Summary: | Algunos especialistas consideran que Norteamérica es una región en la que predomina una noción contradictoria acerca del agua: mientras se padecen estragos derivados de la falta de infraestructura para satisfacer la demanda de agua, al mismo tiempo se registra su abundancia física en los cuerpos superficiales y en el subsuelo; Canadá ilustra el caso. Su extensión territorial favorecida por su vecindad con el Polo Norte, la influencia que recibe de los tres océanos limítrofes y su vegetación abundante, son elementos que favorecen la existencia de enormes glaciares, permafrost, nieves perpetuas y ríos con caudales abundantes en el San Lorenzo, Yukón, Columbia, Milk y los Grandes Lagos, entre otros. En contraste, a México se le considera un país desértico y con problemas de escasez de agua física, sobre todo hasta el límite con la línea del Trópico de Cáncer -casi el 50 % del territorio nacional-. Entre ambos países, a los Estados Unidos de América se le considera un territorio de transición entre la escasez y la abundancia, pero en donde el agua rebasa las determinaciones anteriores para posicionarse como un elemento estratégico para el desarrollo económico y la estabilidad política regional
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