Alegato del doctor Camilo A. Echeverri, defensor de Luis Umaña Jimeno - Ejemplar 2

Expediente del abogado Camilo A. Echeverri para la defensa del ciudadano Luis Umaña Jimeno. Título con la ortografía original de la época. - .- ALEGATO - DEL DOCTOR CAMILO A. ECHEVERRI, • DEFENSOR DEL DOCTOR LUIS UMANA JIMENO . • • 1 BOGOTÁ. DlPRDTA DI: IIlCBJ:YElUUA BlI:RILUI'08. 1872 . .'...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: El tuerto Echeverri, 1827-1887
Format: Book
Language:Spanish
Published: Bogotá: Imprenta de Echeverría Hermanos 1872
Subjects:
Soi
Boa
Aun
Online Access:http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll10/id/2203
Description
Summary:Expediente del abogado Camilo A. Echeverri para la defensa del ciudadano Luis Umaña Jimeno. Título con la ortografía original de la época. - .- ALEGATO - DEL DOCTOR CAMILO A. ECHEVERRI, • DEFENSOR DEL DOCTOR LUIS UMANA JIMENO . • • 1 BOGOTÁ. DlPRDTA DI: IIlCBJ:YElUUA BlI:RILUI'08. 1872 . .' . '. .' . • Señores d el J"L-l.ra.do. ,. l . El hombre es presuntuoso, orgulloso, desconfiado de su propia fuerza i de la de los demas , i miedoso. 2. Por eso, cuando se le presenta un h ec ho qu e no entiend e ni ruede esplicnr, lo atribuy e a la intervencion de ajen tes sobr~nat~lrales . 3. Los milagros, la historia del diablo, la de los !Dsplrados 1 la de los poseidos, no tienen otro fundam ento . .' . 4. Algo ha variado, es verdad , esa. tendenCia, gracias a aquel mmor. tal Descartes, a quien los hombres de sacristia lIam,an Cartesio, i cuya alma pretenden ten er entregada a Satanas ¿por qué? por habernos acon­I18jado a todos, que pidiéramos la. prueba de sus interesados dichos a 108 fanáticos, a los taumaturgos, a los visionarios i a los embusteros. 5. Con pocas escepciones, todos han creido en estas comunicaciones penenales, en estos téte d téte, de lo Alto con la Tierra, de los espíritus con 108 ·hombre8. 6. Los Gobiernos han esplotado juiciosamente esa mina, qne I~s pre­I8llta1l& la ocasion de darse por interm ediarios entre la Tierra i el Cielo. 7. Por eso J08 lejisladores que desconfiaban de que los pueblos 10B reepetuea buenamente, hablaban con Jehová en el desierto; con Mitra en la Persia; con Jaca i Amida en el Japon; con Dalai-lama i Mahamunia en el Tibet; con Budda en Bengala; con Baut en Ceilan; con Gudma en Aba, el Pegn, Aracan i Asam; con Hermaraja entre 10B Butian08; con ~Codom entre IOB Siaméses; con Ticca en Tonquin; oon Tot en el IIltiguo Ejipto; con 111 Toro en Laponia; con el Boa entre los TUngllB68; 000 WodeII eutre 10B GOdOB i Escandinavos; con Saturno i su innumerable dl'scendencia de dioses i semidioses, en 108 tiempos mito1ójicOB. • 8. Loe Gobiernos establecieron la8 relijiones, porque vieron que los elementos, las fuerzas, la dinámica civil, no bastaban ara im edil -4- menes secretos, ni para hacer abortar las conspiraciones, ni para ma~ten~ a los súbditos con miedo , atándoles las manos cuando quisieran dehnqU.lr ocultamente: eso hizo cntre los judíos Moises, quien a cada paso deCla "1 dijo el Señor . . &c: " así hablaban Zor08stro a Oro mazo, en Persia; Taut a Hérmee, en Ejipto; Mínos a J úpite,', en Cr~ta; Carondas a Satur­no, en Cartago; Licurgo a .Apolo, en Lacedemonia; Dracon i Solon, en Atén8s, a Mine"vaj Numa, en Roma, a la Ninfa F{j'eriaj Mahoma al .Arcánj el Gab"iel, en la Meca; Samol:xis a Vesta ~ntre los Escitasj Saleuco a Minerva entre los Locrosj Zatrausto a Vesta entre los Arimasposj Pla­ton a .Apolo para hablar con los Magnésios. 9. Yo digo todo es to, que he aprendido en las historias que los hom­bres eruditos escribieron, DQ para atacar relijion alguna, pues todas son necesarias i maS o ménos buenas, aunque mas o ménos malas i ridículas. 10. Lo mejor seria que cada individuo tuviera su relijion particular, sin clero i sin ensambles del poder relijioso con el poder pobtico. 11. Pero hai que resignarse, miéntras el hombre sea como es, a la existencia de los gobiernos i de los poderes relijiosos. 12. Virey, de quien he tomado prestado varios conceptos, dice: " Cuando el Senado romano deliber6, despues de la muerte del empe­rador Callgula, si convenia restablecer la república, los mas sensatos fue­ron de parecer que Roma ya no se hallaba en estado de vivir libre, i que, a pesar de la tiranía de sus emperadores, permanecería mas bonancible bajo IU imperio, que no entregada a l~ corrupcion, al lujo i a la ambicion de IUS ciudadanos. Sus discordias civiles, bajo Mario i Sila, bajo César i Pompeyo, bajo Marco Antonio i Augusto, les habian ya enseñado que la libertad no podia reinar con semejantes costumbres." 