueles bocados le davan sin com-para(; ion mayor tormento y dolor que las estacas de que tenia atrauesado el muslo. Los demás españoles, con la presteza que pudie-ron, con sogas y otros artiñ^ios que hizieron, sacaron a Rrufas del hoyo, y curándolo lo mejor que pudie-ron, prosiguieron su viaje al rrio grande, donde por la derota que Uevavan dieron en vnos anegadizos, los quales, con la mucha agua que llovió en aquella sazón, estavan tan convertidos en lagos que de todo punto estorvaron el pasaje y llegada al rrio a Ospina y a los que con el yvan, a los quales convino dar la buelta sobre el camino de tierra que desde los térmi-nos de Mariquita avian traydo; por donde siguieron su viaje y derota hasta llegar a las pavanas que lla-maron de Guarino, cuyos naturales los rregibieron con las armas en las manos, diziendo que pues aque-llos pocos soldados sallan solos, que los demás avian sido muertos por los naturales de tierra adentro; pero como la tierra fuese algo llana y rasa y los es-pañoles llevasen consigo algunos caballos, fueron fá-cilmente los yndios desbaratados y ahuyentados, y ansi pasaron de largo, sin otro aduerso ni prospero subceso hasta que llegaron a Mariquita. Entre los naturales de las prouincias comarcanas a Vitoria luego se dibulgo la nueva de como vna parte de los españoles auian salido del pueblo de Vitoria la via de Mariquita, por lo qual pareció acomodado Y NUEVO REINO DE GRANADA 63 para yntentar alguna alteragion o traycion, enten-diendo que pues auian salido soldados a Mariquita, que en Vitoria no podian quedar tanta copia dollos que fuesen bastantes a defenderse, y ansi, algunos yndio?, vsando de toda presteza, tomaron las armas y vinieron a dar en los nuestros al pueblo, los quales no biuian tan descuydados que no tenian puestas centinelas donde el lugar y tiempo lo rrequeria, en las quales dieron los yndios tan de rrepente. que an-tes que dellas fuesen vistos tenian ya herido al vno de giertos macanazos que le dieron; pero como el dar en las centinelas los yndios hiziesen algún tumulto y ruydo, fueron sentidos por vn perro o perra de ayu-da, que en vna de las casas del pueblo estava atada con \nn gruesa cadena, la qual quebró y soltándose fue a dar adonde los yndios estavan, la qual sola fue parte para desbaratallos y ahuyentallos y hazellos que no llegasen al pueblo, con los crueles bocados que a los que encontrava dava, y avn algunos despe-da^ ava; y era tanto el temor que a los perros tenian estos barbaros que, avnque podian fácilmente defen-derse dellos, no lo osavan hazer, y ansi quando los soldados y el capitán Salinas acudieron con sus armas aver lo que era y defender su partido, ya no hallaron yndio que se pusiese en defensa. Es esto de los perros vno de los principales ampa-ros que los españoles tienen para entre yndios, sino que algunos malos e ynconsiderados cristianos vsan mal dellos, haziendo mas crueldades en los yndios de lo ques justo, de tal suerte que no tienen en mas hechar vn perro a vn yndio para que lo despedazase 64 HISTORIA DE SANTA MARTA y comiese que si lo liecharan a otro qaalquier ani-mal. Esto an rremediado cristianamente y avn casti-gado con seueridad los juezes que al presente rresi-den en el Audiencia rreal del Nuevo Rreyno, espe-cialmente en el pueblo de Vitoria, donde se yo que enbiaron vn particular comisario a costa de los cul-pados para que ynquiriese y supiese quien tenia des-tos perros de yndios y vsava dellos, y en el negocio se hizo todo lo que se devia hazer conforme a justi-cia, de suerte que si algún exceso auia en esto de los perros entiendo que quedo bien castigado (1). Pues como los yndios fueron de baratados en este su acometimiento y no salieron con la vitoria que pretendían, pareciendoles que generalmente auian de pagar y ser castigados por la tray^ion de los par-ticulares que cometieron