13. Así sucede con las relijiones: unas pudieran ser mejores de lo que IOnj otras, qne son buenas, andan en manos de malos ministros; pero todas son necesarias pam establecer i couservar el 6rden social. 14. Hoi uo se cree que el mundo invisible se comunique con nosotros, por los mismos medios de que, en distintas épocas, se crey6 que le valía; pero casi todo el mundo cree aún en esa comunicacioD. 15. La jente crey6 primero eu que Dios bajaba al mnndo a convel'l8r directamente con las criaturas. 16. Despues, se crey6 en profetas, en adivinos, en arúspices i en pito­DÍaas i eibilas. 17. Cada relijion tiene SU8 hechos sobrenaturales de esta clase, que IOn firmemente crllidos i están rigurosamente demostrados, (segun dicen.) 18. Oada pueblo cree que su relijion es 111 única verdadera, la única demostrada de una manera indudable. Porque todos los pueblos tienen su historia i BUS crónicaa que, en IU fe profunda, están seguros de que nadie puede negarle¡. .' . - 5- 19. Vamos con unos rjemplos: _ Cálcas, sacrificador i adivino griego, Cálcas, muerto m.1lchos anos ántes de la d~struccion de Troya, predijo que el sitio de esta Ciudad dur~­ría diez años, i que la flota griega, detenida cerca de Eubea, no ~odna salir de Aúlide sino cuando Agamenon, J ene)'alísimo de los gneg?s, hubiera sacrificado a su hija Ifijenia en los altares de Diana. 1 la predIo-cion se cumplió. , Pero Cálcas murió de despecho al ver que Mopso, su contemporaneo, lo venció en la ciencia, (o el arte) de la adivinacionj Ese Mopso era hijo de Apolo í de Manta í sacerdote de Apolo en Cláros: fué ademas honrado como semidiosj La llamada Manta era hija de Tiresias, adivino de Tébasj 1 Tiresills era un adivino que predijo la victoria de los Epigones cuan­do la guerra de los Siete J efes. 20. Lo cierto es que en ese tiempo, como hasta fines de la edad média, toda mujer histérica i todo hombre hipocondriaco o nervioso tenian, en la opinion vulgar, un dios o un diablo entre el cuerpo j i todo lo que no se podía esplicar en él, era atribuido a la influencia misteriosa de otros séres luperiores cuya existencia i cuya manera de obrar no se conocia ni nadie 88 afanaba en demostrar. 21. Quién hablaba en Délfos? Quién, por boca de las Sibilas romanas? Quién, en la de las Pitonisas griegas? , Quién, en cada uno de eS08 mil santuarios en donde los dioses de los jeDtilel se comunicaban familiarmente con los hombres? 22. Dios? No. Porque el Dios verdadero no hablaba, en ese tiempo, Bino con 101 hebreo . El Diablo? No. Porque en 888 tiempo no habia Diablo. 23. Entónoel, en aquellos tiempos, eraD los diosel 101 tentadores 1101 oorruptoft'l de la jentej Entóllcea, Platon se imajinaba una vida de rei en los infiernosj Entónces, PiUgoras recitaba sus verlOB de oro en las orillas del rio N8IOj i'el Nesole gritaba (eso dice la historia) "Salud, Pitágoras, arribaj" Entón~, ~amb, eu las i.las del Mar Ejeo, oyó que le gritaban, en ~PO de .TIII8I'IO: "Tamá.t, el fha.n Pan mvrid," (i era la éra en que el Orieto veDla al mnndoj) \ Entón08l, 88 levantó Bimon el Má.iico, a quien San Jultino entre . padl1l de la Iglesia, tenia como casi igual a Dios; I -6- Entúnccs, tuvo este Simon en la isla del Tlber nna estatua en cuyo pié se leia: "Simolli Deo Sancto;" Entónces, apareció Apolonio de Tianes que admiró 0.1 mundo con SUB asombrosas adivinaciones i conjuros. . 24. El cristianismo comenzaba a levantarse; i, para lucbar contra tantos profetas i taumaturgos que lo desafiaban, biza brotar mas i mas profetas i taumaturgos, para librarles batalla. . 25. Pero en esas batallas el cristianismo llevaba lo mejor de los tor­neos: la escelencia de su moral; el valor de sus mártires; los grandes ejem­plos de sus apóstoles; (i tal vez la novelería) le bacian ganar, en poder i en influencia, dio. por dia. ' 26. Los santuari os, i los templos, i los oráculos, i las cuevas sagradas de los jontiles comenzaron a caer en desuso i despoblarse. 27. Los emperadores, en el siglo IV, tomaron a su cargo la defens3i elel cristianismo. De los antiguos sace rdotes, unos desertaron i fueron pro­olamados taumaturgos i padres de la nueva lei; otros se aferraron a la lei jeutilicia i fueron entregados, con atropellada furia, a las fieras de los cir­oos, que los despedazaron. 