este hecho, comentaron a temer y auer miedo, de tal suerte que de nuevo se rebelaron y alteraron todos en general; pero el capi-tán Salinas, con toda yustan^ia procuraba que los yn-dios boluie-en a su amistad y a confederarse con el, y de muy buena gana les perdonava la ofensa y aco-metimiento que debaxo de amistad le auian hecho, por tener seguro y pioueydo su pueblo de lo necesa-rio, para el (jual efeto, visto que por halagos y otros medios de que vsava no bastaban enbio muchas ve-ces gente de noche que fuesen a dar en los alojamien-tos donde los yndios estaban rrecogidos y fortifica-dos y le tomasen y trujesen algunos con quien pu- (1) Todo e»te párrafo está tachado en el manuscrito origi-nal, pero se lee perfectamente. Y NUEVO RE[iSO DE (ili.VNADA 05 diese tornar a principiar la paz, lo qual, después de algunas trabajosas y dificultosas salidas que los espa-ñoles hizieron, en las quales prendieron cantidad de yndios e yndias, comento a tratarse de pazes; porque Salinas, como se yvan prendiendo vnos yva soltando a otros, con persuasiones que les hazia para que a sus principales atraxesen a la paz y amistad que pre-tendía, porque estos yndios son de tal condición que sino era con particulares opresiones y molestias que se les hazian y vencidos del temor de su general per-dición, jamas venian a dar asiento en ninguna cosa, y primero que lo davan auian de yn tentar gient mil novedades y caut<'las y mañas para provar las fuer- Cas y ánimos de los españoles; y ansi lo hizieron en esia segunda vez que se trato de pazes y amistades, que auiendo por medio de algunos yndios que trata-van y sallan en Vitoria enbiado a dezir toda la comu-nidad y canalla de los barbaros al capitán Salinas que eran contentos de ser sus amigos y semille, y que dende a ocho dias vendrían todos en general a verle a su pueblo, con lo qual pretendieron descuy-dar a los españoles, anticipándose en el concierto y juntándose en mas cantidad de quatro mil yndios con sus armas en las manos, vinieron al quarto dia a dar sobre Vitoria con desinio de que hallando descuyda-do a Salinas y a los que con el estavan, podrían con facilidad, confiados en su multitud, desbarátanos y ahuyéntanos o matallos; pero como para dar en el pueblo de Vitoria baxase la canalla y multitud de los barbaros por vna loma alta que desde el lugar se se-ñoreava y via, fueron vistos y descubiertos por los 66 HISTORIA DE SANTA MARTA españoles, que en verlos yr de la suerte y en la mul-titud que yvan, presumieron la ynteneion que trayan, y ansi, disimuladamente se pusieron en arma y a pun-to de i)elear, para rrecibir a los yndios, no consin-tiendo Salinas que los españoles se anti(,'ipasen ni acometiesen a los yndios primero, conociendo la ven-taja que en todo les tenia, avnque eran pocos los es-l) año!es que con el estavan, que avn no llegavan a numero de treynta, y también pretendiendo que los yndios mudasen proposito y dexando las armas vi-niesen a ser sus amigos. Pero como en todo estavan de muy diferente opi-nión, acercáronse al pueblo de los españoles todo lo que pudieron, y como rrecono^ieron que estavan so-bre aniso enbiaron cien escogidos yndios, muy en-plumajados y adornados de muchos géneros de ba-dulaques (1) y pinturas y diademas de plumas, de que en las guerras suelen usar, todos honbres de buena edad y de muy buena dispusi^ion, para que debaxo de yr a tratar de pazes, rrecono^iesen la gen-te que en el pueblo auia y lo que podian hazer. F'ue-ronse estos cien yndios derechos al buhio o casa del capitán Salinas, con el qual, mediante sus ynterpre-tes, comentaron a tratar sus cautelosas pazes, y como su yntin^ion era tan bruta y mala, en ninguna cosa concluyan ni daban asiento y en tanto que algunos destos yndios estavan con Salinas, otros andavan por el |)U('I>1<) entrándose en los rranchos v casas con mas (l) Badulaque, afeite compuesto de varios ingredientes, quo se usaba en otr ti( inpn. Y NUEVO ÜEINü DIC GRANADA 67 deseiivoltarn de la que era razón, vsando de ilieitos tocamientos con las criadas de los españoles: en en-contrando por la calle algún perro suelto, que era a quien ellos mucho temian, luego ociirrian al Capitán que los mandase atar, y lo mesmo hazian en viendo caballos. Salinas, por complazelles y ver si podia efe-tuar la paz que pratendia, mandava atar los perros y caballos, de suerte que todo con los soldados estu-viese presto para que fuese menester. FA qual, vien-do que los yndios que en el pueblo auian entrado no davan fin a lo que pretendía, se salió del pueblo con quatro compañeros, dexando prevenydos a los de-mas cpio estuviesen a la mira, y se fue adonde la multitvd de la otra gente estava con sus principales, para con ellos acabar do efetuar su paz y amistad, la qual desea va con tan gran deseo que por solo haze- 11a sin sangre se metió temerariamente en vn tan evi-dente peligro quanto lo es este que aqui digo. Los yndios desque entro si vieron a Salinas y apar-tado de la otra gento y con solos quatro soldados, comentaron a hablar con el d svergongadamente, con proposito de tomallo bino a manos y llevárselo, sino que les ynterrumpio el hecho un yndio de los suyos proprios, que estava algo apartado, qu^ pare- QÍendole lugar y tiempo acomodado puso vna fleoh i en su arco, y endere^;ando su puntería contra el ca-pitán Salinas la disparo con to la furia, la qual fue rregibida en la rrodela de vno de los soldados que con el esta van (1). Los soldados que alli estavan, (1) Aquí hay tres líneas tachadas en el original. 68 HIST. DE SANTA MARTA Y NUEVO REINO DE GRANADA visto esto, dieron en los yndios, y los del pue-blo, que estavan a la mir¿í, acudieron con presteza, y haziendo algún estrago en los barbaros, los desbara-taron y ahuyentaron, de suerte que quedaron casti-gados de su mala fee. Salinas no consintió seguir mucho el alcance de los yndios, a fin de evitar algunas muertes demasia-das que se podían en el hazer, y de los cuerpos muertos que del conflicto de la guagavara quedaron, mando Salinas, para ejemplo y escarmiento de los que biuos quedavan y en memoria del castigo de aquella traycion, poner algunas caberas por los ar-boles conjuntos al camino, lo qual le costo bien caro, porque después, en la rresidencia quel Audiencia le mando tomar de las crueldades que en esta tierra avia hecho, sus émulos le pusieron por cargo que de la mucha gente que en esta gua^avara auia muerto avia henchido o cargado muchos arboles, y por ello fue ásperamente punido y castigado. CAPITULO SÉPTIMO '^> En el qual se escrive que es lo que llaman los españoles aver dado la paz y el dominio los yndios al Rey, y como vsan della, y como el capitán Salinas y Hernando de ^afra salieron a pacificar ciertas poblazones de yndios, con los quales se aca-bo de pacificar la prouiníjia y región de Vitoria y naturales della. El capitán Salina-^, con todo cuydado e deligencia procurava que los naturales generalmente de aque-lla rregion y prouincia le viniesen de paz y diesen el dominio al Rey, en cuyo lugar o cuyo sostituto dezia el ser; y porque mas particular y claramente se vea el error y geguedad de algunos españoles, diré aqui lo que llaman venir.de paz los yndios y ciar el do minio al Rey. Siempre que españoles entran a poblar o con qui-tar alguna nueva tierra, los yndios, como gente ex-traña y que desean, avnque con rustica curiosidad, (1) En el manuscrito faltan los folios 14 á 18, ambos inclusi-ve, del libro décimo, en cuyos folios se comprendían los capitu-les séptimo á noveno, de los cuales sólo existen, y esto tachado, el principio del séptimo y el final del noveno. La falta es muy antigua, acaso de la época del Padre Aguado, ó poco posterior, porque la numeración