28. El cristianismo tocó en las Galias, cuyos Grandes Sacerdotes erán los Dru idas, que dizque tenian el poder de espulsar a los demonios. Pero los sacerdotes cristianos que creian poder espulsar a eBOS demo­nios en servicio del verdadero Dios, quemaron a todos los Druidas porque, annque baciau lo mismo que ellos, sostuvieron que los Druidas bacian eso en servicio del Demonio. Entónces quedaron desiertos los ])ólmen, porque los sacerdotes i 108 adivinos i los bardos, todos fueron es pulsados, arrojados al agua o que­mados vivos. 29. La Iglesia católica, que ya contaba, en el siglo IX, con la espada i el poder de Carlo-Magno, desplegó entónces una rabia irresistible, una sangrienta ferozidad, una fiebre de esterminio, que nada, tU la sangre de BUS mismos hijos, pudo calmar. 30. Eu efecto: las sectas comenzaron a brotar; pero apénas el cisma ln antaba la cabeza, cuando la Iglesia romana, que era el mas fuerte de los poderes conocidos, lanzaba, en forma de excomunion, su grito de muerte i hacia que el Tribunal de fuego se pasease 80bre la tierra maldita . 31. Era el tiempo de los milagros. La Iglesia i las sectas, todas tenian sus charlatanes i sus taumaturgos; pero como la Iglesia era mas fuerte i mas sábia i mas atrevida, resultaba que I US milagros escedian en número i en rareza a los de sus rivales. 32. Pero los milagros se multiplicaron hasta tal punto, el arte de obrarlolle vulgarizó tanto que, a fiues de la edad média, cayeron en desuso. Los hombres dejaron de hacer milagros i este poder quedó coDcen~ • , - 1 • -7- ttlldo en uno que otro adorátorio, en uno que otro lienzo pintado, en una qnu otm reliquia. . . 33. Los milagros se acabaron; pero el hombre que no puede VIVIr ~ nO tiene alO'o incomprensible, aun cuando sea absurdo, en qué creer, abrIo camino po; donde las almas de los vivos pudieran bajar a los infiernos, i por donde pudiera el Diablo subir a tentar a los morta!es. . 34. Entúnces quedó iuaugurada la época de las brujas 1 de los pos61dos. Dondequiera que se presentaba un ataque de nervios (de hipocondría; de melancolía, de histeria &c.) los médicos, que eran grandes ignorantes i grandes charlatanes, decian que el mal no estaba deutro del ámbito ~ e las cosas terrenales: ent6nces la Iglesia cojia al infeliz pacieute, le rompul llls pie\-nas en el botín de hie1-ro, lo machacaba cruelmente entre la Ouña, quebrautaba sus huesos en la 1'ueda, i al fiu, cubierto cou uu pavoroso i estraño sambeuito, lo quemaba vivo para mayor gloria de Dios. Era tal el furor de esos santos eclesiásticos, era tan sistemático su si!!"' tema, les conveuia eu tanto grado que el Terro?' se paseara por todas partes i llamara a todas las puertas, que nadie podia contar con no ser conde-" nado, cad cualquier pretesto, a morir entre las llamas. 35. Conoceis sin duda la historia de la gloriosa Juana de Arco. Esta pobre jóven que pudo haber sido quemada viva, como verdadera poseida, cuando tuvo la idea (le ceñir la espada de Dios para salvar su patria; esta vlllerosisima mujer qne, en alas de su entusiasmo, voló por sobre mil peligros, i llegó hasta Cárlos VII, en Turena, i con unos pocos hombres derrot6 el formidable ejército de los ingleses, i tomó a Orleans a viva fuerza, i fuó vencedora hasta el punto de vencer en Patay a Talbot, a <¡uíen lá historia llama el Aquiles de In(Jlater?'a; esta heroina, esta vlrjen Sú¡ reproche i sin mancilla, fué al fiu sindicada de bruja, juzgada por un Tribunal de franceses presidido por el infame Obispo Cauchon i quemada viva en Ruan el 30 de mayo de 1431. Oh! Da vergüenza i miedo escarbar entre tantas cenizas; el ánimo mas poderoso se siente flaqnear bajo el peso de la cuenta de las víctimas sacrificadas. Felipe·U de España, elsombrlo, el católico, hijo de Cárlos V i biz­nieto de Isabel la Grande, echó a la pira, por su sola cuenta, mucho mas de treinta mil brujos i bruJas. En aquella edad la leña se puso cara en los paises católicos, i el humo de las hogueras, como el de nuestras rozas, mostraba, dejaba ver, un sol con velo i sin rayos. 36. Pero as! como se fueron los taumaturgos, as! tambien se fué el Diablo. Sea por vejez, o por vergüenza, o por descrédito, el Rei de 108 Infiernos se retiró a sus Estados, dejando a los hombres i a las mujeres la misioD de tentarse unos a otros. - 8 - . d . . o la Iglesia católica 37. El Diablo se fué: tal vez morma e VIeJO , per . tI·e ne obh.gaclO. n de estarle pro f un d amen. t e ag radecida por los lDmensoe servicios que él le prestó en la edad mMla. . d El Diablo se fué; pero la Iglesia católica quedó en poseslOn de to o lo que ganó por mano de él. 38. ¿Qué fué lo que ganó? Lo ganó todo: el derecho de destronar reyes; el derecho de nombrar o humillar emperadores; el derecho de dejar acéfalos a los pueblos; el. dere­cho de regalar mundos, como regaló Alejandro VI nuestra A~é~,ca; el derecho de tener en la tierra un P apa-Dios; el derecho de abrIr I cerrar las puertas del cielo a su albedrio. 39. Ya se ve, pues, cuán grandes servicios prestan, en definitiva, 108 individuos de la jerarquia eclesiástica. Verdaderas gradas de la escala de Jacob, estoBsagrados varones unen al cielo con la tierra. 40. No es estraño, pues, que sus liviandades encuentren quien la8 eecuse, ni que sus orlmenes encuentren defensores. . Hablo de los acusadores particulares del señor U maña en el ruIdoso juicio que nos ha traido a este lugar a él i a mi. 41. I aqui repito, por milésima vez, mi asercion desconsoladora: No TBNBIIOB LJ:YEB. 1 voi a daros una prueba mas. Comparad la lei actual con la lei antigua. La lei antigua decia: ArL 122. Si la aeusacion ae declarare f.lsR i malioiosa, el aousador aerá caatigado COlDO oalolDoiaote cooforme al Código penal. 1 la lei nueva, el Código de 1860, que, por supuesto es mas sabio, dice: Artioulo 1,464. La aeulaoioo ae propondrá .iempre por _rito, eepreuodo loa 8olDb_ del ICullldor i del .eullldo, el delito, el lugar doode ae ejecutó, el dia, mee i .ao.o que ae perpetró, r.&riendo tod . 1 . cirouollanoi . _ooial.a del hecho, oitaodo b artJoulct de la leí que ae hayan ínCrinjído, i oblígáodoee bajo jurameoto a QOotiouar la acaeaciou i a probar la verdad de au relato. · . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Articulo 1,469. El acuaador que d.aerlare de hecho d. la acuaauioo deberá aer coodenado 80 COItaa eo todo C8lO; i no ae ~xilDe por . to de la peoa de la lei, cuaodo _ultAI que procedió calumoi_meotAl. · . . Articalo 1,452. Todo acueador debe dar fianza d, ealumnÍll, la cual . reduce • rtlpcoder d, 118 CCttaa i de los reeultados pecuaiarice del juicio. Eata fiaa . preetará por medio d. 8IOmura pl1blica, luego que el acuaado lo pida, i a aati.faccioo d,llu81. Al . " . agregará copia de . ta 8ICritUra. - - • / -9- Artícolo 1,463. La fianza de calumnia .erá proporoionada a la natur.l . a del delito porque le acusa, a las coslas que S8 calcule teog~ que ha.cer el acusado par1\ de(duderae, j a las condenaciones pecuniarias que S8 hubieren de Imponer al acusador calumoiaot.e. Articulo 1,464. Si l. acu.acioo .e ¿eclar.re falsa i maliciosa, el acus.dor será. CAStigado como calumoiante conforme al Código Penal. . Artículo 1,465. La 8cusacioD será. declarada falsa 1 malwlofl8 cunndo el ReUSAdor no pruebe lo. beehos en que fund.l •• eusocion que ha.y~. entabl.do; o cu.ndo b»Li""do pre~ntAdo algunos testigos, S8 pruebe que los adqulrlo por cohecho, prom~sJ\~, o por otro arbitrio para que declarasen falsamente i o cuando re~u~te que los d~ul~entos que hoya pr.selll.lltlo h»n sido fuls ifieaJos por él, o q"e lo. exhIbIÓ con conoCImIento de su ral.ificocion. Articulo 1,466. No será d.cl . aoo calumnianlo el que presente do. o mA. testigo. p.r. probAr 8U tlcu8ltcioo, Runque despues sean lllchados por otro motivo que el eapre­. rto en el artículo anterior, o 8U t1icho sea desvRnecitlo ' por un númeru mayor de testigos o por .Iocumenws de mayor credibilhhu.1. El delito de calumnia d6jó de existir desde 1863. Hagamos una novela en presencia de esas leyes. Supongamos que hai quien tenga valor para acusarme a mi de un delito cnalq uiera. Pnes yo os digo, señores, que ese valor que conforme a la lei vieja era noble, porque arriesgaba, es, en presencia de la lei nueva, el valor de la impudencia, el valor (si puedo darme a entender asl) el valor de la supre-ma cobardla. ' Conforme a la lei vieja, el acusador estaba amenazado con un juicio criminal; conforme a la lei nueva, el acuijador no tiene que responder maa que de las costas. Roi, si yo quiero amarrar, encerrar, eliminar al padre i a la madre que defienden el honor de una hija entre BU hogar, me basta acusarlos de cualquier delito (del de haber quemado a Troya, por ejemplo), i sé que la mÍlma llave que cierra las pUl'rtas de la cárcel sobre ellos, abre la de IU hogar a mÍl deseos. 