de los capítulos está enmendada, y la del manuscrito que posee la Academia es correlativa. Tu HISTORIA DE SANTA MAUTA vei- aquellas cosas dellos ygnotas y exi rañas, como son los cal)allos y perros y otras cosas que los espa-ñoles llevan consigo, y sobre todo a los proprios es-pañoles, los quales por ser adornados del rrostro de barbas y bhiiicos. y sus personas cubiertas y vesti-das, les a paregido y pare<,'e a muchos ynüios, de prima faz, que en los españoles estas cosas son mons-iruosidad y yerro de natura, por ser todos los mas dellos gente morena, casi de color de africanos, y los robtros lisos y pelados, los cuerpos desnudos y des-abrigados y los cabellos lai gos, y demás desto, en su l)iuir, tratar y contratar casi no tienen ninguna ma-nera de curiosidad ni pulicia. Pues con este deseo de ver lo no visto, muchas ve-ces los yndios salen sinple y llanamente a ver los españoles y gente que en su tierra entra sin saber a lo que vienen ni lo que quieren, como ariba he di-cho, y en esta primer vista siempre los yndios son bien recibidos de los españoles, los quales, avnque la yntincion de los yndios jamas aya sido mas de la cu-siosidad que he dicho de ver cosas nuevas, luego a esta visita le dan nombre de paz, y dizen que an ve-nido estos tales yndios a ser amigos y feudatarios suyos, y que por esta vista a quien, como he dicho, dan titulo de paz, son obligados a conservarse per-petuamente en su amistad y a servhles con tributos personales y reales; y luego, tras esto, les añaden y I)onen el nombre de sujetos al dominio rreal y los hallan obligados a ser perpetuamente leales vasallos del Rrey y tributarios y feudatarios de los proprios españoles que en la tierra se hallan. Y KUEVO REINO DE GRANADA 71 Los yndios, como su ynteiito jamas fue de pordor su libertad ni sujetarse a nadie, mas de como lié di-cho, ver aquella novedad de gentes y animales en-trados en sus tierras, no se hallando por ninguna ley obligados a boluer al trato de los españoles, se tor-nan a sus casas, y algunas vezes por ver quan atre-vidamente les toman sus comidas y mantenimientos y avn hijos y mugeres, se apartan y salen de sus po-blazones y se van a partes donde procuran asegurar sus personas, mugeres y hijos y haciendas, como cla-ramente algunos lo hizieron en esto de Vitoria (1), lo qual es propria materia y ocasión a los españoles para dezir que se an nebelado y aleado los yndios y salido fuera del dominio del Krey; y muchas vezes los hazen conspirados y amotinados, y tras esto se sigue luego ques ne<;?esario yllos a pa<?iflcar y domar y a castigar su rrebelion y alcamiento, y si el capitán es vn poco cruel y mal cristiano a la hora (2) conde-ciende con los dichos y ruegos de crueles y carnice-ros soldados, y les da vn caudillo qual conviene para seguir su opinión. Sin dalles a entender a los yndios cosa ninguna de lo que ygnoran y no saben, se me-ten por ellos, haziendo crueldades estrañas; de donde luego se sigue, por causa del temor del cuchillo que sobre si veen, rebelarse, o por mejor dezir, procurar con las armas defender y conservar su libertad, la qual tan contra razón y justi<jia natural y divina, les pretenden quitar, y tras esto añaden los soldados (1) Aquí hay varias palabras tachadas. (2) A la hora: mndo adverbial, que &ií;,-nifica ni punto, inme-diatamente, al inataiite 72 HISTORIA DE SANTA MARTA Otro muy donoso error, diziendo ques mas justo que padezcan algunos barbaros en el conflito de la con-quista que no que todos, permaneciendo en su ynñ-delidad vayan a parar ai ynflerno; porque, mediante su guerra, dizen t líos que muchas animas que mue-ren baptizadas se salvan, las quales, o qualquiera dellas, es de mas valor que todas las perdidas juntas, avnque sea ynumerable su numero, pero si aquestos de todo punto no ygnorasen lo quel Apóstol dice ad rromanos, cap.' f