1 entro i robo su quietud a la familia, robando, con traicion, el honor de una mujer; i despues saldo mis cuentas con diez o doce pesos, porque probaré que la mujer no tenia destino, i que el hombre era un remendon, UD altozanero, un infeliz. 42. Qué se arriesga hoi con ser acusador particular? Nada, en presencia de lalei; pero (i lo digo una vez mas), en presen­cia del acusado, en presencia del calumniado, en presencia del hombre a quien otro, que quiere ganar veinte o treinta pesos, obliga a sentarse aquf _ acueador arriesga su vida. ' 43. Que Yengan (por t¡jemplo) esos farsantes del foro; que vengan eIOIllIpeculadorea (abogado8 de pIUlO enleñado), a acusarme a mi de haber -10 - asesinado 11 un Papa, o de haber espantado a un peno ajeno: Que vengan i venín 'Iuu no me pugan sn calumnia aunque les saque mil gotas de sangre por cada minuto de Illolestia que me causen. . .' 44. Es un especulador de mala lei el hombre que (por dmero 1 sm riesgo de responsabilidad legal) impone o quiere imponer un mal a otro. iI qué mal, señores! . . . 45. En este tratiajo de defender al doctor Umaña hal dos objetos prm­cipales que reclaman la atencion: 1.0 demostrar la inocencia del homicida; i 2.0 demostrar que el doctor Várgas, una vez que fnera delincuente, no era inviolable. 4G. Aqu( hai jontes que creen que los sacerdotes católicos estáu esen­tos del fuero secular, pn lo relati\'o " sus delitos. Las buenas s'entcs que eso dicen i creen, hacen al clero un grande mal, porque al declararlo ir?'cspon­sable i autorizado para todos los delitos, lo ponen fuera de la lei, entregado a los caprichos o delirios de las venganzas privadas. 47. Por consiguiente, se hará un gran bien, tanto a esos ilusos como al clero, desde que se les haga ver el error de que padecen, i se deje bien demostrado el principio de que en Colombia no hai clases r.i individuos pivileJiados hasta el punto de poder hacerse s!lperio?'Cs al Código p enal, a 111 lei de órden. Hai tribunales especiales, ya para ciertos funcionarios delórden civil, ya para los individuos del órden militar; pero lo que es delito en unos, es delito en todoH. Bajo este punto de vista son iguales los arzobispos i los mozos de cordel. La 00n8titucion nacional dice: Art. 8.° En obsequio de la in tegridad nncional, de la marcha espedita de la U nion i de la8 relnciones pazíficas entre los Estados, t::s tos s~ com prometen: l.· A organizor,e coufúrme a los principios del Gobierno popular, electivo, repre­NDlatiyO, ol18rofttiYo i . poo.able. " . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Art. 15. Es b . esencial e inVAriable de l. U nion entre los Est.do. el reconoci­mieDto i l. garanti., por parte del Gobierno jener,,1 i de I,.s Gobiernos de todo. i cad. UDO de los &t.odo., de los derecbos individua le. quo perlenecen a los baLitantes i trall­NUDtes en 101 Est.do. Unido. de Colombin, • ,aber : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lO'. La iguAldnd i i en conseeuencin uo es lícito cnnceder privilejios o rli stíncioneo legal . , quo cedao eo puro favor o bene6cio do !08 agraciados: ui imponer obligaciones . pecíal •• que bagan ft lo. individuos a ellas .ujetos de peor llon di cion que loo dema •. . C1.a~o está, pues, que andan descaminados los que sostienen que a loa IDdlVlduoa del 6rd~n sacerdotal, nadie puede juzgarlos sino privativa­metate su. superiores respectivos. Está, empero, tan profundamente arraigada la conviccion equivocada - I t - 11 - de que ese fuero existe, que hai centeuares d~ indivi~uos .que sost!en~n que, uun dado caso de que el doctor Várgas hubiera delinqUido pública I noto­riamente, U maüa no tenia derecho, no solo para haberle. ~ado muer~e,. pero ni aun para acusarlo ante los j uezes secul~res, pues deblO.haberse limitado a pedir justicia al Arzobispo. Ya hemos VistO. que, al ~eClr esto, no solo se incurre en un error sino que, entre nuestras Jentes altivas, que no toleran señores privileji8d~s en la República, se pone en gran peligro la vida de los supuestos privilejiados. _ . 48. Yo, en todo lo dicho hasta aqlú, he supuesto que Umana podia dudar o creer, con fundam ento' o sin él. Pero si en el campo de esas concesiones saqué, como tuve que sacar, triunfante mi asercion, con razon mucho mas grande, podré demostrarlo paladinamente en el campo de los hechos como fueron. 49. Umaña tenia que dudar, tenia que convencerse, porque, aunque él no conociera, como conoce, las leyes de la dinámica moral, su solo' iris­tinto seria bastante para rnostm1"le que él debia ser el vencido cuando, al borde de su lecho conyugal, trabara lucha con un clérigo católico, para subir a él. 50. Es que los clérigos son irresistibles. Es que no hai cerradura cuya llave no tengan; es que no hai camino por donde no puedan pasar; es que ellos saben seguir haciendo lo que hicieron los sangrientos sacerdotes del Santo Oficio: estos condenaban a las llamas a un hombre, i al pié de la pira, le ofrecian il cuerpo palpitante de J esus; aquellos, los sacerdotes que hoi se usan, matan el honor de una mujer i, en el mismo lecho en que lo sacrifican, le prestan una llave falsa para entrar al cielo. . 51. El finado Várgas era sacerdote católico romano; i por tanto célibe. Era hombre de parranda; i, por tanto, sujeto a tentacion. Tenia una historia en cuyos capítulos se atravesaban mil mujeres entre hum08 (110 digo JUIIAS) de trabuco i lluvias de sagrado asperge8 i lagos de agua bendita. " El doctor V árga8 entraba a la casa de Dios como a su casa i se tendia a 101 pies del Santuario Eucarístico, como nosotros, los legos descreidoí; aoe ModemoB en nnestros lechos pecaminosos. 52. El doctor V árgas tenia el pnvilejio de vivir de balde, era de lIluel108 hombres privilejiados para quienes todos los tIias son de guarda. Era Peguano ellúnes; i Malabar el mártes; i hombre de Guinea el trtUrcolu; e Hindou idólatra eljuéves; i Mahometano el viérne8; i j udio el .ábado i i cristiano i católico el domingo. 53. Mirad. . Loe maloe sacerdotes son los caquerlaques, los hombres 1/OCtUT1W8 b .icIálopes en que han creido tantos sabios, inclusive el gran Liune:. • Lactancio, Anágoras, Clemente de Alejandría, Tertuliauo, Sau Ci­pnano, San Ambroaio i mil mas, creyeron en esos hombres nocturnos. I - 12- (1 no fué rnro, porque entúnces se creia e~ j~gantesj se l~s tema ~or hijos de 108 IÍnjeles i las mujeres. Entónces escnbla San J eróDl m~ nn dIá­logo que habia pasado entre un sáti,'o i un ermitaño de la Tcbalda. En­t6nces se creia que, segun el dicho de !salas, habrian de venir los Onocen­táur08 a bailar sobre las ruinas de Babilonia.) 54. 1 no era estraña esa creencia, pc¡rque los hombres nocturnos, cuya semilla se Rembr", sin saberlo, en ese dill, son los mismos que con los sobrenom bres de frailes i de sacerdotes, han hecho que se les reconozca por 108 mentecatos, el derecho de dominar en todo hogar i de entrar a todas 1118 alcobas. , 55. E, tos hombres nocturnos saben hacer dia de la noche i de la noche dia; nictálopes milagrosos, entran, sin tropezar, a todas partes. 1 llevan BU ciencia, 8U arte, a tal grado, que no solo han llegado hasta espiri tualizal' las piedras i las casas, las haciendas i las comarcas; sino que han llegado a hacer pasar por espirituales a esos ejercicios puramente corporales, que hacen que, en la Tercera, i en otros santuarios igualmente augul tos, se robe su honor 11 lall 'dcncellas (en dia viérnes, por eje:nplo, a trueque de la Eucnristin que han de concedeI"les el domingo.) San J erónimo habla de los hombres nocturnos que, con fines pecami- 1I0I01 i depravados, iban, en medio de las sombras, a turbar, en sus castos lechDI, el repoeo de 18s reliji0888 i de los castos cenobitas. De donde yo Wu- i por donde induzco que no es reciente en ellos la enfermedad de confundir las puertas de sus alcobas. 66. Hai leyel naturales que 101 hombres cumplimos aun cuando no lu conozcamOI. ¿Por qué se rasca uno cuando le pica? ¿Por qué sesga uno el cuerpo a uno u otro lado, o acia atras o acia adelante, o alza o baja el un brazo o el olro, o ambos, al pasar un puente de un solo palo? Todos lo hllCt'mos, i lo hacemos bien hecho, aun cuando no OODOzca" IDOIla lei de estática a la cual obedecemos. ¿Por qué usan los mas de los hombnala 1D8DOderecha CIIIlIlCluioD "la iaquierda? . Pu. mni pocos hlln caido en CU6nta de que obedecen ciegamente a _Ieyu aupremas, supremamente sabias i supremamente ciegas: En virt~d de la primera, la entraña pesadúima del hígado nOI obUga alll108tarnOl Jeneralmente sobre él; lo cual, reoojiendo a ese lado, al dere­cho, loIlfquidOl i loe jugos nutritivos, hace que haya maa fuerza i mas robustez en él. Por ejemplo: yo, que soi izquierdo, BOi ménos lampiño al lado dere- . CIlIo i mal calvo aliado izquierdo; i, aun cuando doi con la mauo izquierda, palpo coa la mauo derecha, la cual • mas grande que la otra u1 001llG laoede a mil dos pies: todOR al saltar, hacemos hincapié en el pié derecho, porque ~I tiene i gobiernR los músculos de fuerza. - • - 13- La segunda lei consiste en que, ya que el ~Igado ha~e ~as fuerte el lado derecho nosotros, aun sin saberlo, lo preferImos, por mstmto. La terc~ra lei es iciega i grande como todos los instintosl la que nos muestra en dónde vivimos, en dónde tenemos riesgo i d6nde corre­mos peligro. , Yo, izquierdo (por manquedad de mi ama,) tengo que presentar el lado izquierdo en cualquier combate personal; de donde resultará que una pulgada de acero que me avecinen en las rejiones del corazon, dará la victoria a mi nd versario, aun cuando previamente yo lo haya ensartado a él tl'es pulgadas por las costillas derechas. , 57. Es, señores, que' la lei natural se cumple siempre, i que as! como el hJgado nos vudve a la diestra, nos vuelve la ociosidad a la siniestra mano. I la ioo onorancia , que es la mas triste de las ociosidades, nos lleva al mal en progresiones potenciales. CuandO yo era mucha.cho, mi maestra (a quien respeto porque me enaeñ6 a leer i porque me puso en estado de estudiar i eonocer la historia de las jentes, la señora Francisca Pardo de Caballero, 8 quien tanto debo), me obligaba, cuando hacia alguna travesura de escuela, a que fuera yo mis­mo a "'llevar al rincon la pretina que habia de ser instrumento del castigo. Ni mll8 ni ménos, cuando el respetable doctor J esus Maria Uribe llev6 a su lecho B la bella Teodolinda, la oblig6 B que, ca'! el propio jabon del tocador en que él se purificaba, borrara las manchll8 ~ojas, los testigo. del ucriñcio (no de él, el sacrificio de ella.) Señores: estos hombre8 nocturnos son peligroslsimos. 68. Yo Boi masan: esta sociedad mas6nica está bregando bajo el peso de mil acusaciones que los breve8 de los Papll8 i las pláticas del pálpito echan IObre ella. Pues bien: aunque mia hermanos se enojen, yo declaro, por mi honor; yo que he aguantado pobreza i hambre, sin que me dieran un centavo de limosna; yo que, cnando rico, fui masan, para poder ser, modeBlClmetate, apoyo de 101 necesitados; yo, Camilo A. Echeverri, declaro i juro aqui, que en la maaoneria de aqui no se trata de Dios ni del Papa, ni de relijioll IIÍ de misterios, ni de dogtnll8 ni tilosofias, Bino ánicamente de cenar. 59. Ninguna mujer entra al santuario de la Lojia: ningun muchacho puede entrar a él: de las lojias, como lojias, ·no ha IIBlido, ni podido salir, oosa alguna que viole ninguno de los preoeptos de la moral mas severa. 60. 1 linembargo, aqul odian i atacan, por virtud, a 10B DlUOnes. dQuiéne8? • Los que mandan a BUS mujeres i a IU! hermanas i a BUB hijas para q¡e Ilr9&U de palio corpOF'rd a los hombrt8 noctu,.,.08, que en la Tercera, i en otru cuas de recojimüllto, brindan pClBlo tBpintual a BUS preenatu Yiotimal. - 14 - 61. Vox populi, 1100: Dei . . . . . . i Qué sabios son los pueblos! ¿No, señores? . . /j2. Natllral i.figura, hasta la sepultura, dice un refran español, 1 yo lo repito aq uf, porque es verdad. . , Eso mismo habia dicho en mis alegatos antenores; 1 ahora agrego, que, por r~gla jeneral, el hombre revela, a pesar suyo, su carácter: los Sisto V i los Oliverio Cromwel son mui raros. , El ojo del padre, el del marido, el del amaute, tienen fin eza i taeto especiales para olfatear las jentes que se arriman a las mujeres de sus casas. Es que ellos saben, por instinto, que hai J eS1tSeS i J esusitos. Los J esusitos son inofensivos: saben peinar a las señoras, fruncir las horn¡adoras i hacer castañas; toman a las niñas la medida del calzado, i hasta la de las ligas; salen con las mujeres a paseo, las llevan a retreta; juegan con ellas cargalaburra, caída i f1tsilíco; acompañan a rezar a las abuelas i aun en ocasiones hacen cabeza. ' o Ya veis cuánta familiaridad, cuántas cosas parecidas a peligro; i sin.- embargo, el dragon encargado de custodiar esas Hespé1'ides, duerme con-los dos ojos, porque sabe que J esu8üo jj8 inofensivo. Pero hai otra cl ~se de hombTlll, verdaderos matrozes, como dicen aquí, que, con solo pasar por la acero de.la casa, hacen que gruñan los perros i qJle el dragon se ,Sobresalte. ~ Por qué? Por eso (como decia un hombre histórico i que tenia mas talento i mta mll8 perspicaz i sentido mas profundo que el que pudieron concederle loe que tienen ojos i no ven.) Porque natural i figura, hasta la sepultura. Porque no es lo mismo J esusito tomando la medida de .una8 ligas, qa.e dOI& Juan Tenorio besando respetuosamente los piés de Dna mujer. Yo no sé por qué; pero sin que uno sepa por qué, el corazoD, al oonocer un hombre, toma " rigurosamente" SU fotografia moral. " . 'Los que tenemos de cuarenta años para arriba, es decir, cuarenta i cuailO i pico, sabemos, por Q8periencia muchll8 vezes, que la cámara­~. ~ lj o~anara· lucidq del corazon, no se equivocaD. . N;Q Mi. d~oatflll;iQn posible; pero el instinto ve, i ve por e80, en donde correa peligro las fibros del corazon . . ~3. ]41 p~rro persigue su presa &1 traves de 108 jarales; o distingue, entre 1118 huellll8 de un batallon, las huellas del soldado que lo cuida, ,¡: 4!Ú cQmo la beetia herb!vOr& desecha, sin saber botánica, las hojas 4Ii ~ plantas ven8J;108IIs, asi i por e,o, el que tiene que guardar a una lJl"r, ~viDa con qué i~tencioncs IC toma medida para SU8 botines o Be ' pono la mano sobre su hombro. - . - 15- Es que hai manos de hombre que van, sin mancilla, al hombro de ~na mujer, i manos que tocan ese hombro como eutre-puente, como estaclOn, para llegar al seno. . . . ¡I hai tan poca distancia del seno, del seno eléctrico 1 sentidor de una ,mujer, al corazon! . 64. 1 no me hablen señores del Jurado, de " la mayor necesidad qWl tenga la sociedad de e.sc~rmientos, por la mayor frecuencia de los delitos." Ya na niego, i nadie puede negar, que el delito i la violencia se pasean con escesiva confianza en Cundinamarca. Pero estOij no son males nacidos ayer ni susceptibles de curarse con los fallos do los Jurados. No. Esta enfermedad cuenta algunos años de existencia i tuvo sujérmen en aquella época, de todos conocida, en que el desgreño se apoderó de la administracion, i en que se.aoostumbró a los ciudadanos a bregar por vivir con absolnta carencia de gobierno. Si condenais a Umaña ¿qué ganará la sociedad con eso? Lo quo ganaria nn cojo con que, para curar su mal, le pusieran anteojos. Si se quiere cortar el mal, apliquese el remedio al 6rgano i al miembro enfermos; pero seria torpeza querer hacer fuerte una cárcel insegura con 8010¡dar de blanco a sus paredes. Las Lejislaturlls pasadas relajaron todas las relaciones, aflojaron todos los vinculas i prescindieron de muchos de ellos. Por eso andamos como andamos. Que el Presidente del Estado des­pliegue el mayor celo; que la policia atrape a todos los delincuentes; que los funcionarios de instruccion no duerman; que pululen, como jentes en tierra de mirmidones, los sumarios i las sentencias ¿qué se adelantará con eso? Lo que se adelantaria queriendo secar una casa húmeda con solo ponerle ladrillos secos, sin afanarse por cambiar la naturaleza del piso . El mal está, señores, en las malas leyes, unas vezes; en la falta de lei, las mall . . Si hoi negais el derecho de defensa propia a aquel a quien se ataca, como se atac6 a U maña, dejareis suelta la única rienda, rompereis el único freno con que puede contarse aquí. Es decir que dejareis vijente el mal hecho i le agregareis otro mayor. Porque en tal coyuntura los hombres de mal corazon no tendrian respeto alguno que guardar. Aqu1 existen los derechos en la teoria; pero no en la lei escrita. Es decir que se puede confiada e impunemente atropellar en otro BUB derechos im;nanentcs, porque la lei DO reconoce tales derechos; pero que no Be puede rechazar a mano armada al agresor, porque el Código penal llama delito al ejercicio de una filcultad no garantida. • - 1 6- 65 . Pedir a U maña pruebas directas de la tentacio n i d e l a mala in­tencion i ue los malos hechos ue V árgas, no es lójico ni justo. Nadie planta el cuño en que ha de fabricar mone da falsa, a la vista de todos, en la plaza pública, al pié de la estatua d e Bolívar. 66. As! como hai pre8'Unciones legales, es deci r, hec h os que pued en ser inocentes, pero que la lei, en su sabid u ria, establece como pruebas terminantes del delito de amonedacio n, así los ma ri dos i l os padres tienen, por co ncesion de Dios i de la natural ez a, el d erecho de se ñalar con el dedo, entre las sombras de una intriga, a los que tratan de am oneda r les hijos falsos. 67. 11 hai quien diga que es mé nos grave enj endrar un hijo en lecho ajeno, q ue fab rica r condores o centavosl 68 . A vosot ros, se ñores del Jurad o, 0 8 toca res ol ve r esta cuestiono CAMILO A . ECBEVERIlI. 1872. Octubre. • I Alegatos; Defensa; Derecho; Procedimiento civil